Pasos Nueva Época 4
*Coordinadora de la licenciatura en Educación y de la licencia- tura en Procesos Educativos. Universidad Iberoamericana Puebla. marisol.aguilar@iberopuebla.mx 8 CONTEXT s hay que responder: ¿qué elementos contendría un “trabajo modelo”?, ¿cuál sería su estructura?, ¿cómo sería su redacción, ortografía y sintaxis?, ¿qué tipo de juicios esperaríamos encontrar?, etc. La respuesta a estas preguntas serán los criterios con los que vamos a evaluar el producto. Una vez hecho lo anterior corres- ponde establecer niveles de calidad. Si partimos de visualizar cómo sería un ensayo ideal (excelente), ahora corresponde establecer cómo sería uno bueno, uno aceptable, uno insuficiente, etc., desde cada uno de los criterios definidos. Un excelente recurso para lograr este propósito es la rúbrica, la cual, “es una escaladeevaluaciónqueestablecenivelesprogresivos de dominio relativos al desempeño que una persona muestra en un proceso, integrando un amplio rango de criterios que cualifican de modo gradual el tránsito de un desempeño incipiente o novato al grado de experto”. Ahora bien, todo lo anterior resultaría inútil si no se asigna el tiempo suficiente para dar a conocer previa- mente a los alumnos todo el procedimiento de evalua- ción, enfatizando los criterios de calidad, con el propósito de resolver dudas, precisar tiempos y clarificar las activi- dades. Cuando un alumno sabe de antemano qué se espera de él, podrá organizar mejor su tiempo y, sobre todo, identificará qué es lo que debe lograr en términos de aprendizaje. Esta comunicación debe mantenerse en todo momento para abrir paso a la retroalimentación, la cual es uno de los aspectos más importantes de un proceso de evaluación formativa, pues finalmente lo que interesaespromover enel alumnounamejoraconsciente e intencional sobre su propio aprendizaje. Así pues, el acompañamiento durante toda la experiencia y los comentarios oportunos sobre su desempeño le ayudarán a avanzar progresivamente en el proceso de autorregu- lación. A manera de conclusión podríamos decir que la definición de criterios de evaluación ayuda a que la propia evaluación sea en sí misma una oportunidad para seguir aprendiendo y para que el alumno identifique qué logró, qué le faltó y qué deberá hacer para corregir sus fallas. El docente deberá desmitificar la evaluación, limpiándola de su carga negativa —aquella que genera estrés y angustia en el alumno— y, más bien, integrarla a todo el proceso de manera natural. De esta premisa se desprende la evaluación formativa y continua que no se reserva sólo para el final sino que está presente a lo largo de todo el curso, generando información de carácter retroalimentador útil para el docente y para el alumno, en términos de la autorregulación de la enseñanza y del aprendizaje, respectivamente. El establecimiento de criterios de calidad consistentes, claros, pertinentes y que se comunican oportunamente, resulta clave para un proceso evaluativo exitoso. Con el fin de no perdernos en el camino, ayudaría generar espacios para compartir prácticas evaluativas entre los docentes, aprender de la experiencia, enriquecernos mutuamente y resignificar nuestro quehacer. REFERENCIA Díaz Barriga, F. 2006. Enseñanza situada, vínculo entre la escuela y la vida. México: Mc.Graw Hill.
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