28 Introducción Cada vez es más claro que existe una decadencia en nuestra capacidad de abrir nuestro pensamiento a lo novedoso. Nos relacionamos con el mundo desde una sola manera. Nuestra civilización, paulatinamente va perdiendo la creatividad para encontrar una nuevamanera de estar en la vida. ¿En dónde encontramos una tierra fértil que nos brinde frutos de comprensiones del mundo, que sean lúcidas, comprometidas y que puedan abrir un horizonte donde se propongan nuevas posibilidades de vida? En estos tiempos es difícil encontrar este humus. Existe una distancia oceánica, con relación a lo que sabemos de nosotros mismos y al mundo en donde habitamos. Hay una incapacidad de imaginar otromundo posible. No hemos dejado fluir una creatividad para acoger diferentes interpretaciones de las realidades que nos acaecen, no hemos tenido las agallas de buscar diferentes modos de vida, mucho menos, hemos ampliado nuestras expectativas valorativas ante un mundo complejo. Hoy, nuestro mundo está cubierto por la mirada de las tecnologías de la información. Nos hemos dirigido a un lugar sin salida: a privatizar nuestra vida desde la digitalización total. Vivimos en una sociedad en donde la conectividad digital se va trasminando en todas las dimensiones de nuestra vida. Queramos o no, la tecnología ha trastocado el arte, la religión, la naturaleza, etc. Es notorio que esta revolución digital va afectando nuestra forma de vivir. Ante ello, propongo una reflexión sencilla para no quedarnos al margen de los cambios tecnológicos acelerados. Necesitamos replantear el papel que tienen las humanidades en una sociedad en la que la tecnología cobra cada vez más protagonismo. La manera en que nos hemos apropiado la tecnología digital, en estos tiempos, ha provocado transformaciones significativas, en un mundo signado por una nueva estructura, basada en el flujo de información; esta estructura no siempre nos ha impactado de forma positiva. El problema de las tecnologías digitales sigue interpelando a las humanidades. Necesitamos abordar el tema, repensar las consecuencias que trae esta nueva estructura, pensando el ¿cómo?, ¿para qué?, o ¿a quiénes benefician?, estas tecnologías y qué significa apropiarnos o relacionarnos, en la vida cotidiana, con ellas. Queremos acotar nuestra investigación al estudio de la “cultura digital”, enmarcada en las prácticas culturales mediadas por la tecnología digital. Estas prácticas, siguiendo a Oscar Grillo (2019), moldean nuestra construcción de subjetividad alrededor de “aparatos digitales múltiples, heterogéneos y cambiantes, inscriptos en campos poblados por actores que son parte de redes de poder y, por ende, portadores de discursos expertos y vernáculos, instalaciones e instituciones” (p.37). Basándonos en la definición que proponen Miller y Horst (2015) del término digital: “como todo lo que puede ser en última instancia reducido a código binario” (p.91). Estos dispositivos, que conllevan procesos de subjetivación, prácticas y saberes, detonan ciertas disputas políticas. Un ejemplo de ello: los millones de usuarios de Internet que cada día se suman y una coalición de corporaciones transnacionales que obtienen ganancias por cada usuario que ingresa a su plataforma.1 1 Véase las historias de Google, Facebook, Amazon, etc., que son alimentadas por algoritmos
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