Rúbricas 16

6 Introducción: la encrucijada digital del presente Es un hecho casi dado por sentado el que nuestra época actual, además de mostrarse repleta de caos, injusticia social, asesinato y enajenación, también se ostenta como oscurecida, vaciada de luz y significación. Probablemente lleguemos a pensar que la oscuridad existencial que rodea a ratos nuestra vida o la de los demás es debida solamente a los consabidos factores políticos, económicos y sociales: pobreza, inseguridad, desempleo y falta de certezas o de sentido. Mas lo que buscamos probar en estas reflexiones es que la oscuridad de la existencia no sólo se debe a las ya estudiadas y categorizadas dimensiones sociopolíticas de nuestro drama humano en búsqueda de paz y justicia, sino también a una suerte de oscurecimiento óntico (Naranjo, 1994), de eclipse digital que se interpone entre nosotros y tal realidad, concebida ésta como el ámbito de la experiencia común sin mediaciones culturales. Tal oscurecimiento o eclipse tiene sus orígenes en los sistemas ideológicos y de pensamiento construidos en el siglo XIX y XX, pero se enarbola en este presente de manera fundamental al modo de una digitalización de la existencia: nuestra realidad vivencial se encuentra eclipsada por lo digital, y a través de tal eclipse es que vivimos nuestra oscuridad y falta de certezas, y debemos encontrar una salida a menos que queramos morir de inanición ante el eclipse digital del tiempo presente. Las consideraciones que aquí se vierten están inspiradas en los hallazgos del filósofo alemán Eric Voegelin (1901-1985), quien empezara su obra filosófico/ política como respuesta al Totalitarismo Nazi en Alemania y la culminara poco antes de terminar el siglo XX, previniendo una época de desconcierto existencial enmedio de múltiples ideologías desvinculadas de todo fundamento experiencial ontológico. Para Voegelin, la representación del orden ocurre de manera simbólica gracias a experiencias de trascendencia (Voegelin, 1952); de ahí que lo divino como fundamento del orden supone en la consciencia humana una apertura a tal trascendencia y una correspondiente simbolización que es engendrada por dicha experiencia, contribuyendo al desarrollo de la concienticidad humana en su búsqueda de orden y sentido. De acuerdo con dicho autor, en tiempos de crisis histórica y existencial, la labor del filósofo es reconstituir los símbolos de trascendencia perdidos para lograr religar a la humanidad con su fundamento divino. Para esto, tal filósofo debe denunciar la cosificación y violencia que sistemas políticos y teóricos ejercen sobre la búsqueda humana al intentar legitimar una noción de sujeto abolido en su capacidad de trascendencia e infinito. Una filosofía como la de Voegelin puede proveernos de pistas para indagar la naturaleza y dimensión del eclipse digital que estamos atravesando en la época presente, en que toda experiencia individual e interpersonal se encuentra mediatizada por signos digitales de representación: no vivimos la vida en experiencia con una realidad, sino a través de signos que compartimos, borramos y volvemos a poner en línea para finalmente abandonarnos al final del día, dejando nuestra vida personal casi intacta. En tiempos de realidad digital es necesario preguntarnos, filosóficamente, por la naturaleza de la experiencia, su ámbito de realidad y su simbolización.

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