Pasos 1
6 c o n t e x t o s Evaluación, comunicación y democracia: cerrando el círculo Martín López Calva* La evaluación como cultura para la mejora N uestra educación requiere urgentemente pro- puestas de evaluación que vean a cada sujeto y al proceso educativos como tales, con toda su com- plejidad, y traten de abordarlos de esta manera. Una evaluación que se construya y se viva desde la convicción de que evaluar es parte de educar y de que se puede educar evaluando y se puede, también, evaluar educando. Un proceso evaluativo a la vez más holístico y complejo y más humilde en sus alcances y pre- tensiones, será el que contribuya a mejorar la educación, sabiendo que lo que se está mejoran- do es siempre en parte evaluable y en parte in- tangible por más cualitativa e integral que sea la evaluación establecida. Este tipo de evaluación es la que necesitamos construir juntos en la Universidad Iberoamerica- na Puebla, y tendría que ser entendida como el reto permanente de construir y reconfigu- rar una cultura de mejora de los procesos educativos manifiestos en las prácticas educativas cotidianas, en las estructuras organizacionales que gestionan los es- quemas de recurrencia que orientan es- tas prácticas, y en los significados y valo- res que subyacen en el proceso educativo y condicionan los modos concretos de vi- virlo. La evaluación y la comunicación Una evaluación auténticamente educativa como la descrita es una que está íntimamente ligada al pro- ceso de comunicación en el aula y en toda la insti- tución educadora, es decir, es un proceso que no rompe el círculo comunicativo al construir, aplicar y sistematizar información sobre la calidad de los pro- cesos que luego se guarda en un cajón y no llega nunca de regreso a quienes la generaron. La evaluación auténtica completa el círculo comu- nicativo porque se genera desde los actores de la educación y vuelve a ellos en forma de diálogo para la mejora, a través de información, análisis, interpretaciones diversas, preguntas, reflexión, es- pacios para la deliberación individual y colegiada, toma de decisiones para la autotransformación per- sonal, grupal e institucional. No hay proceso de evaluación completo si no se cierra este círculo comunicativo y se permite, de manera abierta y dialógica, que los actores que ge- neran la información puedan conocerla, analizarla, dialogarla, iluminarla con teoría educativa de calidad, deliberar sobre ella para tomar decisiones de intervención en la práctica que la mejore, la transforme, la reoriente continuamente. La evaluación y la democracia: transparencia y rendición de cuentas La evaluación educativa auténtica tie- ne directa relación con el modelo de sociedad democrática que aspiramos construir, porque promueve la trans- parencia en los procesos y la rendi- ción de cuentas por parte de los res- ponsables de sus distintos niveles y dimensiones. De esta manera, el aula se abre a la realidad externa, se vuelve un es- pacio enmarcado por cristales y no una fortaleza amurallada; la docencia deja de ser algo “privado” (Lieberman y Miller) y se comparte, brinda infor- mación sobre sus aciertos y limitacio- nes a quienes estén interesados en su mejora; el docente deja de ser un ermitaño aislado en el mundo de su propio salón y escudado en la “liber- tad de cátedra” y se vuelve un actor social corresponsable del espacio institucional. Construyamos, pues, una evaluación auténticamente educativa. Demos los “pasos” necesarios para que esta eva- luación orientada a la mejora desde una racionalidad comunicativa, pueda hacerse realidad paulatinamente en nuestra universidad. *Coordinador del Doctorado Interinstitucional de Educación y de la maestría en Educación Humanista. Miembro del Consejo Editorial de Pasos . martin.lopez@iberopuebla.edu.mx
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