68 Una persona arroja su teléfono celular en medio del enojo. Éste se rompe y sus padres se niegan a comprarle otro. El enojo insano daña tus relaciones, especialmente aquellas que tienes con las personas que amas. Cuando el enojo es intenso e incontrolable, el individuo actúa sin ver las consecuencias de sus acciones. Preso de la furia podría insultar o golpear a alguien, incluyendo a su pareja, a otros miembros de la familia, objetos o animales. Cuando te enojas, tengas razón o no, provocas distancia con quien te enojaste. Si le dejas de hablar por unos minutos o media hora, eso por sí solo no es problema. El problema surge si le dejas de hablar de manera frecuente y duradera. Si tu única solución es aplicar “la ley del hielo” cada tercer día y por varias horas o días en cada enojo, entonces dañarás la relación. El resultado es vivir con rencor, con “cuentas pendientes” y sin perdonar. Si se trata de alguien que amas, aportarás más hostilidad que cariño. La relación amorosa se convertirá en indiferencia y posiblemente en odio y repugnancia. Esto es lamentable en las relaciones entre hermanos y padres e hijos. Además, los enojos frecuentes tienen consecuencias negativas en las personas que “reciben” el enojo, incluyendo a los niños o los hijos. Se enferman con mayor frecuencia, están irritables, y reaccionan con agresividad. Como resultado, emergen sentimientos de soledad en los individuos. El patrón negativo puede transferirse a las actividades laborales o escolares, donde nadie desea una relación cercana con la persona que se enoja fácilmente. El enojo insano impide el futuro que aspiras. Usualmente, las personas tienen planes positivos. Por ejemplo, ser felices en sus trabajos, con sus amigos o con su familia. Cualquiera que sea el plan, incluye la felicidad actual y emociones positivas en el futuro. El enojo insano puede bloquear tus metas. El enojo intenso daña tu presente y futuro porque obstruye lograr tus objetivos. Por ejemplo, tu presente y futuro financiero están amenazados si, debido a tu enojo excesivo, te descienden de puesto o te echan del trabajo. Los planes de concluir tus estudios podrían fracasar si por tu impulsividad tienes conflictos con las autoridades escolares, lo cual puede resultar en expulsión. Piénsalo un instante, ¿tus enojos han impedido alcanzar tus metas? Quizá es difícil responder porque no estamos acostumbrados a observar las consecuencias a largo plazo de nuestras reacciones de enojo. Pero una solución indirecta es mirar tu pasado. ¿Tu enojo te ha hecho perder algo que ahora te gustaría tener? Si es así, entonces tu enojo podría ser un riesgo para obtener aquello que quieres. No dejes que tu enojo decida tus logros. Más bien, tú decide qué quieres, basado en tus planes a largo plazo, y no en tu enojo descontrolado. El enojo sano A diferencia del enojo insano, el sano es útil para detectar injusticias, resolver problemas y cumplir metas positivas a largo plazo. El enojo sano tiene una intensidad controlable que nos activa para encontrar soluciones de forma constructiva. Las soluciones consideran tu punto de vista y, al mismo tiempo, el punto de vista de otros individuos. En el marco del enojo sano, construyes soluciones para cuidar de ti y lo que quieres, mientras que también cuidas de las personas que amas, propiciando el diálogo o alternativas que satisfagan ambas partes. No se trata de que una persona esté bien y otra mal, podría ser sólo un desacuerdo o diferentes perspectivas. Una persona no es idéntica a otra. Si los humanos son tan complejos y diversos, ¿cómo se puede esperar una perspectiva única y correcta? Más bien, podemos esperar que dos personas que se aman cuiden su relación. El amor a sí mismo y el amor a los otros son el requisito para la sana convivencia, incluso cuando surgen desacuerdos. ¿La mayoría de tus enojos son sanos o insanos? Tal vez puedas darte una idea con lo expuesto anteriormente. Si no estás seguro de cómo son tus enojos, aquí hay unas pistas. Tendrías que responder estas preguntas: ¿qué dice de ti la mayoría de la gente que te conoce? ¿Dicen que eres muy enojón? ¿Tu mamá, papá o pareja dirían que te enojas fácilmente? Si la mayoría de la gente que trata contigo considera que eres enojón, quizá debas pensar por qué dicen eso de ti. ¿Será posible que todos estén equivocados?, ¿tienen algo de razón? Las preguntas esenciales son: ¿te enojas fácilmente ante varias situaciones?, ¿te consideras víctima de injusticias constantes? Otra forma de saber cómo es tu enojo es compararlo con el de la mayoría de las personas, incluso con aquéllas ecuánimes. Supongamos que estás en la fila para pagar en un centro comercial. Luego, alguien se mete dos lugares delante de ti. ¿Reaccionas excediendo lo que haría la mayoría de la gente?, ¿qué harían otros en tu lugar?, ¿cómo manejaría el problema alguien que resuelve conflictos de manera justa y positiva? Si casi siempre tus enojos, en definitiva, rebasan lo que harían los demás, tal vez encuentres más problemas que soluciones. Quizá insultas o guardas rencor ante injusticias que deben resolverse, pero no ameritan que explotes o te amargues. Si te enojas fácil y rápido (“mecha corta”, como dirían algunos) tal vez vives con enojos insanos. Algunas personas dicen: “me enojo, pero siempre es por alguna razón”. Aun así, aunque tengas la razón, los enojos frecuentes, intensos y duraderos podrían causarte más problemas que soluciones. Enojarse: ¿cuándo es insano y cómo resolverlo?
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