Pasos Nueva Época 11
CONTEXT s 6 En segundo lugar, para actuar en un mundo líquido, en la actualidad, el docente debe aprender a fluir, moverse entre el cambiante paisaje sin perder el equilibro. La competencia docente requiere hoy, más que nunca, de la capacidad de navegar entre grandes cantidades de información, lo que incluye (y de esto no se habla mucho) distinguir cuándo es suficiente un acercamiento superficial de cuándo es necesario profundizar para comprender, o bien, integrar para no fragmentar. Y el reto se acrecienta cuando el docente líquido se da cuenta de que, además de cambiar él mismo, deberá convertirse en guía para sus estudiantes, de manera que ellos desarrollen sus propias estrategias para la integración, profundización y discriminación de información. En tercer lugar, la docencia líquida exige un alto grado de competencia creativa para responder a situaciones inéditas con los recursos que se encuentran a la mano. Por esta razón, el docente líquido debe ejercitar constantemente su capacidad de resolución de problemas, experimentar, promover la innovación y, al mismo tiempo, ayudar a sus estudiantes a incorporar estas prácticas en sus procesos de aprendizaje, independien- temente del tema o, incluso, del nivel escolar. Y ya que ha aparecido el ámbito escolar, también es necesario señalar que, en nuestro tiempo, el docente líquido ha de darse cuenta de la cambiante (y difusa) frontera de lo que puede entenderse por escenario de aprendizaje. Hasta hace algunas décadas, el conocimiento circulaba principalmente entre aulas y pasillos de edificios, pero, como nos ayuda a comprender César Coll (2013), a través de la noción de “aprendizaje sin costuras”, en la actualidad cada vez es más difícil distinguir los límites entre los diferentes espacios y episodios en los que tiene lugar el aprendizaje. Por ello, el docente líquido es aquel capaz de incorporar en sus prácticas, estrategias para que su intervención, de manera simultánea, aproveche e impacte las experiencias y saberes allende su salón de clase. Mucho tiempo se ha hablado sobre la conveniencia de promover el aprendizaje colaborativo y, desafortunadamente, pocos han sido los resultados conseguidos. Es reveladora la voz de Pierre Lévy (1999), quien a través de sus reflexiones nos obliga a darnos cuenta, con pesar, de la frecuencia con la que un grupo de personas inteligentes, al actuar juntas, no solamente son incapaces de colaborar, sino que se las arreglan para anular sus inteligencias individuales.
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