59 la normalidad no iba a volver pronto, fueron los más confusos, y la calidad del servicio del Centro Loyola, también en forma virtual, se vio afectada. Principalmente, se hizo trabajo interno, como preparar las aulas y organizar todo para que se pudieran respetar las normas de seguridad para la salud durante las futuras actividades presenciales. Por si eso no fuera poco, llegó la reforma económica que, entre otros aspectos, cambió el sistema monetario. Si hasta ese momento en la economía cubana circulaban dos monedas, se eliminó una, el cuc (peso convertible), para que quedara solamente el cup (peso nacional), que entró con una tasa fija de cambio con el dólar. Esto generó un reto muy grande para la economía del Centro Loyola, el cual, dependiendo principalmente de fondos provenientes del extranjero, vio “devaluarse” el presupuesto que disponía. Esto ocurrió en diciembre y tuvieron que calcular el presupuesto para el nuevo año en pocas semanas. El resultado fue un recorte muy fuerte. Si hasta ese momento se habían podido mantener todos los trabajadores, en el nuevo año, la extensión de la crisis implicó disminuir el número de colaboradores y colaboradoras a la mitad, llegando a permanecer sólo 45 empleados. La crisis afectó vigorosamente al Centro Loyola. En enero tenía planeado iniciar cuatro nuevos proyectos, sin embargo, las limitaciones económicas se hicieron sentir también en el exterior, donde está su principal fuente de financiamiento. El resultado es que, en la actualidad, de un total de cuatro, únicamente un proyecto se puso en marcha. Gracias al financiamiento recibido por la fundación Porticus pudieron retomarse algunas actividades, aunque no presenciales. Se trata, en especial, de un programa de educación sobre temas medioambientales para niños, niñas y adolescentes. Además de eso, con los mismos fondos, el Centro puede financiar el equipo de comunicación y las actividades de la biblioteca, y gracias a ello se han abierto grupos en telegram para ofrecer servicios.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3