Rúbricas 12

104 se encuentra en contemplar aquello que nos horroriza en vez de hacernos correr automáticamente en sentido opuesto. Jordan B. Peterson explica este comportamiento como un mecanismo de supervivencia por parte de los mamíferos para no ignorar las fuentes de peligro. Bajo esta teoría, el magnetismo causado por aquello que nos causa horror es una manera para nuestro cerebro de mantenernos alerta y no olvidar que estamos bajo la presencia de algo que nos amenaza.4 A primera vista, parece paradójico el acto voluntario de autoinfundirse terror por medio del arte, entendiendo a esta sensación como algo adverso y poco deseable. Sin embargo, también habría que admitir que es en el arte donde se manifiesta de manera especial, en tanto que, al ser un acto representativo de la verdadera fuente de terror, el espectador se encuentra alejado de la causa verdadera de amenaza. Además, posiblemente, el terror en la obra artística es un acto más estético de lo que realmente sería en la realidad, ya que en el arte se tiene la posibilidad de componer situaciones poco posibles pero verosímiles. En el arte, la realidad queda trastocada para privilegiar a la sensación, por lo que puede exagerarse un elemento que, de otra manera, quizá no sería considerado en cuenta. Buscar el horror fuera del arte, en cambio, puede ser un acto intrépido, que a la vez de peligroso resulta innecesario para su disfrute. Incluso, puede argumentarse que lidiar con las consecuencias de envolverse en una situación así pueden hacer de la experiencia un acto traumático en vez de una situación estética. En contra, podría argumentarse que la experiencia artística es inauténtica en tanto que su relación con el objeto es de representación. Bajo este sentido se buscaría desacreditar al arte por considerarlo falso, ausente de las verdaderas características de los objetos que trata de imitar. Habría varias formas de responder a ese cuestionamiento filosófico, tanto argumentos a favor como en contra. Por disposición 4 Cfr. Jordan B. Peterson. Maps of meaning 5. Grappling with fear. afectiva se responderá aquí a esa cuestión desde la fenomenología. Para ello, cabría reformular la pregunta no ya desde la realidad del objeto, sino desde la experiencia del sujeto sobre su mundo. Para poner un ejemplo, en un asalto en el que se usa un arma de juguete en vez de una verdadera, si la persona a la que le sucede el atraco no llega a percibir la diferencia recordará la experiencia como un asunto de vida o muerte, mientras que de hecho su vida nunca estuvo en peligro. Teniendo ese ejemplo en mente puede pensarse lo mismo del arte en relación con el horror, por lo que es más importante la forma en que el individuo experimenta a través de la obra que su validez como hecho. Por esa razón sería interesante centrar el diálogo en identificar las técnicas que logran mejor dicho cometido de las que no lo consiguen. Incluso, sería necesario reflexionar en las diferencias que se encuentran en cada formato, pues no es lo mismo causar horror cuando sólo se cuenta con la vista que cuando se puede utilizar sonido o incluso el tacto. Para fines de este trabajo, sólo cabe mencionar que mientras más sentidos se encuentran relacionados en la recepción de la obra es más sencillo para el espectador sentirse inmerso en el ambiente. A su vez, mientras más sentidos se hallan involucrados se tiene la desventaja de encontrar con mayor facilidad un elemento que descuadre con el sentimiento de verosimilitud. La literatura, a pesar de ser un arte percibido por la visión, está más relacionada con el lenguaje. Siendo su límite el lenguaje, se ve mediada por la expresión lingüística, la cual en ciertas líneas filosóficas tiende a asimilarse con los mismos límites del sentido. La desventaja consiste en que es un tipo de arte que, en gran medida, depende de la imaginación y entendimiento del sujeto, por lo que no es fácil hablar de una experiencia homogénea ante una misma obra. Sin embargo, esto no significa caer en un subjetivismo en donde no se pueda mencionar característica alguna sobre el tipo de experiencia que una persona tiene, aunque para ello habría que identificar claramente los elementos narrativos relacionados con la atmósfera. La paradoja del horror Se encuentra en contemplar aquello que nos horroriza en vez de hacernos correr automáticamente en sentido opuesto. Jordan B. Peterson explica este comportamiento como un mecanismo de supervivencia por parte de los mamíferos para no ignorar las fuentes de peligro. El magnetismo causado por aquello que nos causa horror es una manera para nuestro cerebro de mantenernos alerta y no olvidar que estamos bajo la presencia de algo que nos amenaza.

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