Rúbricas XI Ciencias de la Salud en la Ibero Puebla 41 Resumen El presente trabajo atiende a la discapacidad visual como una de las causas que pueden desencadenar en depresión, identificando los aspectos negativos implícitos que podrían generar repercusiones emocionales vinculadas a los cuadros depresivos. Para el sustento teórico de este trabajo se empleó la teoría de la indefensión aprendida de Seligman (1942), para abordar de mejor manera el aspecto emocional en personas con debilidad visual que recaen en este trastorno afectivo. Se hizo uso también de datos estadísticos para identificar la prevalencia de ambos aspectos y reconocer la importancia del tema por su densidad. Una segunda intención de este trabajo es conocer los elementos y actitudes que han desarrollado ciertas personas con discapacidad visual para adaptarse a la nueva situación y seguir activos en su entorno, con la finalidad de desarrollar marcos de referencia para prevenir la depresión. Palabras clave: discapacidad visual, depresión, adolescentes, adaptación, prevención. Planteamiento del problema Atender las causas de la depresión resulta importante al buscar un tratamiento preventivo y de acción para aquellos que se encuentran propensos a caer en un cuadro depresivo cuando una enfermedad repentina y prevalente recae sobre ellos y tienen que enfrentarse con todos los tratamientos implícitos en ésta. En los años recientes la depresión ha sido catalogada como uno de los problemas que más sufrimiento causa y que en distintos grados afecta a un porcentaje muy alto de la población sin diferencia de género, edad y nivel socioeconómico (Arrivillaga, Cortés, Goicochea y Lozano, 2003). En 2015, la Organización Mundial de la Salud dio a conocer un estudio sobre la depresión, realizado en el ámbito mundial; en él se expuso que aproximadamente 350 millones de personas en el mundo padecen esta enfermedad, que afecta principalmente a las mujeres (OMS, 2016). Los datos recogidos por diferentes instituciones de salud, como el Ministerio Mundial de la Salud (España), refiriéndose a estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (2015) sobre la prevalencia global de los trastornos mentales en el contexto mundial, revelan que aproximadamente 851 millones de personas sufren de este tipo de trastornos, dentro de los cuales se incluye la depresión como trastorno afectivo (OMS, 2015). En este sentido, los problemas de salud mental constituyen alrededor de 15% de la carga mundial de enfermedad. También se señala, a través de los datos del Banco Mundial, que la depresión mayor representa un importante problema de salud mental, ya que se estima que para el año 2020 será la segunda causa de carga de enfermedad en el mundo, después de la enfermedad isquémica cardiaca, representando el 3.4% de la carga total de enfermedad (Pardo, Sandoval y Umbarila, 2004). Según datos de la Primera Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia (2008), las entidades mexicanas con mayores índices de depresión entre su población juvenil son: Veracruz, 60.6%; Puebla, 60.3%; el Estado de México, 60% y Oaxaca, 59.4% (La Jornada, 2016); estos porcentajes nos indican que Puebla ocupa el segundo lugar en la República mexicana con más altos índices de depresión en su población adolescente. Óscar Sánchez Guerrero, miembro de la Academia Mexicana de Pediatría (AMP) (La Jornada de Oriente, 2010), afirma que Puebla ocupa el sexto lugar en cuanto a una alta idea suicida en la población señalada. En su texto “Depresión en la adolescencia”, el psiquiatra refirió que de acuerdo con la Primera Encuesta Nacional de Exclusión, Intolerancia y Violencia (2008), realizada en bachilleratos públicos, seis de cada diez poblanos de entre 15 y 19 años padecen depresión, y quince de cada cien han pensado en quitarse la vida (Ibíd., 2010).
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