REACTIVACIÓN DESDE ABAJO La pandemia y la sociedad civil en América Latina
REACTIVACIÓN DESDE ABAJO La pandemia y la sociedad civil en América Latina Yolanda C. Cruz Contreras Daniele Fini Alessandro Grassi Marcela Ibarra Mateos Coordinadores Universidad Iberoamericana Puebla LAINES
Primera edición, 2022 Diseño de portada: Víctor Abraham Briones Payán DR © Universidad Iberoamericana Puebla Blvd. Niño Poblano 2901, Reserva Territorial Atlixcáyotl, San Andrés Cholula, Puebla, México. CP 72820 libros@iberopuebla.mx ISBN: 978-607-8587-49-0 “Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal de Derecho de Autor, y en su caso, de los tratados internacionales aplicables; la persona que infrinja esta disposición, se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes.” Impreso en México Printed in Mexico UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA Biblioteca Interactiva Pedro Arrupe SJ Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación Reactivación desde abajo: la pandemia y la sociedad civil en América Latina/ Yolanda C. Cruz Contreras, Daniele Fini, Alessandro Grassi, Marcela Ibarra Mateos, coordinadores. Puebla, México: Universidad Iberoamericana Puebla, Laboratorio de Innovación Económica y Social 2022. 1. Trabajo -Condiciones económicas-América Latina. 2.América Latina -Condiciones económicas- Siglo XXI. 3. Crisis financiera -Aspectos sociales. 4. Pandemia de COVID-19, 2020- - Aspectos sociales. 5. EpidemiasAspectos sociales. 6. Cuarentena-Aspectos sociales. I. Cruz Contreras, Yolanda C., editor. II. Fini, Daniele, editor. III. Grassi, Alessandro, editor. IV. Ibarra Mateos, Marcela, editor. V. Universidad Iberoamericana Puebla, Laboratorio de Innovación Económica y Social, entidad editora. HD 6957 L29 R43.2022 Clasificación Dewey: 331.08
ÍNDICE INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 9 PARTE I. COMPRENDIENDO LA REALIDAD SOCIALFRENTEALACRISIS ........................................................................ 13 CAPÍTULO 1. CONSECUENCIAS DE LAPANDEMIAENAMÉRICALATINA....................................................... 15 El impacto de la pandemia ................................................................................ 15 De las afectaciones al trabajo ........................................................................ 18 Grupos de población afectados por el covid-19 .............................................. 20 Lasmujeres entre los cuidados y el trabajo remunerado ................................... 21 Pueblos indígenas y afrodescendientes: el círculo vicioso de la desigualdad .......................................................................................... 24 Jóvenes frente al impacto laboral ................................................................... 26 Confinamiento y cierre de fronteras:migrantes y refugiados ........................... 27 CAPÍTULO 2. CONSTRUCCIÓN DE ALTERNATIVAS DESDEABAJO ............................................................................................ 29 Nuevas formas dedominaciónyresistencia enelneoliberalismo .................31 Economía social y solidaria, y economía popular .......................................... 37 Economía social y solidaria .......................................................................... 37 Economías populares ................................................................................... 39 Cuestionamientos desde abajo a las teorías y las prácticas de la economía y la política .................................................................................... 42 Producción / Reproducción ............................................................................. 42 Formal / Informal ............................................................................................ 46 Conclusiones .................................................................................................... 48 PARTE II. ECONOMÍA POPULAR Y ECONOMÍA SOCIAL EN LA PANDEMIA. CASOS DE ESTUDIO ..............................................51 Centro Loyola Reina Alessandro Grassi ............................................................................................. 55
Casa Monarca A. C. Alessandro Grassi ............................................................................................. 61 La Familia Grande Hogar de Cristo Emilce Cuda ...................................................................................................... 67 UTEP Emilce Cuda ...................................................................................................... 75 Movimiento de Trabajadores Campesinos Daniele Fini ...................................................................................................... 83 Instituto de Promoción y Formación de Trabajadoras del Hogar Alessandro Grassi ............................................................................................. 93 Gladimex Yolanda C. Cruz Contreras ................................................................................. 99 Yomol A’ tel Marcela Ibarra Mateos .................................................................................... 104 LF del Centro Cooperativa Yolanda C. Cruz Contreras ................................................................................ 114 La Guía, Cooperativa de Consumo y Servicios Marcela Ibarra Mateos .................................................................................... 122 Fedecaces AndrewCummings y SalvadorMarroquín ......................................................... 130 Apro Mujer Yolanda C. Cruz Contreras ............................................................................... 138 CONCLUSIONES ......................................................................................... 145 BIBLIOGRAFÍA............................................................................................ 151
[ 9 ] La idea de esta breve publicación nace de la convergencia de dos vectores. El primero es el trabajo llevado a cabo por el Laboratorio de Innovación Económica y Social (laines), de la Universidad Iberoamericana Puebla, en el marco de la iniciativa El futuro del trabajo después de la Laudato Si’. En los últimos dos años, en cuanto titulares del eje sobre justicia social y paz de esta iniciativa, hemos desarrollado una investigación que nos ha llevado a reflexionar sobre las modificaciones que ocurren en el mundo del trabajo. Hemos identificado algunas trayectorias, a lo largo de las cuales, trabajadoras y trabajadores de todo el mundo (aunque nuestra mirada se ha enfocado específicamente en América Latina), ven cambiar y, desafortunadamente, casi siempre empeorar sus condiciones de vida y las posibilidades que tienen de establecer o participar en procesos de diálogo social. El otro vector es lo imprevisto que ha sido el contagio acelerado de la pandemia de covid-19, un evento tanto inesperado como disruptivo. En sólo pocos meses ha obligado a millones de personas a cambiar radicalmente sus vidas y a olvidarse de la cotidianidad a la cual estaban acostumbradas. Los cambios drásticos, empujados por la presencia del virus, inevitablemente han involucrado también el mundo del trabajo y, por lo tanto, los medios de sobrevivencia de la mayoría de los seres humanos. En muchos casos eso ha significado una adaptación del trabajo a las nuevas condiciones, en otros simplemente la pérdida del empleo y de los ingresos económicos. INTRODUCCIÓN
10 Después de un año de pandemia, a pesar de las diferentes situaciones, herramientas y también del desigual ritmo con el cual cada país se ha enfrentado a la emergencia, en todo el mundo se sintió fuerte la exigencia de levantar las medidas de confinamiento para permitir que la economía funcionara otra vez. Los largos periodos de encierro, más o menos completos, han producido efectos desastrosos para las economías latinoamericanas. Dada la estructura de la región, el riesgo de que dichos efectos al final resulten tan negativos para las vidas de las personas, como los causados por el virus, parecen ser los mismos. Es en esta situación que los gobiernos tendrán que implementar planes de reactivación para garantizar que lo que se perdió en el tiempo de confinamiento se pueda recuperar después, limitando así los daños. Estas intervenciones corresponden y responden a una lógica que identifica al Estado como el actor principal para garantizar procesos favorables para las poblaciones más marginadas. Es de esta forma que el tema de la reactivación queda normalmente monopolizado por actores públicos y económicos institucionales y, por lo tanto, se define como mera “reactivación económica” de aquellas actividades que son reconocidas como productoras de valor económico, de ganancia. El trabajo que aquí se presenta pretende voltear la mirada a otro lugar, buscando alternativas al dogma que tiende a considerar irrelevante la capacidad de acción que se encuentra fuera de dichos sujetos económicos y políticos. Nuestra idea es que, al lado de una reactivación económica “desde arriba”, puede ocurrir, y de hecho ya ocurre, una reactivación “desde abajo” que se articula alrededor de exigencias y deseos de esas mismas poblaciones marginalizadas. Esto les permite buscar caminos alternativos de convivencia y desarrollo que parcialmente se pueden entrelazar con el desarrollo económico clásico observado a través de los reportes de las organizaciones internacionales. Por lo tanto, presentamos una reflexión sobre algunos casos de estudio, en varios países de América Latina, que nos muestran,
11 precisamente, esta capacidad de la sociedad civil de activarse, sin esperar las líneas programáticas de los gobiernos para atender nuevas necesidades y urgencias generadas por la pandemia de covid-19. El resultado es un trabajo de visibilización de oportunidades y acciones que suelen quedar escondidas a la lente de los indicadores económicos y que, sin embargo, consisten en una “reactivación económica” en sentido amplio, no limitada a la reactivación de un ciclo capitalista enfocado en la generación de plusvalías. También hay un último elemento que se debe mencionar: la encíclica del Papa Francisco “Fratelli tutti”, publicada en octubre de 2020. No podemos decir que es el fundamento de nuestro trabajo, sin embargo, las experiencias recolectadas y la atención para una “reactivación desde abajo” parecen responder al llamado a la solidaridad del texto de Francisco. Para la realización de lo aquí presentado hemos aprovechado algunos de los resultados de la investigación El futuro del trabajo después de la Laudato Si’, en especial vínculos establecidos anteriormente con algunas organizaciones. Queremos agradecer en particular a la doctora Emilce Cuda, por apoyarnos a llevar a cabo las entrevistas y la redacción de los textos para los dos casos argentinos, y también al doctor Andrew Cummings y al maestro Salvador Marroquín, quienes elaboraron el caso de El Salvador. La organización del texto consiste en dos grandes secciones. En la primera parte se presenta una contextualización del tema que nos ocupa y se dividió, por un lado, en el fenómeno de la pandemia alrededor del mundo y sus implicaciones a nivel global y, en particular, en América Latina y el Caribe. Por otro lado, un contexto teórico que ayude a comprender el porqué de lo que se está viviendo en la región y una presentación de conceptos económicos. La segunda parte abarca doce casos de estudio.
PARTE I COMPRENDIENDO LA REALIDAD SOCIAL FRENTE A LA CRISIS
[ 15 ] El impacto de la pandemia La difusión de la infección de covid-19 fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (oms) el 11 de marzo de 2020 (oms, 2020). Si bien la enfermedad se originó en China en algún momento del año 2019 y el gigante oriental reaccionó al virus en el mes de enero, es sólo a partir de la explosión del número de casos en Europa (primero en Italia y luego en los demás países) que el mundo adquirió conciencia del tamaño del evento, dejando de limitarse únicamente al continente asiático. Desde Europa la enfermedad llegó a los demás continentes y en marzo ya había alcanzado un nivel preocupante también en América Latina. Como una película en la cual las escenas se repiten en secuencia, cada país en cada continente vio sus hospitales llenarse con la primera ola y tuvo que implementar medidas de confinamiento más o menos fuertes para limitar la movilidad de las personas y la propagación del contagio. Sin embargo, el guion de esta escena se adaptó con variaciones al contexto en el cual ocurría. En América Latina las medidas de confinamiento no fueron tan estrictas como en Europa Occidental por diferentes razones comunes a todos los países de la región: en primer lugar, los límites de la capacidad de las instituciones para imponer medidas tan fuertes y, al mismo tiempo, proveer con apoyo económico a las actividades económicas afectadas; en segundo lugar, la estructura específica de las economías latinoaCAPÍTULO 1. CONSECUENCIAS DE LA PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA
16 mericanas caracterizada por un altísimo grado de informalidad y por la presencia de amplios estratos de la población en condición de vulnerabilidad. Independientemente de las medidas adoptadas, la posición estructural de las economías latinoamericanas (la subordinación a los centros de mando de las economías estadounidense y europea) hizo que todas las economías de la región sufrieran los efectos de una crisis económica acelerada por la pandemia. El hecho de que el sistema europeo experimentara un cierre casi total de las actividades –así como ocurrió en China, la segunda economía del mundo–, implicó una desaceleración fuerte para todo el sistema capitalista mundial. La caída general del pib mundial hoy, casi un año después del inicio de la pandemia (enero de 2021), se prevé alrededor de -3.5 %, empero, estas previsiones destacan datos especialmente negativos para los centros de la economía del planeta, zona euro -7.2 y Estados Unidos -3.4; sólo China goza de un manejo eficiente de la pandemia con una previsión de crecimiento de 2.3 % (Fondo Monetario, 2021). Es importante señalar que los efectos económicos específicos de la pandemia enAmérica Latina llegaron a golpear al continente que ya estaba en una peculiar situación económica que difícilmente podría no definirse como crisis. Al menos, destacan tres elementos para caracterizar las economías latinoamericanas antes de la pandemia, los tres han ido acentuándose en el curso del año 2020. Primero, la pobreza que caracteriza al continente. Sin poder ser considerada la región más pobre del mundo, en los reportes de cepal frecuentemente se habla de América Latina como la región más desigual (Hebrero, 2020). Si se considera el índice Gini –la herramientamás común paramedir la desigualdad– varios países de América Latina y el Caribe figuran entre los peores.América Latina tiene un promedio de 46.5 mientras las dos principales economías que son México y Brasil, respectivamente, cuentan con un índice Gini de 45.4 y 53.9. Destaca que, si generalmente en el continente
17 la brecha de desigualdad se redujo en la primera década del 2000, después del año 2015 la tendencia se ha frenado o hasta revertido, aunque de forma contenida (cepal, 2019). Es pertinente subrayar el hecho de que la desigualdad relativa se reduce, aunque eso no significa que paralelamente disminuye la desigualdad absoluta. La cepal (ídem) indica que, en realidad, en varios países de América Latina dicha desigualdad ha ido creciendo. Ya en un informe del año 2016, Oxfam y cepal notaban cómo en 2014, el 10 % más rico de la población controlaba el 71 % de la riqueza de la región. Segundo, la alta tasa de informalidad de la economía que caracteriza a la región. Esto se vuelve especialmente importante durante el tiempo de la pandemia en relación con la capacidad de estructurar un sistema de bienestar que tradicionalmente se vincula con el trabajo formalizado. Según un estudio del año 2018 de la Organización Internacional del Trabajo (oit), en la región de América Latina y el Caribe, la tasa de empleo informal se estimó alrededor de 53 % (Salazar y Chacatlana, 2019). En tercer lugar, las economías de América Latina se caracterizan por una historia más o menos común que, desde los años ochenta, implementó doctrinas neoliberales enfocadas a la privatización y la liberalización de los sectores de la economía con una mayor concentración en el sector extractivista. Aunque estas políticas no necesariamente cambiaron de signo durante los primeros 15 años de este siglo, sí destaca en esa época un crecimiento bastante fuerte de todas las economías y un relevante decrecimiento de la pobreza absoluta en favor de un crecimiento de las clases medias. Sin embargo, esta tendencia, en los últimos cinco años, se ha detenido y en general las economías de la región han experimentado tiempos de recesión económica o una fuerte desaceleración. La pandemia llegó en este contexto y sus efectos no tardaron en trasladarse a la dimensión económica, causando una caída del pib prevista por cepal alrededor del 7.7 % (cepal, 2020: 115).
18 El principal efecto ha sido la caída del comercio de bienes duraderos y las exportaciones dado que las economías latinoamericanas dependen en gran parte de los mercados de Estados Unidos y Europa. De hecho, la llegada de la pandemia cuestiona el desarrollo del proceso de globalización en la forma en que ocurrió en los últimos 30 años, a través de una creciente interdependencia entre economías y la estructura de cadenas de valor extendidas a todo el planeta. La disrupción de estas cadenas es un elemento central de la crisis económica actual. Aparte del sector del comercio, algunos otros sectores quedaron fuertemente afectados; éstos fueron: turismo, industria cultural tradicional (los eventos como conciertos y festivales), la reparación de bienes, los hoteles y los restaurantes, el transporte, la moda (cepal, 2020a: 4) y el muy importante sector automotriz. Se estima que 34.2 % del empleo formal y 24.6 % del pib de la región corresponden a estos sectores (cepal, 2020a: 4). Tal como lo hemos planteado líneas arriba, la pandemia por covid-19 ha visibilizado la vulnerabilidad de un sistema económico global cuyas cadenas de valor tienen una enorme dependencia transnacional y se ven comprometidas frente al cierre de fronteras ante la crisis sanitaria. Las medidas de confinamiento han profundizado desigualdades históricas poniendo en riesgo particularmente a ciertos sectores de la población. En este sentido, el trabajo formal, pero, sobre todo el informal, las mujeres como una parte importante de la fuerza de trabajo de la región, así como los pueblos indígenas se han convertido en las principales víctimas de esta pandemia. De las afectaciones al trabajo En particular destaca que América Latina y el Caribe es la región con la mayor contracción en todo el mundo, casi el 21 %, el doble del promedio global que es de 11 % (oit, 2021: 28). Las afectaciones a la economía y al empleo en el momento más intenso de la implementación de las medidas de contención sa-
19 nitaria –segundo trimestre de 2020–, han sido estimadas por la Organización Internacional del Trabajo (oit) y podemos ubicarlas en tres categorías. Una primera se sitúa en la caída del número de horas de trabajo a nivel mundial correspondiente a -16.2 % (oit, 2020:13). Las afectaciones más importantes se encuentran en el sector informal (ibíd.: 5). En la región de América Latina y el Caribe las pérdidas de horas de trabajo han sido estimadas en -33.5 % durante el segundo trimestre y -25.6 % en el tercero (ib.: 6). La segunda se vincula con la pérdida de empleos que, en especial, ha afectado a las trabajadoras mujeres (aunque con algunas excepciones, como en el caso de México), lo cual se ha manifestado principalmente en términos de aumento de la tasa de inactividad, personas que no trabajan, ni buscan trabajo, más que en la tasa de desempleo (ibíd.: 10). Una tercera, relacionada con las dos anteriores, se vincula con la disminución de los ingresos de los trabajadores dependientes, estimada para los tres primeros trimestres de 2020 en -10.7 % a nivel mundial respecto al mismo periodo del año anterior, y -12.1 % para el caso del continente americano (oit, 2020c: 10-12). Los empleados en condiciones laborales de informalidad representan a los trabajadores que más han sufrido las consecuencias negativas de la crisis. Con respecto a este grupo –que, como hemos visto, en América Latina representa a 53.1 % de los empleados totales (oit, 2020d:48) – se estimó que en el primer mes de la crisis pudo haber padecido una disminución del 81 % de sus ingresos (oit, 2020a). A esta situación se agrega la mayor causa de vulnerabilidad de estos trabajadores y es que, generalmente, no gozan de protección social, ni han accedido a las medidas gubernamentales de apoyo durante la pandemia (oit, 2020c:12). La cepal estima que cerrarán más de 2.7 millones de empresas formales en la región, con una pérdida de 8.5 millones de puestos de trabajo, sin incluir las reducciones de empleos que realicen las
20 empresas que seguirán operando. Aunque la crisis afecta a todas ellas, el impacto será mucho mayor en el caso de las microempresas y las pymes, por su peso en la estructura empresarial de la región, que se traducirá en grandes cierres de empresas y pérdidas de puestos de trabajo. La contracción del empleo doméstico con hogares como empleadores ha implicado también un severo golpe para gran cantidad de familias vulnerables a quienes pertenecen muchas de las trabajadoras que se desempeñan en estas labores (onu, Mujeres, 2020). Se estima que 34.2 % del empleo formal y 24.6 % del pib de la región corresponden a sectores fuertemente afectados por la crisis derivada de la pandemia. Más aún, menos de la quinta parte del empleo y del pib se generan en sectores que serían afectados sólo de forma moderada (cepal, 2020a). Finalmente, la diferenciación entre el empleo asalariado privado y público es relevante ya que en todos los países que presentan información diferenciada, el empleo público destaca por su estabilidad, que contrasta con la fuerte contracción del empleo privado (cepal, 2020b). Sin embargo, es claro que el sector más seguro es el del trabajo asalariado público, mientras el sector privado, sea asalariado o independiente, es el más afectado. En general, después de los primeros meses se registró un crecimiento en la tasa de la informalidad. No se trata de una reactivación económica, sino de la necesidad de las personas de bajos recursos que perdieron su trabajo y buscaron formas alternativas de generar ingresos (cepal, 2020b). De hecho, fueron las propias clases más bajas y activas del sector informal las mayormente afectadas. Grupos de población afectados por el covid-19 En la región de América Latina, tal como se ha planteado líneas arriba, ciertos mercados laborales han sufrido y sufrirán un impacto mayor frente a la crisis económica provocada por el covid-19. Así también, algunos grupos poblacionales sufren ya
21 de manera mucho más profunda las consecuencias de esta crisis. De algunos de ellos sólo tenemos incipientes indicios de que así será, particularmente por lo que otras crisis nos han enseñado, no obstante, al menos, vale la pena mencionar qué se puede esperar en los próximos meses. Las mujeres entre los cuidados y el trabajo remunerado Desde el inicio de la pandemia, las mujeres han sido uno de los grupos poblacionales que han resentido de manera directa los efectos de las medidas del confinamiento. Hay un consenso entre diversos organismos internacionales en cuanto a que la contracción económica provocada por la pandemia está afectando negativamente y en mayor medida los mercados y sectores laborales donde la población femenina es preponderante, y que se caracterizan por: mayores tasas de informalidad, bajas remuneraciones y bajos niveles de calificación. La cepal, de forma enfática, señala que nos encontramos ante un retroceso de más de diez años en la participación de las mujeres en los mercados laborales (cepal, 2021b). Los datos que nos muestran estos mismos organismos son elocuentes. Un porcentaje importante de las mujeres trabajadoras se emplea en los sectores económicos que, mayoritariamente, han sido afectados por la crisis. En América Central este porcentaje corresponde a 58.9 % del total de las mujeres, con respecto a 43 % para el caso de los hombres, y enAmérica del Sur es de 45.5 % en relación con el 42 % para los hombres (oit, 2020b: 10-12). Los mercados laborales más afectados, donde se encuentra una alta participación de las mujeres, son: el turismo, manufactura, comercio al por mayor y menor, salud y educación. Los sectores en riesgo alto concentran alrededor de 56.9 % del empleo de las mujeres y 40.6 % del empleo de los hombres en América Latina. En el Caribe, 54.3 % del empleo femenino y 38.7 % del empleo masculino se concentran en sectores en alto riesgo (cepal, 2021).
22 El empleo en el sector de las prestaciones de servicios domésticos ha sufrido fuertes afectaciones en términos de pérdidas de empleo, las cuales han sido estimadas alrededor de 72.3 % del total a nivel mundial, y en este sector están ocupadas, en su mayoría, trabajadoras mujeres (oit, 2020b:10-12). A la incertidumbre propia del sector, que se caracteriza por la ausencia de contratos formales y prestaciones, se suma el incremento en las responsabilidades al tener que hacerse cargo de los niños que no asisten a la escuela, aumento del riesgo de contagio, ya sea por la presencia de un mayor número de personas en casa, por el cuidado de enfermos, o por la falta de equipo sanitario adecuado para su protección (cepal, 2020d). Las mujeres que trabajan por cuenta propia o son propietarias de pequeñas empresas dependen, en gran medida, del autofinanciamiento, ya que enfrentan mayores barreras para acceder a recursos financieros formales. Los meses durante los que se ha desarrollado la pandemia han mostrado que el cierre de empresas y la ausencia de políticas y programas dirigidos a las mujeres, las han puesto en condiciones de mayor vulnerabilidad. La cepal proyectó que cerraría casi 2.7 millones de microempresas formales en la región (cepal, 2020c), por tratarse de un segmento con menores márgenes de ganancia y respaldos de capital. Con estos antecedentes, el escenario para las mujeres comerciantes y productoras es aún más complejo. La industria manufacturera es otro sector clave ya que, a pesar de contar con mayores niveles de formalización, es considerado un sector que podría sufrir de manera considerable como resultado de las interrupciones en las cadenas globales de suministro y el cierre de fábricas. Esto puede ser particularmente crítico en Centroamérica, donde 13.2 % (cepal, 2021: 7) del empleo femenino se concentra en este sector, con una gran participación en las industrias orientadas a la exportación, como la maquila y el ensamblaje.
23 Otro sector con una participación femenina importante y afectado por el covid-19 es el de las actividades de alojamiento y de servicio de comidas (asociadas al turismo). En 2019, en la región, 61.5 % de los puestos de trabajo eran ocupados por mujeres. Este sector emplea a más de 70 % de ellas, en Bolivia (78.6 %), Perú (76.4 %), Honduras (76.2 %), El Salvador (74.8 %) y Nicaragua (72.9 %). También es un sector que destaca por estar organizado de manera relevante en microempresas. 69.5 % de las mujeres en este sector son empleadas en empresas de menos de cinco personas que, a menudo, carecen de acceso al crédito, disponen de pocos activos, y se prevé que se recuperarán de forma más lenta si no se ofrecen medidas fiscales y paquetes de estímulos específicos para que hagan frente a la crisis actual. En la subregión de El Caribe, este sector representa el 11.9 % del empleo femenino y 5.7 % del empleo masculino, y en algunos países la cifra supera o iguala esa media en el caso del empleo femenino, como ocurre en Santa Lucía (20.8 %), Barbados (16.2 %) y Jamaica (11.9 %) (cepal, 2021b). En la región, el 70.4 % de los puestos de trabajo en el sector de la educación son ocupados por mujeres. En este sector la respuesta tuvo que ser inmediata, frente a un confinamiento que obligó a migrar a formatos digitales, sin la posibilidad de formación o capacitación previa y sin las competencias o los recursos suficientes para poder adaptar su trabajo a las exigencias de la enseñanza a distancia y el uso de plataformas. Además de las tareas tradicionales, el personal educativo ha debido colaborar en actividades dirigidas a asegurar condiciones de seguridad material de las y los estudiantes y sus familias. Para mantener el funcionamiento de algunas empresas y negocios, el teletrabajo se ha convertido en una alternativa de empleo. Sin embargo, por las características estructurales de los mercados laborales y las estructuras productivas de los países de la región, se estima que únicamente el 21.3 % de las personas ocupadas
24 podrían teletrabajar (cepal, 2020a). En teoría, por el tipo de ocupaciones en que se desempeñan las mujeres, la proporción de las que podrían continuar trabajando en modalidad remota sería mayor que la de los hombres. Sin embargo, debido al nivel de conectividad de los países y a las persistentes brechas de género en el acceso y uso de las tecnologías digitales, el porcentaje de mujeres ocupadas que podrían teletrabajar se reduce de forma significativa. Las mujeres, incluidas las niñas, se ven especialmente afectadas por la pandemia. Las mujeres pasan tres veces más tiempo que los hombres haciendo trabajos domésticos y de cuidado no remunerados cada día, entre 22 y 42 horas por semana antes de la crisis. A pesar de mayor presencia de éstas en las primeras líneas de la lucha contra la crisis (representan el 72.8 % de las personas empleadas en el sector de atención de la salud), sus ingresos son 25 % más bajos que los de sus homólogos hombres. El confinamiento, el cierre de las escuelas y los miembros de la familia enfermos han significado una presión adicional para ellas, como principales cuidadoras. La violencia doméstica, el feminicidio y otras formas de violencia sexual y de género se han incrementado. Las llamadas recibidas a través de las líneas telefónicas de ayuda de emergencia para mujeres en Chile y México, por ejemplo, han aumentado más de 50 % (onu, julio 2020). Pueblos indígenas y afrodescendientes: el círculo vicioso de la desigualdad EnAmérica Latina se registra una población indígena superior a 45 millones de personas –dividida en 826 pueblos–, que representa a más de 10 % del total de los habitantes de la región (Ocha, 2020). Hasta el momento en que se escribe esta publicación no existen datos exactos sobre el impacto de la crisis del covid-19 sobre el trabajo y las condiciones laborales de las poblaciones indígenas y afrodescendientes en la región. Sin embargo, los documentos
25 que se han escrito al respecto plantean que las condiciones de desigualdad, pobreza y marginación que viven estas poblaciones se agravarán en la medida en que lo harán también las condiciones generales de vida de las poblaciones menos protegidas. Informes de varios organismos internacionales, al inicio de la pandemia, evidenciaban que la población indígena padece condiciones de pobreza y de falta de acceso a los servicios básicos más graves que las de la población no indígena, motivo por el cual la Plataforma Indígena Regional frente al covid-19 afirmaba que “aunque no existe evidencia, se puede prever que los efectos de covid-19 serán más profundos para los pueblos indígenas” (Filay y Fiay, 2020). El informe de Ocha (ibíd.), presentado a medio año del inicio de la pandemia, ya planteaba que la crisis podría profundizar las desigualdades y la exclusión social, económica y laboral que sufren los pueblos indígenas (ídem) y, por su parte, un informe reciente de cepal (2021) también plantea la misma situación para los pueblos afrodescendientes. Antes de la pandemia, informes de la cepal sugerían que las personas indígenas cuentan con menores oportunidades de conseguir un empleo de calidad y tienen 31.5 %más de probabilidades de trabajar en la economía informal que las personas no indígenas. Esto supone la mayor brecha de informalidad en todas las regiones. En términos salariales, este mismo estudio plantea que las personas indígenas con empleo remunerado se sitúan en 31 % por debajo de las personas no indígenas, la mayor brecha salarial en el mundo. Las mujeres indígenas dependen desproporcionadamente de un empleo informal y más de 85 % de ellas sólo consigue trabajo en la economía informal. Se estima que 7 % de las mujeres indígenas vive con menos de 1.90 dólares diarios (Ocha, 2020). Los pueblos indígenas y las personas afrodescendientes (10 % y 21 % de la población de la región, respectivamente) también se ven afectados debido a que las condiciones socioeconómicas en que viven son peores que las del resto de la población, su acceso
26 a la protección social es limitado y sufren elevados niveles de discriminación en los mercados laborales.Asimismo, es más probable que los pueblos indígenas vivan en zonas con servicios médicos deficientes y acceso limitado a la infraestructura sanitaria, el agua y el saneamiento. Su acceso a la información también está restringido, ya que a menudo hablan idiomas distintos de los oficiales o de los de la mayoría de la población. Los pueblos indígenas tienen casi el triple de probabilidades de vivir en la extrema pobreza y tienen un acceso limitado a los recursos. Las comunidades que viven en aislamiento voluntario son particularmente vulnerables y el romper por la fuerza su aislamiento plantea graves amenazas, incluso para su vida y su salud (onu, 2020b). Jóvenes frente al impacto laboral Hacia agosto de 2020, la oit (2020e) planteaba los enormes riesgos que podría suponer, para los jóvenes, la crisis económica generada por el covid-19. En términos generales se hacía énfasis en la interrupción de sus programas educativos o de formación, la pérdida de empleo, el fracaso de sus emprendimientos, la caída de sus ingresos y la perspectiva de enfrentar mayores dificultades para encontrar una ocupación en el futuro. También, este mismo informe apuntaba que anteriores crisis mostraban que mujeres y hombres jóvenes suelen estar entre los primeros en perder empleos en momentos de dificultad, pero no los recuperan con tanta rapidez (ídem). Sin embargo, el aumento de la desocupación entre los jóvenes observado durante la pandemia, al igual que el de los adultos, ha sido inferior al esperado habida cuenta del significativo deterioro de la actividad económica, registrado especialmente en el segundo trimestre de 2020. La explicación se encuentra en que, si bien la pérdida de puestos de trabajo de los jóvenes se refleja claramente en una reducción de 7.8 puntos porcentuales de la tasa de ocupación, la tasa de participación disminuyó al mismo tiempo 8.7 puntos porcentuales en el
27 segundo trimestre respecto del mismo periodo de 2019, atenuando el impacto de la pérdida de empleos en la tasa de desocupación. Se trata de una consecuencia directa de las medidas de confinamiento en los hogares y de la paralización de las actividades económicas, pues en esas circunstancias la búsqueda de empleo se volvió extremadamente limitada o impracticable para quienes habían perdido su fuente de trabajo (cepal/oit, 2020). Confinamiento y cierre de fronteras: migrantes y refugiados Al igual que con los grupos anteriormente descritos, la información que tenemos hasta el momento de la redacción de este texto es preliminar y, sobre todo, los documentos consultados prevén un agravamiento de las condiciones de vulnerabilidad, de trabajo precario y sin prestaciones que enfrentan los migrantes y refugiados. Uno de los pocos estudios que se han enfocado en analizar las consecuencias del covid-19 en las condiciones laborales de los migrantes es el que se presenta en el documento Panorama en Tiempos de covid-19.1 De acuerdo con este texto, hasta 2019, las tendencias marcaban un aumento de la presencia de los migrantes en el mercado laboral regional deAmérica Latina; mayores niveles de participación laboral de las personas migrantes respecto de la población total, con una diferenciación de acuerdo al nivel de escolaridad; una tasa de participación de mujeres migrantes menor a la tasa de participación de los hombres; empleo migrante mayoritariamente asalariado y ubicado en el sector servicios. Frente al covid-19, las medidas de confinamiento y particularmente el 1 En esta encuesta se analizaron las respuestas a un total de 239 cuestionarios, 104 de los cuales fueron aplicados a personas refugiadas y solicitantes de asilo y 135 a personas trabajadoras migrantes. 70 % de los encuestados son mujeres y 28 % hombres. De aquellos que participaron en la encuesta 236 son de nacionalidad venezolana (99 %), uno es de nacionalidad peruana y uno de nacionalidad colombiana.
28 cierre de fronteras, los trabajadores migrantes y refugiados han tenido que enfrentar fuertes procesos de repatriación y devolución, así como, en algunos casos, el bloqueo total o parcial de la contratación en ciertos sectores de la economía. En el ámbito laboral, en los países de destino, 43 % de las personas refugiadas, solicitantes de asilo y trabajadoras migrantes ha continuado sus actividades laborales hasta el momento de aplicación de la encuesta (entre agosto y octubre de 2020), mientras que 57 % no tenía empleo en el momento de la consulta. Uno de los sectores más afectados ha sido el de trabajo doméstico, el cual absorbe, en algunos países, a un alto número de mujeres migrantes. El documento señala que 54 % de los hombres mantenían su trabajo frente al 38 % de las mujeres. Y dentro de este grupo, las mujeres refugiadas o solicitantes de asilo son las más afectadas. El 24 % de quienes respondieron la encuesta, señala haberse quedado sin trabajo, mientras que el 18 % indica que la empresa o lugar de trabajo está cerrado temporalmente por el impacto del covid-19. El impacto de la pandemia en el estado de trabajo actual afecta de forma diferenciada a hombres y a mujeres en tres aspectos: la falta de trabajo por la cuarentena (39 % en las mujeres y 36 % en los hombres); la pérdida del empleo/ trabajo (29 % en hombres y 23 % en mujeres), y el miedo al contagio (10 % en mujeres y 7 % en hombres). Además, se evidenció una reducción de horas de trabajo y del salario (14 %), la suspensión de pagos o no percibir remuneración (13 %) y la reducción de salario (9 %) (Carella, 2021). Sin duda, los informes de 2021 tendrán datos mucho más certeros sobre las afectaciones del covid-19 sobre la población.
[ 29 ] En el primer capítulo intentamos dar cuenta de la situación económica que se ha generado tras la pandemia en la región latinoamericana. En este segundo capítulo nuestro interés es argumentar en favor de un cambio de perspectiva del análisis. Eso significa desarrollar una capacidad de análisis que permita considerar también esas subjetividades no institucionales, ni institucionalizadas que constantemente actúan y dan forma a los contextos sociales. El objetivo es demonstrar esta capacidad y la importancia de la acción social apoyándonos en análisis históricos y teóricos que valoran el papel de estos actores con atención específica a las formas de acción económica que se llaman “economía social” y “economía popular”. Los sectores populares y los grupos vulnerables de los países latinoamericanos sufrieron fuertes afectaciones por las consecuencias socioeconómicas de la pandemia. Las afectaciones para los trabajadores variaron según los sectores productivos; la pérdida del empleo e ingreso ha golpeado principalmente a aquellos que operan en condiciones de informalidad o precariedad que comúnmente quedan excluidos de las garantías y las protecciones sociales reconocidas en los derechos laborales. Estos sujetos, que en la literatura académica y en los programas gubernamentales suelen ser invisibilizados o no reconocidos, han adquirido cada vez más protagonismo en la estructura productiva global posterior a la crisis del fordismo de los años setenta. Ellos mismos constituyen la mayoría de la fuerza de trabajo de los países latinoamericanos. CAPÍTULO 2. CONSTRUCCIÓN DE ALTERNATIVAS DESDE ABAJO
30 Como quedó reflejado con los datos del capítulo anterior, la estructura de los mercados de trabajo nacionales de la región ha hecho que las medidas de ayuda planteadas por los gobiernos para hacer frente a la crisis hayan tenido eficacia limitada. Muchas de ellas han sido medidas fiscales y monetarias de apoyo a los ingresos de empresas y trabajadores que, por su naturaleza, si bien con diferencias entre los países, no han podido alcanzar a todas las personas que lo necesitan. El enfoque ha sido, en especial, a la reconstrucción y rearticulación de las cadenas de valor internacionales y a aspectos macroeconómicos que poco se vinculan con las condiciones de vida de las masas que habitan la región. Respondiendo precisamente a un esquema tradicional, las medidas quedaron ciegas frente a esos sectores sociales vulnerables o a las formas de trabajo “no tradicionales” que, también en tiempos “normales”, no suelen ser alcanzados por las formas comunes de welfare. Es en este contexto que se ha registrado en América Latina, como en el resto del mundo, el surgimiento de numerosas iniciativas nacidas al interior de la sociedad civil. Estas acciones no se limitan a buscar soluciones inmediatas a los problemas generados por la pandemia, sino que también tienden a leer la pandemia como una continuación de los problemas que ya existían. La crisis generada por la pandemia, en este sentido, es leída como expresión de una crisis general del sistema capitalista. Las acciones han sido y siguen siendo llevadas a cabo por diversas organizaciones asumiendo varias formas: desde el asociacionismo, pasando por los emprendimientos económicos asociativos, el mutualismo y la solidaridad social, hasta el movimiento social. Este conjunto de actores, al cual podemos referirnos generalmente como “sociedad civil”, refiere a un campo distinto al de los actores dominantes de la política y de la economía. Como lo señalan los reportes e informes de las organizaciones internacionales, no sólo es posible reconocer un desequilibrio
31 hacia el mero dato macroeconómico, sino también se nota cómo el campo de la subjetividad se limita a los actores institucionalizados: el Estado y los partidos en el campo político, las empresas y las centrales sindicales en el ámbito económico. Según estas perspectivas, las actividades que interesan a este trabajo no caben dentro de la definición de una “reactivación económica”, porque son incapaces de reconstruir el ciclo capitalista. Nuestra apuesta y propuesta es valorar las acciones de estos actores para poderlas leer como una “reactivación desde abajo”. Esta noción quiere ser un intento de dar cuenta del esfuerzo difuso y local de una heterogeneidad de actores populares que están jugando un papel importante para reducir las consecuencias socioeconómicas de la pandemia en grupos de poblaciones pobres y vulnerables enAmérica Latina, ante las representaciones oficiales y mediáticas que suelen centrar sus miradas en las acciones de los gobiernos y en los indicadores macroeconómicos. Una operación que se hace visible modificando la mirada del ciclo capitalista de valorización, hacia la centralidad de los sujetos y su reproducción. Las múltiples iniciativas promovidas por diferentes actores locales y autoorganizados de la sociedad civil representan respuestas desde abajo que tienden a reducir los efectos más graves de las consecuencias socioeconómicas de la crisis sobre sectores populares y grupos vulnerables. La literatura internacional desde hace algunas décadas ha reconocido e investigado el protagonismo de estos actores plurales y locales; incluso ciertos debates los reconocen como expresiones de resistencia a los modos de dominación neoliberal y ellos apuestan como medios para la construcción de alternativas a la sociedad del dinero. Nuevas formas de dominación y resistencia en el neoliberalismo La era neoliberal ha implicado una transformación de la dominación y la resistencia, generando la emergencia de nuevas formas
32 organizativas y reivindicaciones de los grupos subalternos, así como de nuevos debates sobre la construcción de alternativas sociales. La literatura internacional menciona que durante la época fordista o keynesiana la conflictividad social en los países industrializados se expresaba, especialmente, al interior de las relaciones de explotación del trabajo asalariado fabril, y a través del protagonismo del movimiento obrero organizado e institucionalizado dentro de los mecanismos de regulación, negociación y redistribución del Estado de bienestar (Hirsch, 1996). En Latinoamérica, con una composición mayoritariamente rural de la clase trabajadora, se generó un antagonismo explícito y difuso también en el asunto del acceso campesino a la tierra que, para el caso de México, tuvo su máxima expresión en la Revolución de 1910. La configuración política, normativa e institucional que surgió de ella y que a menudo fue nombrada como Estado corporativo o posrevolucionario, fue una forma específicamente mexicana de keynesianismo, que reconoció a las clases trabajadoras asalariadas de la ciudad y las campesinas de las zonas rurales; al mismo tiempo que institucionalizó la conflictividad social al interior de las organizaciones corporativas y los mecanismos estatales de negociación y redistribución de la riqueza (Roux, 2005). En ese contexto, el Estado representaba un espacio privilegiado de contención y regulación de la conflictividad social, expresada especialmente por la lucha obrera contra la explotación y la campesina para el acceso a la tierra como medio de producción. Los principales actores que operaban en ese escenario eran los partidos disputándose el control del poder político –aunque, en el caso del monopartidismo enMéxico, la disputa se daba, de manera primordial, al interior del partido de Estado–, y las organizaciones, representantes de los trabajadores asalariados de la ciudad o los campesinos. Ese Estado keynesiano o corporativo intervenía activamente en la economía y en los mecanismos redistributivos,
33 con la finalidad de regular esa conflictividad social, generando el contexto por particulares prácticas de lucha, que veían el protagonismo de actores obreros o campesinos, reivindicando mejoras al interior de los mecanismos desiguales de distribución de la riqueza social, en su forma económica –salario, tierra, precios de los productos, etcétera– o de servicios sociales. A pesar de la existencia de voces minoritarias alternativas (Quijano, 2007), la mayoría de las propuestas teóricas y de los discursos de las organizaciones obreras, campesinas y revolucionarias apostaban al cambio social en el protagonismo de la clase obrera, en el horizonte del control del poder estatal y en formas organizativas verticales y vanguardistas. La reconfiguración productiva, institucional y normativa en la era neoliberal generó una transformación profunda, tanto de la conflictividad social como de los debates teóricos para el cambio social, debido a que se anularon o debilitaron los anteriores canales de mediación a través de los cuales se había expresado y contenido el conflicto social (Hirsch, 1996; Roux, 2009), reduciendo la capacidad de intervención antagonista dentro de las relaciones de explotación fabriles y a través de las instituciones estatales. No se trata de que la lucha obrera por mejores condiciones laborales, la lucha campesina por la tierra o la lucha partidista por el poder político hayan desaparecido, sino que han adquirido visibilidad y protagonismo nuevos actores sociales que dirigen su intervención hacia nuevas relaciones de dominación y nuevos ámbitos de intervención: las luchas indígenas para el reconocimiento de su identidad étnica o para la autonomía, las luchas feministas contra la dominación patriarcal, la oposición a los planes logísticos e infraestructurales, la lucha ecologista de vecinos defendiendo sus entornos de vida y productivos contra el despojo o la contaminación, hasta, para el caso mexicano, la organización ciudadana contra la violencia criminal y estructural. Observamos entonces una pluralidad de figuras sociales que han
34 multiplicado la concepción de las relaciones de poder y de la resistencia, más allá de la lucha contra la explotación y el poder político (Foucault, 2002). La literatura sobre estos movimientos sociales en América Latina evidencia que estas expresiones plurales de la conflictividad social contemporánea encuentran dificultad para abrir vías de resolución o negociación en los canales institucionales y a través de las tradicionales instancias sindicales o partidistas, por tanto, sus acciones suelen presentarse en las modalidades de la confrontación directa con los actores dominantes o de la implementación de prácticas autogestivas y autónomas para la resolución de necesidades inmediatas (Zibechi, 2003; Seoane, 2006; Modonesi e Iglesias, 2016). Desde el punto de vista de las formas organizativas, varias de estas luchas se constituyen a partir de vínculos territoriales o vecinales y, en su mayoría, rechazan estructuras verticales y vanguardistas para, en cambio, promover mecanismos decisionales asamblearios y tendencialmente horizontales (Zibechi, 2003; Modonesi e Iglesias, 2016; Adawosky, 2007). Otro elemento de novedad es el rechazo a la profesionalización del militante, en el sentido de que los individuos que protagonizan estas luchas no suelen tener una formación especializada y con dedicación total al activismo social (Baschet, 2015; Adawovsky, 2007; Zibechi, 2001). La emergencia de estos múltiples y novedosos movimientos sociales ha generado una producción teórica plural al interior de una izquierda alternativa anti-estadista, con la cual se proponen nuevas comprensiones de la dominación capitalista y de la construcción de alternativas a ella. Una amplia parte de esta producción teórica apuesta a los procesos de autoorganización de base y de corte autogestionarios como medios para el cambio radical. Algunas reflexiones elaboradas al interior de estos debates cuestionan la supuesta neutralidad del Estado para reconocer su papel funcional en la reproducción de la sociedad dominante o su incapacidad de
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