Manahuia

Manahuia/Mayo 2023 El laberinto de las resistencias Eduardo J. Almeida Cuando el poder se manifiesta como un ejercicio de dominación es inevitable que surjan resistencias desde quienes se ven afectados o dañados, no hay relaciones de poder sin resistencias” decía Foucault (2000: 82). El Subcomandante Moisés del EZLN decía que la resistencia para las y los zapatistas “...es ponerse fuerte, duro, para dar respuesta a todo, cualquiera de los ataques del enemigo, del sistema…”, y agregaba que “...no puede haber así nada más resistencia y rebeldía si no hay organización” (2015:138). En México las relaciones de poder transitan por caminos formales e informales. Silvia Rivera Cusicanqui (2010) plantea que el ciclo colonial y el ciclo liberal se interceptan y no sólo condicionan el actuar del Estado y las élites, sino que también han moldeado la convivencia social y aunque su análisis se centra en Bolivia pareciera un espejo en el que México puede verse reflejado. Joe Foweraker (2018) argumenta que en América Latina no se puede hablar de democracia u oligocracia sino de “polity”, un sistema político que combina ambos dominios en un sistema contradictorio y sincrético de dos formas de poder a través de una mezcla de instituciones formales e informales. Los sujetos que resisten son igualmente contradictorios y sincréticos, tal vez paradójicos. La resistencia y la dominación fluyen en simultáneo, en ocasiones formando campos claramente distinguibles, pero tal vez en la mayoría creando tensas intersecciones en las que los sujetos que resisten se desdoblan entre ambas. Para entender a los sujetos que resisten es indispensable explorar las formas de dominación con las que se intenta anular las posibilidades de resistencia en México. Rhina Roux (2005), retomando el análisis de Bonfil Batalla, caracteriza tres formas o senderos de las resistencias: la conservación identitaria, la apropiación de elementos ajenos y la innovación para adaptarse a nuevas formas de dominación. Esos tres senderos son paradójicamente similares a los que recorren las formas de dominación para cortarle el paso a las resistencias. Una estrategia ha sido la criminalización que legitima la reacción violenta a los movimientos de protesta o antagónicos a quienes ostentan el poder formal o informal, mezclada con un complejo sistema clientelar que al mismo tiempo que reconoce algunas reivindicaciones coyunturales, genera relaciones de lealtad y subordinación focalizadas en actores con roles de liderazgo que entonces oscilan entre la representación y el cacicazgo. Es la transformación de movimientos de resistencia en agentes paraestatales para controlar o contener nuevos movimientos de resistencia, es su caciquización y su sometimiento a las lógicas y estructuras del colonialismo interno como las plantea González Casanova (2003). Algo similar ocurre con la corporativización que logra despresurizar la tensión social sin necesidad de desarticular los movimientos de resistencia. La efectividad del corporativismo es su capacidad para cooptar las diversidades y divergencias y contenerlas en “cajones de arena” en los que puede haber debates y conflictos encarnizados entre corrientes, pero que logran ser aislados del resto del sistema. Otro fenómeno que paralelamente potencia los procesos de resistencia y los contiene es el de la ongización, algo que Arundhati Roy (2004) analiza en el caso de la India pero que es un fenómeno probablemente global. De alguna forma la asesoría y acompañamiento de las ONG’s se traduce en una tensión similar a la del campo de refugiados en el que el cuidado y el control se entrelazan (Agier, 2011). Tiende a canalizar los procesos de resistencia sobre todo hacia rutas jurídicas e institucionales mediadas por ONG’s que a veces fortalecen su capacidad de incidencia política ante las agresiones inmediatas del Estado o permitidas por él, pero en otras desarticulan o contienen su potencial insurreccional más radical y profundo. El cuarto elemento es el de la guerra informal que convirtió el terror en un contenedor de las resistencias y la violencia anónima en una pantalla perfecta para la acción paramilitar al servicio de actores estatales, del mercado y de las estructuras informales de

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