119 decidieron que las dieran de baja de la nómina y que, por el momento, no colaborarían. Hay compañeros que durante todo este periodo no han faltado al trabajo, y han decidido asistir con todos los riesgos que eso implica porque reconocen que hay actividades que no se pueden hacer desde sus hogares. El resultado es que la cooperativa sigue operando, a diferencia de muchas empresas que tuvieron que cerrar definitivamente: el llegar desde un marzo a otro marzo, ya es un logro. Se ha generado una nueva cultura del trabajo y, además, una cultura de salud que implica cuidarse entre todos; preocuparse porque siempre haya gel en los lugares de trabajo; que desde la entrada se vigile la temperatura de las personas que ingresan, y si ésta se encuentra alta, es mejor que se retiren a su casa y que vayan al médico; estar pendiente de cómo siguen los compañeros enfermos, si se están cuidando y cuáles son sus secuelas. Uno de los más grandes resultados es que se ha visualizado que existe otra forma de trabajo en la cual todos pueden cuidarse. El reconocerse como personas vulnerables y que deben ayudarse ha sido muy importante. No han recibido apoyos institucionales, saben que han salido programas, sin embargo, los de la Ciudad de México son muy acotados para cooperativas, están dirigidos a organizaciones más pequeñas, no encajan en el perfil de cooperativa que accede a dichos apoyos. En seguridad social se han aplazado los periodos de pagos, pero eso no ayuda en nada, porque tarde o temprano tendrán que realizarlos. Aun año de la pandemia hay una situación de agotamiento por el estrés generado de “cuándo me toca a mí”, o porque tienen un familiar enfermo, o por necesitar el trabajo para tener ingreso. Desde el punto de vista económico existe conciencia de que en todas partes se ha pasado por una disminución de ingresos y empleos; se han dado cuenta de que otras personas pasan por la misma condición o por condiciones más difíciles y, entonces, hay
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