Pasos 8

5 c o n t e x t o s La calidad académica como pertinencia social David Fernández Dávalos SJ* U na universidad jesuita es siempre una universidad histórica, esto es, conformada en su identidad y sus fun- ciones según las exigencias de la con- creta realidad en la que se inserta. No existe un modelo único de universidad jesuita, ni los modelos que existen lo son para siempre. La calidad e idonei- dad de una institución universitaria de la Compañía de Jesús se mide, con- secuentemente, en relación con la respuesta que da a las necesidades históricas del entorno en cada tiempo y lugar, es decir, por un criterio esencial- mente político de pertinencia social. La universidad ignaciana tiene la experiencia histórica de la realidad que la rodea y experimenta la exigen- cia ética de trabajar para transformarla. En nuestro país, esa realidad la hemos experimen- tado como injusta e irracional, y la exigencia ética la vivimos como el impulso a trabajar a favor de aque- llos cambios que propicien una realidad más justa, libre, solidaria y racional. Esto lo queremos hacer universitariamente, y con espíritu cristiano. Una universidad jesuita será mejor universi- dad en la medida en que entienda mejor la realidad en la que se inserta y contribuya a transformarla con mayor eficacia. Una universidad de la Compañía será de mayor calidad en la medida en que forme a los profesionales que la sociedad necesita para edificar y animar una sociedad más humana, más solidaria. La calidad académica de una institución ignaciana será mayor en tanto sus conocimientos y saberes surjan de la realidad social a la que se debe y respondan de manera más adecuada a las necesi- dades que esa realidad le plantea. Una universidad nuestra será excelente académicamente cuando su docencia, su investigación y su vinculación social sean pertinentes socialmente: transmitir, construir, gestionar conocimientos que se relacionen con la concreta realidad socioprofesional de las carreras, con la particular realidad sociopolítica del país, y con el proyecto futuro de nuestros pueblos. Una universidad de calidad es, pues, aquella que es per- tinente para el entorno, para su contexto concreto, desde un saber riguroso, avanzado y flexible. LA DOCENCIA Para que la docencia sea valiosa se requiere que ésta se guíe desde el objetivo de ser también per- tinente socialmente. Es decir, que transmita y cree los saberes necesarios para la atención de las ne- cesidades sociales, en función de la evolución y la transformación de la sociedad. Supone una perma- nente tensión entre lo que reclaman los alumnos y lo que reclama la sociedad y su transformación. Ellacuría decía que con un enfoque mera- mente profesionalizante, es decir, centrado sólo en las necesidades del alumno y sin responder a las necesidades de la sociedad, tendríamos una mala docencia tanto desde el punto de vista téc- nico como desde el punto de vista ético. Desde el punto de vista ético porque los profesionales ser- virían solamente para fortalecer el estado injusto de cosas, y desde el punto de vista técnico, por- que sin la pertinencia social, la docencia se vuel- ve inoperante, irrelevante, repetitiva, vieja y, en el mejor de los casos, abstracta. La buena docencia depende de la buena orientación universitaria, de su pertinencia social. Desde una universidad jesuita lo que se debe enseñar y lo que se debe aprender es la gran asignatura de la realidad histórica del país y la región. Entre otras cosas esto quiere decir que cada materia que se imparta ha de ser configura- da conforme a las demandas de la realidad local y nacional, que ha de ser como el fundamento y lugar de aplicación de cualquier materia; la reali- dad concreta no sólo configura cada una de las materias, sino que las unifica y les da su auténti- co carácter transdisciplinario. El problema de la docencia es el de su comprensión desde la realidad y para un cambio profundo de esa realidad: así, el profesor ha de dominar de tal modo la propia profesión que la pueda poner en relación directa con la estructura social y con la marcha del proceso histórico. La docencia es también, específicamen- te, principio de valor. Esto quiere decir que gene- ra valores que sólo se dan mediante la dinámica de la docencia. La Universidad Centroamericana de El Salvador los enumeraba como sigue: Es estímulo a la preparación académica Es uno de los controles de la capacidad, dedicación, enfoque y compromiso del docente y de su producción académica Ayuda a la creación de un estilo mental crítico y dispuesto a dar razón de lo que afirma Supone un contacto con la pluralidad de personas y pensamientos, lo que enrique- ce a los académicos universitarios Garantiza la existencia de una pluralidad de profesionales y académicos, así como de un conjunto de métodos y conocimien- tos diversos Puede formar profesionales honestos para la transformación social. Conviene aclarar, por último, que la ne- cesidad de que sean pertinentes socialmente no anula la especificidad y el dinamismo propio de cada una de las disciplinas, antes bien, exige esa especificidad y ese dinamismo para que sean ca- balmente universitarias. *Rector de la Universidad Iberoamericana Puebla david.fernandez@iberopuebla.mx

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