Rúbricas 16

110 La loca sembradora de sueños Raymundo Mirón Rosales Intrigado, no resistí la tentación, por eso tan pronto la estrafalaria mujer se alejó algunos metros, quedando oculta por el follaje de los arbustos recién podados, me acerqué evitando hacer ruido alguno queme delatara. Me detuve ante un enorme árbol de higos, en cuyas ramas pendía por igual una penca de cocos, que un racimo de naranjas, o uvas colocadas aquí y allá, titilantes como luces navideñas. Un pocomás arriba, mecida por el aire y con la puerta abierta, una jaula con aves multicolores en su interior; todo esto dibujado en hojas de papel, con sus respectivas descripciones hechas con letra –al igual que los dibujos– con trazos infantiles, muy infantiles. Una vez seguro de que no podían verme escarbé en la tierra un par de centímetros. La tierraestaba suelta, ligeramentehúmeda–ah, eseolorde la tierrahúmeda–, removí aquí y allá –no puedo negar mi sorpresa ante ese descubrimiento–. En cada hoyito rascado por la anciana de cabello hirsuto y babero rosa, pésimamente remendado, había un trozo de papel hecho bolita. Al principio pensé estúpidamente: vaya, laviejitadeplanoestábienchiflada, odeplano le fallan los lentes; bah, mira que sembrar bolitas de papel. Ha de imaginar que son semillas. La curiosidad me llevó a desenvolver el papelito –lo desarrugué con mucho cuidado, le sacudí los restos de tierra–, y quedé atónito por lo que apareció ante mi vista. En ese trocito de papel se apreciaba un escrito –y vaya, qué bonita letra, de esas, de las antigüitas, de cuando en la escuela enseñaban caligrafía–, leí un poema en dos líneas: Amor, me robaste la edad. Cielo, lloviste para acompañar mi llanto Amor, no lloro por una pérdida. La lluvia y mi llanto riegan mis recuerdos. Me atreví a desenvolver otra bolita y ésta contenía un dibujo. Una flor engarzada a un corazón, como esas imágenes, comunes, en las invitaciones a las bodas –aunque en esos casos son un par de anillos de compromiso–; se me hizo muy romántico el detalle. Con atractivas letras en azul claro, un segundo poema llamó mi atención: Arroja una piedra al estanque de agua cristalina Escoge una de las ondas que se forme Colócale una palomita de maíz como hermosa gema ¡Ese será mi anillo de bodas! Yanopude aguantarme la curiosidady saqué otropapelito. Unnuevopoema. Cuando era niña soñaba con ser mujer. “Cómo me sentiré siendo mujer, ronda ese pensamiento por mi cabeza. ¿Me enamoraré? ¿Robaré o robarán mi primer beso? Una rosa besó mis labios, Raymundo Mirón Rosales Licenciado en Comunicación. Durante varios años fue jefe del Laboratorio de Radio de la Universidad Iberoamericana de Puebla, e impartió asignaturas relacionadas con la producción radiofónica, y de sonido.

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