Rúbricas XVII Una mirada al liderazgo ignaciano... 34 35 Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas - El adjetivo ignaciano En las instituciones educativas confiadas a la Compañía de Jesús de todo el mundo es común escuchar y utilizar la palabra ignaciano(a) para denotar a las personas que colaboran en proyectos de la congregación y experimentan la espiritualidad ignaciana como forma de vida. De acuerdo con Guibert (2017), ignaciano(a) hace referencia a las personas e instituciones que siguen las ideas y el carisma de san Ignacio de Loyola, aunque no necesariamente son jesuitas ni tienen que serlo, como en el caso de los laicos que colaboran en obras jesuíticas. En la cultura ignaciana se buscan personas con virtudes sólidas que trabajen para la causa, con sinceridad, franqueza y honestidad. El adjetivo ignaciano añade una insistencia en el autoconocimiento con honestidad, sinceridad, lealtad, verdad y sin autoengaños, al concepto de liderazgo. El liderazgo ignaciano atiende las emociones de la persona que es liderada y, también, las propias emociones de la persona que lidera. Como enfatiza Guibert (2017), lo ignaciano plantea una autogestión de sentimientos y emociones, es decir, que la persona sabe identificarlos y comprenderlos, al tiempo que se centra en el acompañamiento del otro en el camino hacia el cumplimiento de una misión determinada. - El liderazgo a lo largo de la historia De acuerdo con Hughes (2007) y Bass y Bass (2008), estos dos últimos citados por Rodríguez y Leyva (2017), las características del liderazgo en los años veinte del siglo pasado se centraron en la voluntad, los rasgos y los comportamientos del líder que le llevarían a inducir obediencia, respeto, lealtad y cooperación en sus colaboradores. En esa década llamó la atención de los teóricos del tema el concepto de la personalidad como parte de los rasgos de liderazgo. Se trató de revelar por qué algunas personas son más competentes que otras para ejercer el liderazgo. En la década de 1930, el líder era considerado el núcleo de una tendencia, es decir, organizaba un grupo de colaboradores para dirigirlos hacia un destino específico. En la década de 1940 el líder, más allá de su poder, posición o circunstancias, tenía la capacidad de persuadir y dirigir a un grupo; ayudaba a sus colaboradores para que entendieran el significado de procesos complejos, vagos e inciertos, y a entender la realidad proporcionando explicaciones creíbles. En los años cincuenta, en el líder resaltaban las capacidades de influencia, motivación y capacitación en sus seguidores para contribuir al logro de los objetivos de las organizaciones. En los años sesenta, la tarea de los líderes fue influir para impulsar a las personas hacia una dirección compartida. En los setenta, la influencia del líder se consideró diversificada entre los miembros del equipo. En los años ochenta, los líderes destacaron por inspirar a sus seguidores en el logro de los objetivos de la organización, es decir, la relación del líder con su equipo no se caracterizó por el control estricto. En la década de los noventa, las teorías del liderazgo se enfocaron en la influencia del líder sobre sus seguidores, quienes, juntos, buscaban hacer cambios reales en las organizaciones. En la primera década del siglo XXI la relación de los líderes con sus colaboradores se dio a partir de los comportamientos interpersonales y la influencia recíproca en el logro de los objetivos del equipo. En resumen, a lo largo de la historia, los investigadores del liderazgo se han enfocado en la personalidad, en los rasgos físicos y en los comportamientos del líder, así como en los aspectos de las situaciones que afectan la actuación de los líderes. - Definición de liderazgo Los teóricos del liderazgo lo han definido de maneras distintas. Bennis (1959) lo entiende como un proceso mediante el cual un agente induce a un subordinado a comportarse de una manera deseada. Merton (1969) enfatiza la relación interpersonal en la que otros cumplen porque quieren, no porque tengan que hacerlo. Roach y Behling (1984) lo consideran un proceso de influir a un grupo organizado hacia el cumplimiento de sus metas. Para Ginnett (1996), el trabajo del líder es crear condiciones para que el equipo sea efectivo. Hogan, Murphy y Hogan (1994) afirman que los fines del liderazgo incluyen obtener resultados a través de otros, y que los medios del liderazgo abarcan la capacidad de construir equipos cohesivos y orientados a las metas; para ellos, los buenos líderes son quienes construyen equipos para obtener resultados entre una variedad de situaciones. Vásquez (2006) es el jesuita que define el liderazgo a partir de los diferentes conceptos en la literatura y establece que el liderazgo ignaciano se
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