Rúbricas XI Ciencias de la Salud en la Ibero Puebla 59 b. Abuso físico. La asociación entre abuso físico y suicidio reportada en estudios de autopsia psicológica empleando casos y controles (Brent et al., 1999) se ha replicado en estudios longitudinales prospectivos (Brown et al., 1999). Johnson y cols. (2002) señalan que los niños que han sido abusados físicamente pueden presentar dificultades en el desarrollo de las habilidades sociales necesarias para relaciones interpersonales saludables. Esto, a su vez, conduciría al aislamiento social y/o a interacciones antagonistas con otros y, por ende, se situán en un riesgo mayor de conducta suicida. c. Abuso sexual. Se encuentra significativamente asociado con un riesgo mayor de conducta suicida en la adolescencia (Fergusson et al., 1996; Silverman et al., 1996). Dado que el abuso sexual infantil se ha relacionado con otros factores de riesgo documentados para el suicidio (p. ej., abuso parental de sustancias), se hace necesaria la evaluación de tales factores. Fergusson y cols. (1996) encontraron que la asociación entre abuso sexual infantil y suicidalidad, después de controlar un amplio rango de factores potencialmente confusores, se reducía considerablemente, pero no desaparecía (sugiriendo así que el riesgo aumentado de suicidio por abuso sexual puede ser parcialmente, mas no por completo, explicado por otros factores). Cuarta dimensión: factores socioambientales a. Nivel socioeconómico. Los estudios sugieren que la adversidad socioeconómica no tiene efectos o presenta un efecto muy pequeño sobre el fenómeno suicida (Brent et al., 1988). Específicamente, Agerbo y cols. (2002) señalan que el efecto de la adversidad socioeconómica disminuye después del ajuste por historia familiar de enfermedad mental o suicidio. Gould y cols. (1996) encontraron que para las víctimas de suicidio de raza blanca o para los latinos no se presentan efectos por el bajo nivel socioeconómico. No obstante, Rehkopf y Buka (2005) hablan de tasas menores de suicidio en áreas socioeconómicas altas, y hacen notar que los recursos preventivos deberían orientarse hacia aquellas áreas de alta marginación o pobreza, así como alto desempleo. b. Problemas en la escuela y el trabajo. Las dificultades escolares, no trabajar o no estar en la escuela, o no tener planes para ir a la universidad representan riesgos importantes para la muerte por suicidio (Gould et al., 1996). Beautrais y cols. (1996) reportaron que aquellos adolescentes que habían tenido un intento de suicidio serio tenían mayor probabilidad de desertar de la escuela o de no ir a la universidad. c. Contagio/imitación. Gould y cols. (2003) señalan que se continúa amasando la evidencia de estudios sobre suicidios en grupo o colectivos al igual que el impacto de los medios. Varias investigaciones señalan la relevancia de suicidios en grupo en adolescentes y adultos jóvenes, definidos por factores temporal-espaciales (Brent et al., 1989; Gould et al., 1994). Desde 1990, el efecto de los medios de comunicación sobre las tasas de suicidio se ha documentado en otros países además de Estados Unidos, incluyendo Australia (véase p. ej., Hassan, 1995), Austria (véase p. ej., Etzersdorfer et al., 1992), Alemania (véase p. ej., Jonas, 1992), Hungría (véase p. ej., Fekete y Macsai, 1990), y Japón (Ishii, 1991). III. Factores protectores La identificación de factores protectores potencia el esfuerzo de la prevención ya que éstos, al interactuar con los factores de riesgo, minimizan el trastorno emocional directamente, ya sea porque disminuyen el nivel del trastorno o porLos estudios sugieren que la adversidad socioeconómica no tiene efectos o presenta un efecto muy pequeño sobre el fenómeno suicida. Específicamente, Agerbo y cols. señalan que el efecto de la adversidad socioeconómica disminuye después del ajuste por historia familiar de enfermedad mental o suicidio.
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