Reactivación desde abajo

24 podrían teletrabajar (cepal, 2020a). En teoría, por el tipo de ocupaciones en que se desempeñan las mujeres, la proporción de las que podrían continuar trabajando en modalidad remota sería mayor que la de los hombres. Sin embargo, debido al nivel de conectividad de los países y a las persistentes brechas de género en el acceso y uso de las tecnologías digitales, el porcentaje de mujeres ocupadas que podrían teletrabajar se reduce de forma significativa. Las mujeres, incluidas las niñas, se ven especialmente afectadas por la pandemia. Las mujeres pasan tres veces más tiempo que los hombres haciendo trabajos domésticos y de cuidado no remunerados cada día, entre 22 y 42 horas por semana antes de la crisis. A pesar de mayor presencia de éstas en las primeras líneas de la lucha contra la crisis (representan el 72.8 % de las personas empleadas en el sector de atención de la salud), sus ingresos son 25 % más bajos que los de sus homólogos hombres. El confinamiento, el cierre de las escuelas y los miembros de la familia enfermos han significado una presión adicional para ellas, como principales cuidadoras. La violencia doméstica, el feminicidio y otras formas de violencia sexual y de género se han incrementado. Las llamadas recibidas a través de las líneas telefónicas de ayuda de emergencia para mujeres en Chile y México, por ejemplo, han aumentado más de 50 % (onu, julio 2020). Pueblos indígenas y afrodescendientes: el círculo vicioso de la desigualdad EnAmérica Latina se registra una población indígena superior a 45 millones de personas –dividida en 826 pueblos–, que representa a más de 10 % del total de los habitantes de la región (Ocha, 2020). Hasta el momento en que se escribe esta publicación no existen datos exactos sobre el impacto de la crisis del covid-19 sobre el trabajo y las condiciones laborales de las poblaciones indígenas y afrodescendientes en la región. Sin embargo, los documentos

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