Rúbricas 12

26 caradamente por la misma proposición cultural. El arte y su característica ficcional será tema en boga por el cual tanto la literatura, la pintura y todas la denominadas “artes” puedan entablar una abierta conversación con el hombre y su manera de proceder en su existencia. Lo anterior lo explica Madame de Stäel, haciendo referencia a la ficción: “el dominio de las ficciones, al igual que el de la imaginación, es, por tanto, muy amplio: se sirve de las pasiones lejos de verlas como obstáculos”.7 Los motivos de la creación artística se llenan de significaciones individuales y colectivas y las obras se crean con el propósito de llegar al individuo en su máxima sinceridad y afectación; la consolidación del concepto de “arte” y sus manifestaciones se vuelven un método infalible para que el ser humano comience a acercarse a interpretaciones estéticas del mundo. El discurso formado alrededor de esta nueva rama del saber se refuerza en la época del Romanticismo y con el catálogo de sus expositores, quienes, precisamente, a través de diversas obras artísticas –con especial enfoque en lo literario y lo pictórico– plasman el cataclismo de las pasiones. Las llamadas “teorías” de la literatura y la pintura, y sus respectivos tratados, comienzan a rendir cuentas frente a quienes estudiaban esta rama titulada “estética”, no de manera exclusivamente 7 De Staël, Madame. (2010). “La teoría de la novela en el Ensayo sobre las ficciones de Madame Stäel (ordenado y dispuesto para imprenta por María José Rodríguez León)”, en Analecta malacitana, vol. 33, núm. 1: 175. literaria, sino en todo hecho que apuntara a la presentación de lo “artístico”. La promoción de las artes a partir de su definición evolucionó al grado de convertirse en un aliciente para la construcción de la persona crítica y sensible. Una vez que la posmodernidad comenzó con el quiebre de la tradición, la confrontación del intelecto y, por supuesto, la inexorable postura del sinsentido de la vida y su afán de conocimiento, las categorías estéticas, los géneros entre las bellas artes y, por ende, sus manifestaciones específicas, colocaron sobre la mesa diversas posiciones que supusieron de la experiencia estética una unidad y no un conjunto fragmentado de disciplinas. Friedrich Schiller, en sus Cartas sobre la educación estética del hombre, menciona que: “es por la belleza por donde uno va hacia la libertad”8 y con ello postula la teoría de la incursión estética que debería tener la polis y la organización de un Estado que pretende dar cabida a la promoción de las artes como factor de civilización. Por lo tanto, el cuidado de la sensibilidad humana a cargo de las manifestaciones artísticas, dará pie a discernir cómo es que el conjunto de las artes y los fenómenos que éstas desenvuelven en la persona humana son una manera óptima de recreación. 8 Friedrich. (2016). Cartas sobre la educación estética del hombre. (Trad. de Martín Zubiria). Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo: 59. Uno de los primeros en ocuparse del sincretismo de las artes fue Lessing con su principal obra, Laocoonte

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