Manahuia

Manahuia/Mayo 2023 poder. Las desapariciones y asesinatos se volvieron tan cotidianos como impunes, lo que disolvió en las estadísticas las agresiones en contra de procesos de resistencia y quienes los integran, incluso las acciones paramilitares se camuflaron como parte de la violencia de los carteles. Una quinta estrategia es la que ha transformado la premisa de la contrainsurgencia de “quitarle el agua al pez”, a la de envenenar el agua para que el pez no pueda siquiera entrar en ella. La clasificación de toda oposición como un monolito antagónico al “bien común” en donde los movimientos de resistencia quedan en la misma bolsa que los caciques más brutales, los empresarios más rapaces y la clase política más corrupta para deslegitimar sus motivaciones e invisibilizarlos bajo la larga historia de atrocidades de las élites que fueron desplazadas del poder formal por las élites que lo detentan. Los caminos para transitar este laberinto son muy diversos, tanto como los sujetos que resisten, sin embargo, en todos los casos significa enfrentar al Estado como obstáculo o como enemigo. En todos los casos significa también articular redes con otros sujetos y en la mayoría de los casos significa entrar en otras agendas. Tal vez las tensiones más fuertes están entre la autonomía y la negociación y la relación con los actores causantes de las agresiones contra las que se resiste. Hay casos excepcionales como el del EZLN en el que la autonomía se traduce en un territorio en el que no sólo se mantienen en resistencia y refuerzan su rebeldía frente al Estado, sino en el que construyen relaciones sociales bajo sus propios términos, sin embargo, son precisamente eso, excepcionales. En la mayoría de los procesos de resistencia la presión y la negociación, sobre todo en la relación con el Estado, están siempre en el ambiente y se convierten en parte de los procesos mismos. Esa relación de presión-negociación mutua y toma muchas rutas. En lo jurídico se puede traducir en recursos de amparo contra una acción gubernamental o puede, por otra parte, convertirse en la amenaza de prisión en contra de quienes resisten. En lo mediático se convierte en la disputa de lo que Sun Tzu llamaba “el camino”, de la legitimación social y la definición de la narrativa moral, usualmente binaria, entre quiénes son héroes y quienes villanos. En términos organizativos y de acción social implica el constante análisis y debate de cómo encontrar el punto de posible negociación dentro del espectro entre la satisfacción de reivindicaciones coyunturales y la perspectiva de una lucha por transformaciones radicales, dicho de otra forma, entre el pragmatismo y la esperanza. Los sujetos que resisten a las múltiples formas de dominación, sus amenazas, agresiones y daños se ven obligados a transitar un laberinto en el que a veces es difícil, si no imposible, distinguir aliados de enemigos, porque a veces lo son en simultáneo; un laberinto en el que tienen que enfrentar las narrativas que se supone que existen para proteger y potenciar las resistencias, por ejemplo el desarrollo sustentable que se usa para legitimar la destrucción de ecosistemas, o los derechos humanos que a menudo sirven de marco para justificar los abusos de poder; un laberinto en el que los sujetos que resisten tienen que enfrentar cotidianamente el dilema entre sobrevivir un día más y poder soñar con la posibilidad de un mundo más digno. Referencias • Agier, M. (2011) Managing the Undesirables, Cambridge. Polity Press • Rivera Cusicanqui, S. (2010) Violencias (re) encubiertas en Bolivia. Mirada Salvaje, Editorial Piedra Rota • Foucault, M (2000) Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Alianza Editorial • Foweraker, J. (2018) Polity. Lynne Rienner Publishers • González Casanova, P. (2003, Octubre). Colonialismo Interno (una redefinición). Rebeldía, (12), 41–59. • Roux, R. (2005) El Príncipe Mexicano. Era • Roy, A. (2004). Public power in the age of empire. Seven Stories Press. • Subcomandante Insurgente Moisés. (2015). Resistencia y Rebeldía Zapatistas I. En El Pensamiento Crítico Frente a la Hidra Capitalista (pp. 137–149).

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