Rúbricas 11

34 algunos factores de vulnerabilidad con los migrantes varones, como su clase, etnia, origen territorial, edad, ellas sufren otro factor más de vulnerabilidad: el de las relaciones de poder basadas en el género. Lexartza et al. consideran: “El cuerpo de las mujeres es considerado en sí mismo como botín y se transa la violencia sexual sistemática a cambio de la vida” (43). Los hombres son amenazados con armas y las mujeres sufren violencia sexual. Esta violencia es ejercida contra las mujeres tanto por autoridades, por integrantes de las redes de crimen organizado, por los tratantes, como por otros hombres migrantes. Por otro lado, todas las mujeres enfrentan el riesgo de la violencia sexual independientemente de su edad o condición (Chaves y Lexartza, 2011, citados por Lexartza et al., s.f: 38). Educación: deuda con las personas La trata de personas no es un problema aislado, sino que va entretejiendo diversos problemas sociales que propician que alguien sea víctima de ésta. La falta de educación propicia la vulnerabilidad de las personas. La educación se entiende como: […] Un proceso continuo, que prosigue durante toda la vida, con el propósito de que toda persona pueda mantenerse actualizada respecto a las transformaciones poblacionales, económicas, políticas, tecnológicas, científicas, artísticas, socioculturales y ambientales de nuestro mundo; logrando el máximo desarrollo individual y social que les sea posible, y englobando todo tipo de experiencias y actividades […] (Ferrer et al., 2013: 517). La educación es la herramienta fundamental por la que el ser humano está en contacto con lo que lo rodea; presupone una visión del mundo, en la que se tiene una determinada concepción del futuro e, incluso, la manera de satisfacer las necesidades humanas, lo que le permite asegurarse a sí mismo y a su contexto más cercano, a través del cual se van formando sujetos, no objetos, como cuando se cosifica a la persona dejando de lado su dignidad. Existen mayores probabilidades de ser vulnerable a ser víctima de trata, cuando se vive en entornos de protección fracturados, en los que ni las instituciones del Estado, ni la comunidad, ni las familias pueden ofrecer garantías mínimas para evitar la violación del derecho al libre desarrollo de la personalidad. De esta forma, si bien la mayoría de los países con mayor incidencia de trata de personas son aquellos con mayores carencias sociales, hay factores que, cuando se presentan simultáneamente, agudizan la vulnerabilidad de las personas (López, 2010). En este sentido, la falta de educación representa un gran problema. De acuerdo con el Diagnóstico sobre la Asistencia a Víctimas en México (2011), donde se menciona el grado de escolaridad de las víctimas –sólo se registró en la mitad de los expedientes–, resalta el hecho de que estas personas no alcanzaban, en la mayoría de los casos, niveles altos de estudios: analfabetas en algo más del 10% de los casos mencionados, mientras que menos de 40% sólo sabía leer y escribir; en cuanto al porcentaje restante, había cursado hasta el tercer año de primaria; por otro lado, aunque en menor medida, se registraron casos en los que la víctima realizó estudios de secundaria, bachillerato e incluso técnicos o universitarios. El indicador sobre la deserción escolar es de vital importancia, pues una vez más, las niñas y niños que desertan o que tienen los más bajos niveles de rendimiento escolar, son mayoritariamente quienes viven en condiciones de pobreza, alta marginación, violencia familiar y bajo capital cultural familiar. Para el nivel de educación secundaria la tasa de deserción promedio en el país fue de 7.4%, registrándose los indicadores más altos en los estados de Guerrero, Michoacán y Jalisco (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2009: 52). También las tasas de inasistencia escolar en México son muy elevadas. Esto implica que los menores de edad estén fuera de las escuelas, situación que los hace vulnerables a ser víctimas de trata o, incluso, que los utilicen para cometer algún delito. A menor grado de escolaridad, menor cantidad de ingresos monetarios obtiene una persona a lo largo de la vida, por lo tanto, posee mayor vulnerabilidad y riesgo de caer en la pobreza y, por ende, experimenta circunstancias de exclusión, desigualdad económica y social. Estudios realizados años atrás, así como los perfiles elaborados por distintas instituciones, señalan que aproximadamente el 75% de la población víctima de trata de personas presentaba niveles de educación básica. Otro indicador relevante es el porcentaje de analfabetismo. En el ámbito nacional, el 6.9% de la población total es analfabeta, cabe resaltar que la mayor parte de esta población son mujeres con un porcentaje de 8.1%, mientras que el porcentaje de hombres es 5.6% (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, 2014). Las víctimas de trata con fines de explotación sexual experimentan fuerte impacto, pues esto implica ser ultrajadas de forma sistemática, lo cual tiene efectos en su salud mental y física. Las consecuencias físicas y psicológicas son más graves en los menores de edad, porque afecta el desarrollo de su personalidad, ya que durante el tiempo que subsiste la explotación dejan de adquirir herramientas formativas, educativas, afectivas y sociales, Factores de vulnerabilidad en mujeres víctimas potenciales de trata de personas

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