Reactivación desde abajo

39 en el centro de la mirada a los sujetos y la satisfacción de sus necesidades (Martínez, 2015; Coraggio, 2012). Así se aleja de la centralidad del capital y de la producción de ganancia; también se enfatiza el desbalance hacia el polo del trabajo en la relación trabajo-capital y se habla de “economía del trabajo” (Gaiger, 2006: 104). En segundo lugar, el acento cae en el aspecto de la solidaridad y la cooperación en oposición a la competencia. Por ende, de acuerdo con estos principios, las formas más comunes e históricas que las actividades de la economía social toman son: mutuales, cooperativas, asociaciones (Chávez, 2008: 1; Tremblay, 2009). Cabe destacar también que, según sus principios, el tema de la producción de ganancia o del operar o no operar como un actor de mercado asume, para los diferentes autores, una importancia sólo relativa. Se da, de hecho, la posibilidad de que, por ejemplo, las cooperativas en su funcionamiento como empresa tengan que adaptar los principios solidarios para poder sobrevivir en un contexto de mercado (Gaiger, 2006). En síntesis, podemos decir que el discurso de la economía solidaria, por lo tanto, gira en torno al tema de la solidaridad. Economías populares Otro concepto útil para entender las experiencias de nuestros casos de estudio es el de “economía popular”. Este concepto, ubicado en discursos de diferentes países latinoamericanos, como en el caso del término “economía social y solidaria”, es objeto de un debate y su interpretación varía según los autores. Aunque a veces se utiliza como sinónimo de los anteriores (economía social y economía solidaria), otras veces apuesta a una diferencia que refleja una postura política y analítica muy precisa. Como es de esperarse, el enfoque de la economía popular pone en segundo plano el tema de la solidaridad para centrarse en la subjetividad de las clases subalternas. Normalmente, el concepto

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