Pasos Nueva Época 11

La docencia líquida no es docencia solitaria Omar Gutiérrez Peral* 5 CONTEXT s Zygmunt Bauman (2004) en su libro Modernidad Líquida , ha señalado que, a diferencia de otros momentos históricos, mucho más “sólidos”, en los que la estabilidad y duración de las estructuras era mayor, la sociedad contemporánea se caracteriza principalmente por la condición de permanente cambio. Con lo anterior, el autor evidencia la necesidad de recomponer nuestras prácticas y construir nuevas identidades culturales en un escenario en el que todos estamos obligados a desarrollar competencias para actuar en situaciones constantemente mutables. A quienes nos desempeñamos en ámbitos educativos, especialmente a los docentes, la vertiginosa necesidad de aprender, reaprender y desaprender, nos resulta particularmente conocida: identificamos las cambiantes señas de identidad de nuestros estudiantes de un ciclo escolar al próximo, o bien, escuchamos aquí y allá de una nueva metodología didáctica, o de una tecnología modernísima que se incorpora a la caja de herramientas y que es importante dominar y aplicar de inmediato. Y, sin embargo, aunque conscientes de la necesidad de cambio, son muchas las ocasiones en las que, a través de nuestras prácticas, nos repetimos una y otra vez. Por consiguiente, resulta conveniente reflexionar sobre algunas de las pautas a considerar en la transición de docentes sólidos a docentes líquidos, noción novedosa e innovadora que nos ayudará a formular estrategias para fluir (sin naufragar) en nuestros entornos. Principales características de la docencia líquida En los siguientes párrafos se perfilarán las principales características de la docencia líquida, referidas a cinco aspectos primordiales: capacidad de hacer frente a la incertidumbre, capacidad de fluir, capacidad de resolver problemas y actuar de manera creativa, capacidad de actuar frente a la diversificación de espacios y momentos de aprendizaje y, finalmente, capacidad de promover y practicar la colaboración. En primer lugar, señalemos que la docencia líquida se ejerce cuando se tiene la capacidad de enfrentar la incertidumbre, asumiéndola como parte del acto educativo, tratando siempre de ayudar a los estudiantes a germinar respuestas que les sirvan de guía para tomar decisiones, pero advirtiéndoles (y advirtiéndose a sí mismo) del espejismo que se esconde detrás de las certezas. Después de todo, como plantea Morín (1999): “Una gran conquista de la inteligencia sería poder, al fin, deshacerse de la ilusión de predecir el destino humano”. Todo cambia… a gran velocidad

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