Reactivación desde abajo

74 de los pobres, no obstante, siguen resistiendo políticas fiscales en favor de los desocupados. No sabemos si la pandemia será lo suficientemente larga como para vencer esa resistencia social. El tiempo se va terminando y la miseria es imparable. La fghc logró alcanzar lo que el Papa Francisco llama “experiencia de salvación comunitaria”, conformar una comunidad o, mejor dicho, que las personas puedan constituirse en una comunidad, donde pueden ver, juzgar y actuar “como una sola alma”, eso significa salvación, porque “nadie se salva solo”. Cuando esto ocurre, ahí está el pueblo y no es cualquier pueblo, sino el Pueblo fiel de Dios, como lo llama el Papa argentino. Es el Pueblo de Dios porque como cuerpo místico de Jesucristo, es decir, como Iglesia, alcanza la unidad en el Espíritu Santo. Dicho de otro modo, es el Espíritu quien une y mueve a la comunidad, porque esa comunidad que conforma la fghc es una comunidad de fe, de creyentes. Sin embargo, no todos son católicos, ni tampoco cristianos, algunos ni siquiera confiesan creer en el Dios uno y trino. Eso no importa a quienes trabajan para que esa comunidad se salve, su lema es “la vida como viene”, lo que significa que todos los que se acercan a buscar salvación son recibidos y protegidos. No son los sacerdotes, ni los agentes pastorales quienes salvan del hambre, la droga, el alcohol, la violencia familiar, el desempleo, es la comunidad la que salva. La fghc les ofrece una protección material al darles un techo, al enseñarles un oficio, al gestionarles créditos fiscales para emprendimientos económicos familiares, pero no es eso lo que los salva de una cultura de la muerte que los puso en esa situación. Lo que los salva es el reconocimiento que una comunidad les da al recibirlos como uno de ellos. Las personas vulnerables se sienten, en primer lugar, queridas por alguien, sienten que tienen una comunidad que no sólo los ayuda, sino que los necesita también a ellos, porque nadie se salva solo. Si quisiéramos resumir esto diríamos que la fghc hace carne, concreta, lo que el Papa Francisco llama “amistad social”.

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