Pasos 0

c r i t e r i o s Marisol Aguilar Mier* Es por ello que en nuestra Universidad nos hemos propuesto la tarea de redi- mensionar los procesos de evaluación, asumiendo sus desafíos y entendiendo esta importante función no como un fin en sí mismo, sino como el medio que nos acerca al cumplimiento de la misión que nos da sentido. Se busca, enton- ces, que a través de la evaluación de nuestros procesos, las prácticas docen- tes, los modelos, los aprendizajes y el currículo, seamos capaces de generar un conocimiento de carácter retroali- mentativo que reoriente nuestro rumbo. Así entendida, el eje de la evaluación es la formación de los sujetos, docentes y estudiantes, en su progresiva compe- tencia por asumir sus propias dimen- siones y capacidades, operándolas con autonomía y creatividad. Desde esta visión, hoy queremos pro- mover una cultura de la evaluación ba- sada en el diálogo, el aprendizaje y la mejora continua. El logro de este obje- tivo nos demanda detonar en nuestra comunidad universitaria procesos de reflexión y debate a través de un medio de difusión abierto y participativo sobre temas, propuestas y experiencias que favorezcan la calidad académica a la que nos hemos referido. Ésta es, pues, la finalidad de la gaceta que hoy tienes en tus manos: orientar nuestros Pasos, acercarnos por el cami- no de la evaluación al cambio educativo que buscamos. Que sirva, pues, para compartir e intercambiar, para escu- charnos unos a otros y volver a nuestro quehacer con otra mirada que lo renue- ve y transforme. *Coordinadora de Evaluación Académica. marisol.aguilar@iberopuebla.edu.mx 3 L a evaluación es un tema central en cualquier institución educativa, pues prevalece la creencia de que es una de las vías principales para lograr su fortalecimiento, legitimar su actividad e incrementar su prestigio. No obstante, evaluar es una función multidimensional que responde a diversos propósitos e intereses, por lo que encontramos muy variadas maneras de concebirla y de operarla. La cuestión se torna aún más compleja cuando hay que responder, por medio de la evaluación, a ciertas demandas sociales y a realidades ins- titucionales asentadas y condicionadas. Lo anterior le atribuye a esta actividad una carga de contradicciones y tensio- nes difíciles de compaginar, a la vez que una imperante necesidad: no es posible dejar de evaluar. Nuestra institución tiene una clara mi- sión que cumplir: formar hombres y mu- jeres capaces para y con los demás. Por ello, entendemos la calidad académica no como la simple eficiencia, eficacia y competitividad, sino como formación in- tegral que capacite a los universitarios para enfrentar los desafíos personales y de su entorno a través de un ejercicio profesional crítico, creativo e innovador; y que les permita resignificar la realidad y definir las maneras pertinentes de si- tuarse, intervenir en ella y transformarla. Evaluar procesos educativos de cali- dad, desde esta perspectiva, requiere estrategias complejas, comprehensivas e integrales que rompan con esque- mas típicos centrados exclusivamente en la enseñanza, mas no en el apren- dizaje; en la transmisión de información fragmentada e inconexa, mas no en el desarrollo de competencias; en la acre- ditación y la certificación, mas no en la retroalimentación y la mejora continua; en el producto más que en el proceso; en el número y no en lo aprendido.

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