Reactivación desde abajo

96 cipio, y más cansado y desanimado en la actualidad. El peso de los meses de encierro ha condicionado mucho a las trabajadoras en los aspectos emocional y psicológico. Al principio se articularon dos estrategias de acción para el Iprofoth con el fin de aliviar la condición de las compañeras. Primero, el espacio de la guardería cerrada y las oficinas de la asociación se convirtieron en un “refugio” para acoger a las que se habían quedado sin un lugar donde vivir. Allá se hospedaron, de manera estable, nueve trabajadoras durante el periodo del primer encierro. Otras se quedaron sólo un tiempo limitado antes de regresar con sus familias o encontrar un lugar mejor donde quedarse. Allá, las trabajadoras, a través de contactos establecidos con aliados de la organización, recibieron atención psicológica y aprendieron medidas de bioseguridad. También armaron un biohuerto para la producción de hierbas y hortalizas para la subsistencia. Segundo, lanzaron una campaña de solidaridad que obtuvo el apoyo de la Federación Internacional de Trabajadoras del Hogar, de la pastoral del mundo del trabajo y de otras asociaciones amigas del Iprofoth. Con las donaciones, este Instituto compró canastas para ayudar a trabajadoras en dificultad, entregándolas a domicilio. De esta manera fueron apoyadas, al menos, 500 trabajadoras. Estas dos actividades siguen activas de manera compatible con los límites del presupuesto de la organización. Sin embargo, después de la segunda ola y frente a una perspectiva más clara de que la pandemia no se acabará pronto y la situación de emergencia se prolongará al menos un año más, ha surgido la exigencia de plantear nuevas estrategias que continúen atendiendo las necesidades primarias y que permitan construir algo más duradero. En el momento en el cual se llevó a cabo la última entrevista, sólo se trataba de ideas en forma embrionaria, aunque es posible identificar dos direcciones en las cuales la asociación ha decidido moverse.

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