Rúbricas 17

Rúbricas XVII Entre el nivel superior y el básico... Rúbricas XVII Retos y perspectiva de la Educación Media Superior en Universidades Jesuítas 18 19 planteles dependientes de las universidades durante el periodo neoliberal—, adjudicárselos a las autoridades estatales, y modificar el plan de estudios para orientarlo a la capacitación para el trabajo sin perder su función propedéutica (Guevara, Muñoz et al.: 1992). De forma paulatina, los distintos gobiernos del régimen fueron incorporando las modificaciones. Para el momento de la reforma constitucional que hacía obligatoria la ems, la mayor parte del sostenimiento en ese nivel corría a cargo de los gobiernos estatales (46 %) y la menor cobertura estaba a cargo de las universidades autónomas (12.3 %), incluso por debajo de las escuelas particulares (17.4 %) y los bachilleratos federales (23.5 %). La oferta consistía en las siguientes modalidades: profesional técnico, bachillerato general —que ya existían— y bachillerato tecnológico; esta última se creó durante el periodo neoliberal, con una cobertura del 30.6 % de la oferta (sep, 2013: 99). No obstante, los resultados en ese nivel no fueron muy distintos a los del final del régimen anterior. De acuerdo con Fausto Ramón Castaño, la eficiencia terminal era de 61 % en el ciclo 20112012 y la deserción de 14.4 %; esto se traduce en que abandonaban la escuela alrededor de 600 mil estudiantes, la mayoría de ellos durante el primer año (2015: 273-275). El porcentaje de deserción en ese nivel era muy superior al de primaria, secundaria e incluso licenciatura; según Pedro José Zepeda, “la reducción de la matrícula en la ems entre el tercer año de secundaria y el último de bachillerato era del 46 %” (2015: 287). Hay una marcada connotación de clase entre los desplazados —dos terceras partes pertenecían a hogares de bajos recursos— y también de género —el 70 % son mujeres— (Zepeda, 2015: 288-289). Prolongar la educación obligatoria podría matizar un poco el problema. - Conclusión El fin del sexenio de Peña Nieto significó la ruptura de la dinámica neoliberal en materia educativa. El nuevo gobierno, de inmediato se manifestó en contra de la Reforma de 2013, aunque únicamente se ha centrado en revertir las políticas que atacaban al magisterio y a modificar el plan de estudios. En materia presupuestal el cambio ha sido mínimo y ello se traduce en deserción escolar. De acuerdo con el último censo, celebrado en 2020, los y las jóvenes de entre 15 y 17 años —el rango de edad para el nivel medio superior— asisten a la escuela en un porcentaje de 74 % para las mujeres y en 70 % para los varones; una parte considerable de dicho porcentaje va a abandonar o cerrará en ese nivel su educación formal. La historia nos dice que la tendencia hacia el carácter terminal del nivel preparatorio se mantendrá, por lo menos, en la educación pública. Revertir esa condición pasa por ampliar la infraestructura, lo que en un contexto como el actual no es previsible siquiera solventar el déficit heredado: para el ciclo 2016-2017, el número de planteles secundarios en México era de 39 265, y el de escuelas de nivel medio superior, de 17 723 (inee, s. f.: 4). No se vislumbra que el Estado pueda satisfacer esa demanda; no ha podido hacerlo a lo largo de la historia por lo que el concurso de los privados será indispensable. El aporte privado no sólo debería abonar en el aspecto cuantitativo; los datos históricos inducen a pensar que una parte considerable de quienes concluyan su educación preparatoria para seguir al nivel superior saldrán de las escuelas particulares por el nivel de eficiencia terminal que presentan. El riesgo de que se fortifique el papel de la educación como reproductor de las estructuras sociales es inminente por lo que se requiere que el Estado construya una alianza con aquellas instituciones que, además de contribuir a la cobertura, muestren un compromiso con la sociedad. Una de las instituciones que a lo largo de la historia de México ha mantenido una postura firme al respecto es la Compañía de Jesús a través de la Universidad Iberoamericana que, sin embargo, requiere de incrementar la matrícula en el nivel preparatorio, pues, “las instituciones jesuitas pretenden ser incluyentes y pluriculturales, pero en algunos casos, dado el importe de las colegiaturas, se restringe el acceso a ciertos jóvenes” (Schmelkes, 2013: 322). Una posibilidad de transformación social genuina implica abrir a más jóvenes la posibilidad de incorporarse a una educación integral en la que, más allá de los conocimientos, se forme a personas comprometidas con su entorno, solidarias con la búsqueda de una sociedad más justa; algo que ha formado parte de la apuesta educativa de la Compañía de Jesús desde su arribo a estas tierras en 1572.

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