Rúbricas 16

Rúbricas XV Humanidades digitales 109 aseguraron que la exterminarían definitivamente con su aspiradora súper potente. La muy cretina resistió intacta el ataque. Mi principal preocupación para ese momento era la intromisión absoluta a mi privacidad. Lo de que mi espacio virtual fuera su nuevo hogar, para entonces estaba casi asimilado; ya no me parecía tan grave, ¿no dicen que a todo se acostumbra uno? Fue entonces cuando vivimos una especie de tregua o, mejor dicho, eso es lo que quise creer. Entré en un estado de letargo mental y ni siquiera reparé en lo que pasaría si la pulga pusiera huevos, nacieran otras larvas, las cuales formaran sus propios capullos y luego, cuando las pupas se desarrollaran y, al fin, ya adultas, expandieran aún más el territorio ocupado. Pero así pasó. Cuando quedaban pocos centímetros que no se atrevieron a pisar, yyo confiaba en la imposibilidadde algopeor, recibí el primer pinchazo en el cuello. Esto sí era inaudito: lo que proliferara ahí dentro, ahí dentro debía quedarse. Esta especie de hiperrealidad era demasiado paramí. Una pequeña mancha roja con el centro de un color casi blanco fue el principio del fin. Luego vinieron dos y tres pinchazos más. No tuve ni tiempo de salir corriendo cuando una especie de descarga salida de la pantalla me lo impidió. El picor era insoportable y mi cuello estaba hinchadísimo. Rápido, como en descenso hacia el vacío, la comezón incontrolable se había expandido por todo mi cuerpo: luchaba sola contra un montón de pulgas que querían someterme e inmisericordes me picaban por todos lados. En una reacción alérgica, la erupción generalizada no se hizo esperar. Bastaron cinco minutos para que me chuparan la electricidad de cada uno de mis nervios. A pesar de tener un color pardo y patas cortas para caminar, no soy un bicho de este mundo. Mido dos milímetros, tengo un cuerpo liso y cubierto, en lugar de cerdas y de espinas, por comas, muchas letras w y algunos signos que todavía no conozco ni sé qué quieren decir. No estoy hecha para avanzar entre el pelaje de perros y gatos, pero ya estoy aprendiendo el camino para ir cada vez más rápido de archivo a edición y de edición a insertar y de insertar a ventana. Presiento que debo aventurarme hacia la zona desconocida, pero aún tengo miedo. Ya no envidio a los que entran aquí y después pueden decir adiós, salir, desconectarse. He intentado entender qué pasó en esos veintiocho días, pero, cuando lo hago, la confusión nublamis pensamientos. Si hubiera podido elegir mi destino, no sé si hubiera sido éste. Sólo sé que ya no me parezco casi nada a la que habitaba allá afuera, y que cada vez son más vagos los recuerdos anteriores a caer prisionera dentro de esta nueva forma. Mi memoria está empeñada en borrar el pasado y sucumbir a mi humanidad. No sé ni sabré si lo sucedido fue producto del azar o el destino, aunque mentiría si dijera que poco a poco, al vagar dentro de la red, no empiezo a sentirme como en mi propia casa.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3