Rúbricas XII Literatura y Filosofía y su relación con otras disciplinas 41 seducción a la fascinación. Caillois analiza la relación del hombre con el juego.20 Convencido de la interdependencia entre los juegos y las culturas, propone una sociología a partir de los primeros. Los tipos de juegos se clasifican en: agon, alea, mimicry, ilinx, que aluden a juegos de competencia, de azar, de representación y de vértigo. Así, Baudrillard reagrupa los juegos entre aquellos que componen el universo cálido, donde predomina el deseo, la pasión y la seducción; y los que son fríos, en los cuales reinan el éxtasis, la fascinación, la obscenidad y la comunicación. Precisamente en este antagonismo se encuentra la discusión entre lo erótico y lo pornográfico, es decir, lo que se nos revela, oscilante, a partir de la mirada que se acerca, frente a lo que se estrella ante los ojos inevitablemente. Según Baudrillard, “la tendencia de toda nuestra cultura nos llevaría de una desaparición de las formas expresivas y competitivas a una ampliación de las formas del azar y el vértigo”.21 Retomando ilinx, la caracterización que Caillois hace es significativa para la sociedad que nos ocupa, en donde el narcisismo parece el centro de la Historia: Girando rápidamente sobre sí mismo, todo niño conoce también el modo de llegar a un estado centrífugo de huida y de escape, en que el cuerpo tiene dificultad en recobrar su equilibrio y la percepción, su claridad.22 20 Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo: 43-58. 21 El otro por sí mismo: 21. 22 Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo: 60. En la afición por el vértigo, se busca la total positividad a costa del equilibrio mental o emocional, que antes de recuperarse del todo, se vuelve a poner en juego. Para Baudrillard, el universo de lo frío, azar y éxtasis está vinculado con la experiencia de las drogas. Chul-Han también aborda el tema en La sociedad del cansancio. Para el primer autor, las drogas son fuente de energía para el rendimiento; para el segundo se convierten en un sucedáneo de placer. En ambos casos, llevan al individuo a vivir una vida fuera de sí, alterando la conciencia que precisa acomodar y dar sentido a la vivencia, acelerando aún más, el ciclo de la agitación y desasosiego. Paradójicamente se busca la huida de sí mismo, pero el miedo de lograrlo urge la necesidad de afirmar la propia identidad. Con ello, la sexualidad se relega a un segundo plano como una forma de trascendencia incluso lujosa, de despilfarro de la existencia, mientras que la urgencia absoluta consiste simplemente en verificar dicha existencia.23 Para abonar en la discusión sobre la distinción entre lo erótico y lo pornográfico, en su carácter de místico y profano desde el campo de la estética, La salvación de lo bello24 brinda elementos de análisis. Afirma: “Lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual”.25 Da 23 Baudrillard, El otro por sí mismo: 26. 24 Byung-Chul Han. 25 Ibíd.: 8. La sociedad del cansancio - Byung-Chul Han en Seúl/Berlín
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