Pasos Nueva Época 18

08 Lorenza Medrano Torres* evaluación del proceso de aprendizaje en el modelo híbrido desde la perspectiva del estudiante Como alumna que ingresa de manera presencial a cursar el sexto semestre de la carrera, después de casi dos años de haber estado en modalidad 100% en línea, hago una reflexión de cómo percibo mi proceso de formación. Al regresar a la modalidad presencial, observo que tanto alumnos, como profe- sores nos dividimos en tres categorías; la primera, los que les urgía regresar de manera presencial; la segunda, los que no saben cómo tomar este cambio y llegan tentando el terreno, y la tercera, los que se nota que no quieren regresar y que, de hecho, no lo hicieron. Para mí no fue difícil definir e identificar estas categorías, fue bastante sencillo, gracias a observar el rendimiento y las “ganas” que cada quien les ponía a sus diferentes asignaturas. De manera desafortunada, en la modalidad virtual viví situaciones poco alentadoras, como pasar de tener una clase de cuatro horas de duración a la semana a tan sólo 30 minutos, y donde un porcentaje importante de la calificación final era mantener la cámara encendida, a pesar de que, a la semana de haber iniciado el curso, ya ni los profesores lo llevaban a cabo; la verdad es que esto provocó que le perdiera el amor a mi carrera. Sinceramente, y aunado a lo anterior, no entendía el aspecto de llevar una carga completa de materias si, a su vez, los profesores no se iban a comprometer a apegarse a la cronología inicial. Aunque suene crudo decirlo, en ese tiempo de pandemia aprendí mucho, sí, pero nada del contenido relacionado con mis asignaturas; aprendí que no puedo tomar una clase desde mi habitación debido a todas las distracciones que existen; que me es impo- sible ponerle atención a un profesor que da una clase que comienza a las 7 de la mañana, pues la tomo desde la comodidad de mi cama; además, si a esto le sumamos la falta de motivación por parte de los profesores, entre otros aspectos, trae como resultado casi cuatro semestres perdidos, y que ahora, como consecuencia, carezca de todos esos conocimientos, los cuales ya debería de tener aprehendidos. En Primavera 2022 regresé a clases en modalidad presencial y el cambio fue radical, pues regresar y poder estar otra vez dentro de un salón de clases resultó increíble puesto que sin importar que sólo estuviéramos tres personas en el salón, sentí que podía aprovechar al máximo la clase porque estaba sentada frente a frente con el profesor, al pizarrón y junto a otra compañera. Ahora, mis profesores se podían dar cuenta cuando no entendía, me perdía o que necesitaba escucharlo una vez más. Al principio fue extraño, pues el salón de clases estaba completa- mente en silencio aun estando lleno, pues nos habíamos acostumbrado a no reír de los chistes que surgían de la interacción social, ni hacer expresiones fáciles pues nadie los escuchaba o los veía. Así pasamos varias semanas hasta que nos fuimos soltan- do y adaptando y el ruido regresó a ser protagonista, dando pie a que el proceso de enseñanza-apren- dizaje se volviera colaborativo y recíproco. Ahora, hablando desde una modalidad híbrida, he de reconocer que los salones están perfectamente adecuados para que tanto los estudiantes en casa como los que están en las instalaciones de la univer- sidad puedan tomar clases satisfactoriamente, pues el pizarrón, las cámaras, los micrófonos, etc., están perfectamente adaptados para cumplir y satisfacer esa necesidad, fue realmente admirable ver cómo nos pudimos acoplar a los cambios que trajo la COVID-19. Por el contrario, haciendo referencia a los profe- sores, he podido conversar con algunos de ellos y mencionan que desde su punto de vista, este cambio ha sido más difícil, pues ellos tienen que dar la clase de manera simultánea en ambas modalidades, lo que me ha permitido ver que sí se les dificulta mantener un balance en las participaciones de los alumnos, y si EN BUS UEDA

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