Rúbricas XII Literatura y Filosofía y su relación con otras disciplinas 107 sobreexplotados hacen del inicio del género un modelo que rápidamente se agotó. Dentro de los inicios también se encuentran Anna Laetitia Barbauld, Sophia Lee y Charles Brockden Brown. En general, aquello que Lovecraft le achaca como mayor desacierto a este periodo no se encuentra en la repetición de su estructura narrativa, sino en la manera en que los narradores solían naturalizar la fuente fantástica a manera de intentar explicarla. Este tipo de explicaciones hacen del horror un elemento pasajero, como si se tratase de una máscara cuyo único objetivo es ocultar la verdadera identidad del villano. Para Lovecraft, la cumbre de la escritura gótica se alcanza con Charles Maturin, en Melmoth y en Matthew Lewis, con El monje. Ambas causaron cierta controversia por su crudeza en las situaciones retratadas. Es bastante representativo que Balzac haya escrito una continuación en la que Melmoth encuentra una especie de reconciliación. La obra posteriormente fue reconocida por autores como Baudelaire. En cambio, El monje recibió reconocimiento por Lord Byron y el Marqués de Sade. A la vez que se negaban sus adaptaciones por inmorales, como le sucedió a Verdi, a quien no se le permitió hacer una adaptación de la obra por la dureza de su temática. De la siguiente generación de literatura gótica, Lovecraft resalta su implementación de temáticas orientales, al igual que su especial cuidado en la construcción psicológica de los personajes. Entre estos escritores están Mary Shelly, Walter Scott, Arthur Conan Doyle y H.G. Wells. Sobre ellos Howard Philip acepta sus increíbles construcciones de personajes, aunque termina por admitir que, incluso en estas narraciones, hay atisbos de preferencia del hombre sobre el monstruo. Por último, entre los escritores contemporáneos ubica a Edgar Allan Poe, Arthur Machen, Algernon Blackwood, al barón de Dunsany y a Montague Rhodes James. A sus obras las describe con un alto valor estilístico, además de actualizar elementos cuyo estereotipo se encontraba ya desvirtuado por desgaste, como es el caso del uso de fantasmas. Lovecraft, como buen estudioso, retoma ciertos elementos que la tradición gótica había considerado durante su trayectoria artística. Entre éstos se encuentra el uso de referencias orientales y un cuidado en la construcción psicológica del personaje principal. De sus contemporáneos consigue una chispa similar para presentar ciertas novedades para el género. Teniendo esos elementos en cuenta, puede decirse que en Las montañas de la locura se encuentra un diálogo con la tradición gótica a la vez que se identifican características propias de Lovecraft. Por ejemplo, salta a la vista el intento por racionalizar la situación que el personaje principal ha vivido. En el inicio, él asegura que no se hubiese animado a hacer pública esa información de no ser por el intento de retomar las investigaciones en el mismo lugar de la tragedia. Dicha peripecia narrativa recuerda mucho el estilo de Edgar Allan Poe. Además, la referencia que hace Lovecraft a La narración de Arthur Gordon Pym, del autor estadounidense, es un claro guiño a la influencia de su literatura. Otro elemento que retoma de la tradición gótica es el uso de referencias orientales, que en este caso lo actualiza al combinarlo con su propia mitología. Lovecraft, al igual que Borges, incorporan a sus textos falsas referencias a textos inexistentes, cuyo valor se encuentra en reforzar la verosimilitud que quien narra es, en efecto, un académico y que la persona está instruida en el tema: Aquellas escenas me recordaron los extraños y turbadores cuadros asiáticos de Nikolái Roerich, y las aún más extrañas y turbadoras descripciones de la maligna y fabulosa meseta de Leng que aparecen en el temido Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred. Luego tuve ocasión de lamentar haber hojeado aquel libro monstruoso en la biblioteca de la facultad.8 La referencia a Nikolái Roerich cumple una función de verosimilitud por compartir con el narrador la profesión de geología, a la vez de entregar por medio de su pintura una representación visual del espacio descrito por Lovecraft. El Necronomicón será una referencia constante cuando se describa a los antiguos, las creaturas congeladas que encuentran, para dar a entender que aquellos monstruos no forman parte de una nueva amenaza, sino de una vieja amenaza desconocida para muchos. Este elemento es fundamental para entender el sentido del terror en Lovecraft, el cual se encuentra enteramente ligado al conocimiento. El conocimiento tiene en Lovecraft la forma más excelsa de catársis [sic]: es, en primer lugar, la única razón para no renunciar a la existencia, pero es, a su vez, precisamente, la razón que conduce al abandono de la misma.9 Esta paradoja expresa el sentido profundo de la contradicción planteada en la literatura de Howard Philip, quien se da cuenta de que las cosas por las qué vivir, muchas veces nos terminan matando. Tal aspecto irracional de la vida fue planteado de manera similar por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. 8 H.P. Lovecraft. Las montañas de la locura. Capítulo I. 9 César Guarde Paz. Edición crítica de Nietzscheanismo y realismo de H.P. Lovecraft: 11.
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