Rúbricas 16

Rúbricas XV Humanidades digitales 115 –¿Y en ésta? –quise saber–. Esta vez ella sonrió, tomó mi mano, que la sostenía, y elevándola hasta mi oído respondió: –Mi corazón. Mi corazón es una lupa que todo lo pequeño lo hace enorme. Estos minutos que me regalaste son desde hoy una eternidad. A escasos metros, con mirada indiferente, su hija le ordenó: –Ya mamá, anda, entra a la casa. Obediente, la mujer se dejó llevar por el llamado, de la misma manera que la noche lleva la luz del sol a dormir entre las estrellas. La luz de la casa de la anciana se apagó. En una de las ventanas noté el movimiento ligero de la cortina, fue su parpadear antes de dormir. Un generoso rayo de luna acompañó diligente mis pasos por un sendero para no pisar ninguno de los montoncitos en espera de las lluvias de primavera, los muchos sueños de la anciana. Un inusual ajetreo me despertó muy temprano. La anciana –de nombre Nydia– había fallecido durante la madrugada. La familia llegaba vestida de ropas negras, era la primera vez que la veía enmuchos, muchos años. Abrazos, lamentos sin emoción llenaron el ambiente esamañana. Decidido a no cumplir formalidad alguna me presenté al medio día para ver por última vez a la anciana sembradora de sueños. Los presentes no me conocían y yo tampoco a ellos.–Quién conoce a quien, ese juego de palabras algún día deberá ser envuelto en papel y enterrado en algún lugar del mundo–. Incluso, me atrevo a decir que tampoco nadie de sus parientes la conoció, ni supo de esas bolitas, y mucho menos de sus mensajes-sueños sembrados en el jardín. El sol marcó la hora de marchar. Los encargados del servicio funerario cargaron el féretro, uno a uno los parientes desfilaron detrás, en cortejo fúnebre. Mientras ellos caminaban enmedio de una plática animada, mis pasos andaban por el único sendero de ese floreado jardín, cuyas flores, cientos de ellas, se mecían al ritmo del viento (el viento cantaba himnos al amor y las flores bailaban alegres), los frutos en el árbol amenazaban con romper sus ramas bajo su peso. Los pajarillos, desde su jaula, cantaban alegres despidiendo a la anciana. La negra carroza inició la marcha seguida por una hilera de autos, todos a paso lento. Cuando el cortejo se unió al tráfico citadino, los pajarillos abandonaron la jaula, revolotearon brevemente entre las flores y se alejaron para siempre. Dentro de algunos minutos, Nydia, la loca sembradora de sueños, sería un poema escrito presto a enriquecer la tierra, tierra humedecida por el rocío nocturno, y perfumada con la esencia de la imaginación que sólo la locura permite concebir. Un mes después del fallecimiento de “la loca sembradora de sueños” cayó la primera lluvia y, ¡sí!, ¡sus sueños brotaron puntuales bañados de ese rico aroma de la tierra húmeda! En la primeramaceta florecieron latentes corazones con forma de flor y la segunda inundómi casa con deliciosa luz-sabor de arco iris.

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