Pasos 3
P ara cualquier institución educativa la evaluación del aprendizaje es un tema central, pues a través de este proceso se espera determinar qué impacto tiene en los estudiantes la formación que se ofrece, así como si se está cumpliendo a cabalidad con la misión que le da sentido. No obstante, hay un gran reto en esta pre- tensión pues se trata de una de las tareas más complejas del proceso educativo. Esto se debe a que, por un lado, la evaluación es una función mul- tidimensional que responde a diversos propósitos e intereses, habiendo así muchas y muy variadas maneras de concebirla y de operarla. Y, por otro, el aprendizaje es también un concepto cambiante que ha sido abordado desde múltiples perspectivas. Por lo que, cuando intentamos evaluarlo, ¿a qué tipo de aprendizaje nos referimos y por consecuencia a qué tipo de evaluación? Además, debemos considerar que cuando el alumno aprende lo hace poniendo en juego, simultáneamente, todas sus dimensiones, de forma que al desempeñarse competentemente de realiza una aguda crítica acer- ca de los procesos para evaluar el aprendizaje, y los riesgos que se corren cuando la función evaluati- va se convierte en el fin y no en el medio, cuando no se integra al pro- pio proceso educativo, cuando no brinda una oportunidad para seguir aprendiendo, cuando genera vicios y simulaciones y cuando es ajena, incluso, al propio aprendizaje. Para continuar con la re- flexión suscitada en números an- teriores acerca de cómo conciben nuestros alumnos a los “buenos” y “malos” profesores, esta vez le cedemos la palabra a María José Corona Burch y Sofía Reynoso Bri- to, alumnas de 6° semestre de la licenciatura en Procesos Educati- vos, quienes nos comparten su tes- timonio directo. Abordan en su texto cuestiones como la retroalimenta- ción, las expectativas del docente hacia sus alumnos, su experiencia y conocimientos, su vocación y com- promiso y la manera en la que eva- lúan y califican el aprendizaje, entre otros interesantes ejemplos. Marisol Martínez Kasten nos comparte, en la sección “Innovan- do”, la experiencia que coordinó en el Área de Síntesis y Evaluación de la licenciatura en Procesos Educa- tivos, por medio de una estrategia formativa que permitió a los alum- nos poner en juego diversas com- petencias al generar proyectos de emprendimiento y empleo asociado, así como a desarrollar aprendizajes colaborativos. Sin duda, una prácti- ca novedosa y muy enriquecedora. Finalmente, presentamos en la sección “Los números de la eva- luación” los logros de nuestra insti- tución en materia de acreditaciones, investigación y superación acadé- mica. Aspectos neurálgicos para cualquier universidad. Deseamos aportar en este ejemplar nuevas reflexiones que nos ayuden en el quehacer diario, como alumnos, como profesores o como autoridades educativas, y que orienten nuestros pasos a un rumbo compartido: el aprendizaje. no existe una separación de la parte cognitiva, de la afectiva, la simbólica o la social, ya que se puede estar aprendiendo cono- cimientos, desarrollando habilidades y valorando y mostrando actitudes a la vez. Por lo tanto, evaluar el aprendizaje desde enfoques más integradores, no es un asunto sencillo. En los tiempos que corren se han transformado las ma- neras en que los individuos aprenden y, en consecuencia, la propia concepción del aprendizaje, pues éste ha dejado de ser lineal y memorístico para convertirse en un proceso dinámico que sucede a lo largo de toda la vida y que no se limita a las aulas. Con esta mirada, el aprendizaje está indisolublemente ligado con las competencias que nos permiten desenvolvernos en una sociedad cambiante y compleja, así como al desarrollo integral de la persona. Igualmente, ha dejado de ser una pro- piedad individual para convertirse en una construcción social que se da dentro de marcos colectivos, y donde se reconoce lo cognitivo, pero además los elementos sociales y culturales que lo rodean. Ha dejado de medirse a través de los conocimientos que una persona es capaz de declarar, pues más importante es el cómo y el para qué los emplea, lo cual implica necesaria- mente al otro y al entorno. Por tanto, también buscamos apren- der a construirnos como mejores personas dentro de mejores sociedades. La evaluación de los aprendizajes desde esta visión re- quiere dejar de centrarse en los resultados para mirar también los procesos. Dejar de medir la memoria del alumno o la acu- mulación de datos inconexos para evaluar sus desempeños donde pone en juego todas sus competencias para resolver los desafíos que enfrenta y que le demandan su máximo esfuer- zo. Asimismo, dejar de ser un poder que pertenece al docente para integrar procesos de autoevaluación y coevaluación ad- quiriendo así funciones formativas, reflexivas y participativas dentro de un abordaje más integral. Así pues, en nuestro tercer número de Pasos , Celine Armenta Olvera nos presenta un texto muy provocador don- 3 c r i t e r i o s Evaluación y aprendizaje.
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