Rúbricas 12

108 Ambos pensadores comparten un escepticismo ante la razón como fundamento que pueda expresar la realidad de manera completa. En Lovecraft dicha situación se encuentra en el acercamiento a la locura mientras más se conoce, poniendo en evidencia el aspecto inconmensurable del conocimiento. En Nietzsche esto puede quedar expresado en su división del arte griego entre lo apolíneo y lo dionisiaco, lo que representa, según Nietzsche, el espectro de la expresión humana en tanto que uno significa su intención de dominio sobre el mundo de manera racional, mientras que el otro expresa el aspecto desenfrenado, bello e irracional de la vida. Ambos aspectos no son pensados como polos contrapuestos, sino como parte de una unidad cíclica en la que el ser humano se encuentra. Nietzsche, al igual que Lovecraft, manifiesta un cierto pesimismo ante la situación de vida en que el ser humano se encuentra. En Nietzsche eso queda explicado desde una decadencia cultural. Posteriormente, en su obra adulta propondrá un escape de esa condición por medio de la transformación de los valores y del ser humano. El hombre tendría que usar el arte como un elemento que señale la lucha interna por superarse a sí mismo y convertirse, de facto, en el ideal que se tiene sobre el mismo hombre. De manera artística, las expresiones consiguen un carácter heroico en el que se busca explotar el contraste a favor del ser humano. El pesimismo de Lovecraft parte, por otro lado, en saberse insignificante en comparación con la bastedad del cosmos. Esta sensación crece en sus personajes conforme conocen más. En su literatura poco se podría hablar sobre un cambio de condición, pues no sólo se enfrenta a la autosuperación, sino también a la superación de razas a las que a sus ojos no somos otra cosa que simios con ropa. Nos llamó la atención ver, en algunos de los relieves más tardíos y decadentes, un mamífero primitivo de andares vacilantes, utilizado a veces por los que vivían en tierra como comida y otras como un bufón gracioso, cuyos rasgos vagamente simiescos y prehumanos eran indudables.10 En Lovecraft la negación del cambio humano se encuentra estrechamente ligada al contraste con las otras especies, situando así al hombre siempre por debajo de ellas. En el capítulo diez de Las montañas de la locura se acepta la posibilidad de que la cultura de dichas razas también vaya en debacle, sin embargo, no se niega que su arte degenerado sea más complejo que el nuestro. En conclusión, puede decirse que en Lovecraft no cabe el espacio de una transvaloración para no poder potencia en la ambientación. Howard Philip esquiva así uno de los errores de las generaciones románticas anteriores, que era la predilección del humano sobre el monstruo. Ese cambio, en esta medida, hace de sus villanos algo memorable, pues no son piñatas a las que se le buscan destrozar, sino personajes autónomos que muchas veces suelen tener una cultura más desarrollada que la humana. 10 H.P. Lovecraft. Las montañas de la locura. Capítulo VII. Referencias Ghodrati, Negin (2013). The Creation, Evolution and Aftermath of Lovecraftian Horror. Oslo: University of Oslo. Gómez Alonso, Modesto (2012). “H. P. Lovecraft: creencia estética y asentimiento intelectual”. Taula, quaderns de pensament: 141-152. Guarde Paz, César (2006). “Edición crítica de Nietzscheanismo y realismo de H.P Lovecraft”. Dilema. Revista de Filosofía: 5-18. Hull, Thomas (2006). “H.P. Lovecraft: a Horror in Higher Dimensions”. Math Horizons: 10-12. Lovecraft, Howard Philip (2017). El terror en la literatura. Austral. Digital. _____. Las montañas de la locura (2014). Digital. _____. Narrativa completa (2006). Volumen I. España: Valdemar. Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Alianza editorial, n.d. Digital. Peterson, Jordan Bernt (1999). Maps of meaning. Grappling with Fear. Vallejo Picado, Alba (2013). “Los mitos de Lovecraft”. I Congreso sobre arte, literatura y cultura gótica urbana. España: Universidad Autónoma de Madrid: 151-160. En Lovecraft la negación del cambio humano se encuentra estrechamente ligada al contraste con las otras especies, situando así al hombre siempre por debajo de ellas

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