Pasos Nueva Época 6

3 José Leopoldo Castro Fernández de Lara* iNNOVAND Uno de los pilares del aprendizaje son las prácticas de campo. En el currículum de Psicología estas existen desde que se formó la licenciatura en la Universidad Iberoamericana Puebla. En un principio fueron una apuesta y a más de treinta años de aquel momento todavía otras universidades se debaten en la pertinencia de que las alumnas “practiquen” desde el primer semestre, bajo el argumento de que son nuevas y no saben nada… Normalmente la práctica profesional se deja para el final de la carrera, momento en el que se considera que las psicólogas son capaces de desarrollar una serie de conocimientos en campo. La postura que subyace en el modelo de aprendizaje de psicología en la Ibero, son las competencias, las cuales requieren saber hacer, saber estar, saber entender, qué hacer, en donde estás, no como un recetario sino como un catálogo de herramientas personales, profesionales e instrumentales que el estudiante tiene disponibles para utilizar en cada situación. Epistemológicamente no existe una situación similar. No existe un conocimiento teórico que permita dar respuesta dos veces por sí solo a la realidad, pues ésta se va actualizando en cada momento, sea por parte del usuario que recibe el servicio, del estudiante que lo presta o del contexto que influye en la relación de ambos. Un niño nunca es el mismo niño y, por lo tanto, requiere siempre una nueva mirada. Un diagnóstico se convierte desde esta perspectiva en una herramienta de poca utilidad que a lo mucho permite hacer una criba entre los conocimientos y las herramientas de otro tipo para saber qué hacer. En esta concepción de la realidad es importante que las alumnas practiquen, que estén en campo y aprendan por competencias. No por cumplir con requisitos de innovación educativa, más bien por tener un método de aproximación a la realidad que incluya toda su persona: sus ideas, sus deseos, sus miedos, sus cuerpos, sus conocimientos y les permita integrarlos al servicio del otro. Estas materias se diferencian de las demás por su propia naturaleza: están fuera de la universidad, con personas reales y cada alumno requiere de recursos y herramientas personales –no solo intelectuales– para poder cursarlas. Al suceder los años se generó la reflexión sobre cómo evaluar dichas materias. La tendencia de procesos y las exigencias oficiales obligaron a utilizar una calificación numérica que normalmente se basaba en trabajos escritos, ensayos, programaciones de sesiones y, en el mejor de los casos, portafolio de evidencias. Según pasaron los años, profesoras y alumnas fueron acomodán- dose a esta idea y aunque existía la percepción de calificaciones injustas por parte de algunas docentes (por poner un ejemplo, dos alumnas podían obtener 8 teniendo actitudes radicalmente distintas hacia los beneficiarios), las reglas se cumplían. En los años 2014-2016 se llevó a cabo el proyecto de investigación “La universidad más allá de sus muros: propuesta metodológica para una evaluación integral de las prácticas formativas en el currículum de Psicología”. A través de metodología cualitativa de última generación se buscó implementar un modelo de evaluación para las prácticas de campo super- visadas que recupera el espíritu esencial de dichas materias y las alineara con el aprendizaje por competencias que hasta el momento se pensaba existía, pero era imposible medir debido, entre otras variables, al método de evaluación utilizado. En un primer momento se hizo un diagnóstico del funcionamiento de la evaluación. Se incluyó a las profesoras, varias de ellas titulares de la materia, al menos por una década. Se realizó también un análisis documental de todos los materiales escritos que se pudieron recuperar durante quince años. De este primer análisis y observaciones en los escenarios se obtuvo un panorama que permitió identificar las carencias de la evaluación y la riqueza existente que no era valorada por la misma. Al mismo tiempo se Implementación de evaluación por competencias en prácticas de campo supervisadas