Pasos 23

LA FORMACIÓN EN POSGRADOS EN ÉPOCA DE URGENCIAS el asalto del apuro, porque los proyectos de investigación tienen que dar resultados o tienen que presentar evidencias. Cada vez es más común observar que los procesos y los vínculos pedagógicos se impregnan de estas presiones pro- ductivistas; por eso en este marco propongo poner a tra- bajar estas inquietudes y tensiones para re exionarlas des- de otros modos de hacer, y de esa forma comenzar a desba- ratar los imaginarios de lo imposible. Abundante literatura en México y en otras geografías alertan del riesgo que corre la escuela y la universidad de contribuir a naturalizar la relación productivista (Hernández, Delgado-Gal y Pericay, 2013; Ordine, 2013; Fernández, García y Galindo, 2017; Dussel, 2017). En ese sentido, como universidad seguimos teniendo el desafío de crear espacios y tiempos para que las y los estudiantes se organicen en torno al estudio. Cuando hablo de estudio tomo en préstamo la idea de Bárcena, López y Larrosa (2020) al referirse a ese tiempo para la indagación, la conversación, tiempo para suspender las exigencias de la utilidad. Esta es una presión que in uye tanto a docentes como a estudiantes; la exigen- cia y la presión de ser productivos, de que cada clase, lec- tura, conferencia o tarea sea útil, “sirva para el proyecto”, “tenga que ver con mis intereses”, “me sirva para mi prác- tica” o que eso que se elaboró tenga la urgencia de conver- tirse en tesis, publicaciones, planes de negocios, proyectos de intervención, o de lo contrario resulta inútil. Nos enfrentamos a lógicas de producción intelectual bajo un orden que responde mayormente a la adquisición de diplomas y reconocimientos. Se tiene la idea de que además de útil tiene que ser rápido, claro y sencillo. Hay una coloni- zación en los modos de enseñar que va reduciendo la complejidad y deriva en procesos educativos simpli cados, inmediatos, aunque al mismo tiempo se sigue sosteniendo la idea de que hay que subir el nivel porque eso es parte de lo que se valora y se considera para ser una institución o programa reconocido, de prestigio. Y aquí nuevamente me parece necesario hacer una diferenciación. Como universi- dad requerimos acompañar procesos intelectuales difíciles, complejos, pero más abiertos, que interpelen la realidad, amplíen horizontes y expandan los repertorios disponibles de las y los estudiantes de modo que les permitan desarrollar un pensamiento y criterio propio. María Zambrano (2007) decía que la tarea de un maestro es hacer surgir el tiempo para que el estudiante descubra y se vaya descubriendo, se libere de la ignorancia donde la pregunta se esconde.

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