Rúbricas 12

46 1. Introducción Simone Weil (1909-1943) toda su vida estuvo habitada por un inagotable deseo de verdad y justicia y una gran preocupación por los más desfavorecidos. La filosofía que practica no permanece en el plano intelectual, se trata más bien de una filosofía existencial, entendida como una vocación por encarnar el propio pensamiento en la vida. Y, simultáneamente, como una reflexión sobre lo que la experiencia hace vivir. S. Weil muestra que en una filosofía auténtica el pensamiento y la acción no pueden comprenderse por separado. El pensamiento no puede permanecer en un ámbito puramente especulativo porque se reduciría a “vanas combinaciones de signos”, ni la acción puede permanecer sometida al reino del azar porque se reduciría al “tanteo más ciego” (OL: 92).2 Esto es, el pensamiento orienta la acción, al mismo tiempo que se verifica por la acción. En la perspectiva weiliana, la reflexión y la acción están estrechamente unidas por el hecho de que hay que actuar guiado por el pensamiento y hay que reflexionar en función de una necesidad de acción. La unidad que la autora lleva a cabo entre el plano especulativo y el de la acción la conduce, por una parte, a un fuerte compromiso social y político. A través de este compromiso manifiesta una verdadera preocupación por la condición humana. Esto la lleva a buscar un remedio a los problemas que aquejan a la humanidad y que causan la desdicha humana, como es el caso de la opresión social y la barbarie. Y, por otra parte, su vocación por unir el pensamiento y la vida tiene un profundo vínculo con la intensificación de su experiencia espiritual y su inagotable búsqueda del bien y de la verdad. La unidad entre el pensamiento y la vida, tan íntimamente presente en la filosofía de S. Weil, es poco común en la historia del pensamiento. Por un lado, esta unidad contrasta con el idealismo y el racionalismo para los que el ámbito del pensamiento tiene la primacía sin tomar en cuenta el de la experiencia y la cuestión de la condición humana. Por otro lado, la filosofía, como la concibe S. Weil, se opone al vitalismo que da la primacía a la vida en detrimento de la verdad. La autora propone una filosofía que mantiene un justo equilibrio entre el ámbito del pensamiento y el de la experiencia. Ella busca hacer posible la armonía entre el pensamiento y la vida sin mezclarlos ni confundirlos. Una filosofía vista de esta manera no permanece en una reflexión puramente abstracta y retoma los ideales de la filosofía clásica en tanto que es considerada como 2 La autora decidió utilizar este método de citación. Las citas completas se encuentran al final del texto. una forma de vida. También es considerada como una sabiduría en la que, a partir de un deseo de verdad y bien, el filósofo experimenta una transformación de sí mismo y, finalmente, recibe la inspiración para comprometerse en el mundo, o en sentido platónico, para volver a la “caverna”. El objetivo de este artículo es exponer lo que para S. Weil constituye una filosofía auténtica. Por consiguiente, en un primer momento se verá que la filosofía consiste en unir el pensamiento y la vida, y entraña una transformación del ser. Luego, se abordará la cuestión de la filosofía en tanto que orientación hacia el bien. Y finalmente, se mostrará que una verdadera filosofía conduce a un compromiso con el mundo. 2. La filosofía como reflexión, forma de vida y transformación del ser La reflexión filosófica para ser auténtica debe encarnarse en la experiencia, en esta vida, pues –como subraya S. Weil– tiene “por objeto una manera de vivir, una mejor vida, no en otro lugar, sino en este mundo y enseguida” (OC, IV, 1: 58). Para la autora, la filosofía no consiste en un conjunto abstracto de conocimientos, sino es “[una] cosa exclusivamente en acto y práctica” (OC, VI, 4: 392). Esta afirmación no conduce a un rechazo del ámbito especulativo, S. Weil tiene una concepción integral de la filosofía en la que los ámbitos teórico y práctico se unen y hay una articulación entre el concebir, el sentir y el actuar. De ahí que: […] una filosofía es una cierta manera de concebir el mundo, los hombres y a sí mismo. [Y] una cierta manera de concebir implica una cierta manera de sentir y una cierta manera de actuar […] en todos los instantes, en todas las circunstancias de la vida, las más vulgares como las más dramáticas (OC, VI, 1: 176). Para S. Weil la filosofía es una reflexión sobre los valores y la tarea del filósofo es hacer este tipo de reflexión. Como indica la autora: La noción de valor está en el centro de la filosofía. Toda reflexión que trata sobre la noción de valor, sobre una jerarquía de valores es filosófica; todo esfuerzo de pensamiento que trata sobre un objeto ajeno al valor es, si se le examina de cerca, extraño a la filosofía (OC, IV 1: 54). Sin embargo, no debe entenderse al valor como algo abstracto, si bien es un “objeto del pensamiento”, también tiene relación con el sentimiento y la acción. Para

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