Rúbricas XV Humanidades digitales 9 La modernidad y su eclipse A partir de la negación de nuestra relación con lo divino desde el periodo de la IlustraciónyModernidad, la historia, en suvertiente política, ha desembocado en la creación de sistemas totalitarios y, en su vertiente intelectual, teorías cosificantes de la búsqueda histórica y filosófica en detrimento de la dimensión existencial. Tal proceso de deformación de la realidad, mutilada de su experiencia integral de la totalidad cósmica y trascendente, promueve la falsa esperanza de construir sistemas políticos o teóricos que solucionen la angustia existencial que implica vivir en la búsqueda de sentido sin certeza aparente, generando sucedáneos espirituales a la sed de infinito que aquejarán siempre a la humanidad. Es en un sentido histórico general que, según Voegelin (1968), la humanidad crea religiones políticas que buscan abolir esta angustia existencial que implica buscar la verdadde nuestra vida enmediodelmisterio insondable de la realidad: ideologías como el fascismo, el socialismo, el capitalismo, y toda la cantidad innumerables de “ismos” que se han creado en la historia de Occidente, tienen la impronta pseudorreligiosa de instaurar un reino en la Tierra que pueda abolir la incertidumbre de la historia y el tiempo. En el ámbito estricto de la filosofía encontramos experiencias en que pensadores y filósofos eligen no prestar atención a una realidad integral involucrada con una totalidad infinita, sino que proyectan un sistema propio que eclipsa la realidad, poniendo, en lugar de la tensión existencial inevitable de una consciencia en búsqueda interminable de la verdad, un sistema totalizante que actúa como fortaleza de un Ego Contraído. En el texto El eclipse de la realidad (1969), Eric Voegelin toma como uno de sus ejemplos al filósofo Hegel, en tanto su sistema de pensamiento intenta abolir la tensión existencial, la metaxy filosófica a través de un despliegue del Espíritu en que su propio Logos supera la revelación de lo divino y, por lo tanto, revela al ser en tanto Idea Absoluta reconocida en la mente humana. Una megalomanía, cierta obsesión angustiante por lo total y definitivo, aunado a una compleja capacidad intelectual, permite que filósofos como Hegel, Sartre, Nietzsche, entre otros, proyecten una segunda realidad que intenta eclipsar la realidad. En El ser y la nada, por ejemplo, encontramos también un Ego Contraído, en donde, por un acto de fantasía intelectual, se niega la relación vinculante con la realidad y se postula un vacío de libertad que desencadena en la nada: Por unactode fantasía el ser humanopuede compactarse enunEgoque está condenado a ser libre. Para este compacto y contraído Ego, como lo hemos llamado, Dios ha muerto, el pasado ha muerto, el presente es el desvanecimiento de la facticidad no esencial del Ego hacia un ser lo que no se es (Voegelin, 1969: 111). La capacidad de fantasía con que un filósofo puede proyectar dicha segunda realidad es tal que la realidad derivada se toma como una realidad más real aún, al tiempo que la conceptualización de la búsqueda filosófica se deslinda de su raíz existencial: estamos ante un complejo proceso iniciado desde la metafísica proposicional del siglo XIV en donde la palabra se desvincu-
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