Rúbricas 12

24 Introducción Así es el pincel dual, el que se usa para escribir el código mental que llamamos lengua y el que traza la silueta del objeto evocado. Pinta y escribe. Los materiales de hoy permiten ambas funciones. Se dibuja y se escribe con una pluma como con una laptop. Tanto la literatura como la pintura tienen su génesis en los inicios del homo sapiens y su manejo de abstracción de su lenguaje, la representación de su realidad. Se entrará en contacto con el dilema de las fronteras de la literatura y la pintura, las cuales se han valido a partir de sus semejanzas por la capacidad descriptiva, la de presentar imágenes sensibles al humano que las recibe y las aprecia. De este extenso debate, encontraremos la aparición de la écfrasis como el punto de unión entre ambas, que las homogeniza y podría conferirles las mismas propiedades. En este ensayo se intenta reconfigurar la relación plástico-visual con algunos supuestos de la teoría literaria y viceversa: la impresión intrínseca del arte pictórico en lo literario. Esta unión será vista como método indispensable para llevar al ser humano a la esencia primera del arte: la representación de su realidad interna para aprender a comprender, apreciar y trasformar la que está frente a nuestros ojos. La exposición comenzará con una aproximación histórica del conocimiento obtenido a través de los conceptos de la imagen y la palabra, para después encontrar una episteme consolidada que dará pie a la creación de la estética como parteaguas en la definición de las artes. Seguido de esto, las fronteras de las artes serán la discusión del problema moderno por un concepto teórico de las mismas y la eterna batalla por establecer sus límites. Un estudio sobre la écfrasis permitirá conjugar la práctica literaria y pictórica como un nicho potencial de creatividad para el estudio y la reproducción de ambas. Por último, la incursión práctica de las artes literarias y pictóricas como incentivo social aportará a este estudio una visión sobre la urgencia por impulsar el interés de la comunidad humana donde estamos insertos y propiciar un espacio donde se lleve a cabo la sensibilidad de conjugar las dos artes como si fueran una sola. De ahí la analogía que se juega con el título del presente ensayo: dos caras de una moneda, un pincel capaz de escribir y pintar la capacidad descriptiva del hombre frente a su realidad, al tiempo de hacer notar el urgente deber del arte para seguir los estratos de la estética como parte primordial de la formación del hombre. El conocimiento de la palabra y la imagen De la mano de las investigaciones de Frances A. Yates en su libro El Arte de la Memoria, ahondamos en la concepción de la palabra y la imagen en la antigüedad. Yates encuentra que: “fuentes clásicas describen técnicas internas que dependen de impresiones visuales de extraordinaria intensidad”,2 y a partir de ello se consuma gran parte del pensamiento clásico que hoy seguimos referenciando. De acuerdo con esto, la experiencia del contacto con la naturaleza era el primer móvil de la Antigüedad para establecer conocimiento. Con la anécdota del poeta Simónides se crea 2 Yates, Frances A. (2005). El arte de la memoria. (Trad. de Ignacio Gómez de Liaño). Madrid: Siruela: 19. la mnemotecnia y se postulan las bases de “la manipulación de imágenes en la memoria [que] ha de involucrar en cierta medida, a la psique como un todo”.3 Para Yates, la cultura helénica sistematizará el proceso de sacar la asociación de la cosa externa –la res– con la mental –el cogito– y así se definirá a las imágenes como “marcas o simulacros –formae, notae, simulacra– de lo que deseamos recordar”.4 ¿Cuál sería el destino de este nuevo arte de componer las imágenes y la importancia de tenerlas presentes en el conocimiento de la naturaleza? Mientras que la pintura era un mero oficio artesanal en pro de generar productos de carácter práctico, dedicado a la contemplación de la divinidad, los primeros atisbos 3 Ibídem: 9. 4 Ibíd.: 22.

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