10 “…nuestra competencia socioemocional y la de los profesores pudo evidenciarse, en menor o mayor medida en las acciones y formas de abordar los problemas que se presentaban a lo largo de los diferentes cursos y seminarios…” La competencia SOCIOEMOCIONAL: LA NECESIDAD DE SU EVALUACIÓN Introducción En la última década, el incremento de las publicaciones sobre inteligencia y educación socioemocional ha sido notorio. Se ha demostrado el impacto que tienen las habilidades socioemocionales en el rendimiento académico de los estudiantes, en las interacciones que se generan dentro y fuera del aula, y en el bienestar emocional general tanto de docentes como de estudiantes (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004; Pena-Garrido y Repetto-Talavera, 2008). La reflexión que se presenta en este texto está orientada a la evaluación de la competencia socioemocional. ¿Por qué es necesaria su evaluación?, ¿de qué manera se puede conocer el nivel de desarrollo de esta competencia en los profesores y estudiantes?, ¿se debería integrar al instrumento de evaluación que se utiliza en los posgrados de la IBERO, o basta con conocer la pertinencia de los contenidos de los cursos, el desempeño del profesor desde su competencia profesional y didáctica, y del propio estudiante, con base en el desarrollo de sus capacidades profesionales y el manejo de sí mismo para su aprendizaje? La competencia socioemocional integra un conjunto de habilidades para percibir las propias emociones y las de los demás, valorarlas y tomar decisiones sobre qué hacer con ellas, de manera que nos permita mantener o recuperar la estabilidad emocional ante situaciones de desequilibrio y mejorar nuestras relaciones interpersonales. Este tiempo de confinamiento ha implicado aislamiento social, senti- mientos de incertidumbre, pérdidas humanas y económicas, entre otros aspectos. Los y las estudiantes que formamos parte del Doctorado Interinstitucional en Educación (DIeE) entramos en esta dinámica caracte- rizada por la incertidumbre, tuvimos que realizar adecuaciones meto- dológicas para abordar los diferentes objetos de estudio, organizar espacios en casa para atender situaciones de tipo personal, laboral y académico. Sin embargo, también pudimos identificar algunas ventajas del trabajo a distancia: además del cuidado de la propia integridad física, desarrollamos habilidades tecnológicas y buscamos formas innovadoras para interactuar con otros. Probablemente también reconocimos habilidades para el manejo de nuestras emociones que nos permitieron afrontar situaciones adversas. Es decir, nuestra competencia socioemocional y la de los profesores pudo evidenciarse, en menor o mayor medida en las acciones y formas de abordar los problemas que se presentaban a lo largo de los diferentes cursos y seminarios. No obstante, sería pertinente realizar la evaluación comprensiva Patricia Elizabeth Altieri Ramírez* serendipias
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