10 Con tambores de hojas carismática menta aromatizaba el sol en manzana sus cuevas y valles celestes cielo de la cornucopia azul gemido azulado que hasta praderas de hado viaja. ¡Canta arcaica, alegría en cestos, recogida en cetros, lagunas, y altares de amor! Ciudades pueblan los bosques bordeando en su luz almíbar la alteza de mi esperanza bajo el yugo de sombras porque sola en su patio sirven Hado de mi corazón José Pablo Contreras Ramírez josepablo.contreras@iberopuebla.mx vereda carruaje de estrellas pinto azul las manzanas y en macetas las fresas dialogan burros y vacas azul de girasoles. Croan látigos que guardo en mariposas ríos y epidemias hasta volver a encontrarte. las ranas, las nubes con jarras provenientes donde aquellos durazneros eran agua de arcoíris bajo corazones tímidos en su piel durazno. Aquella corona africana entrelazada cama abrazadera floreal arrastra polen, lujuria y manceba en sus bailes brincando las telas cosechas en el único gesto del alma de noche. Con una cama y un gesto brincaré a tus labios miel de las montañas donde el lechero cabrito anunció en su cuna a la Luna madre e hija de Eros albo río en cubetas, recipiente tras gemidos, Santísima Trinidad de Tobago. Que en su única aparición princesa como misterio llama en mí, prisionera no te veo pues la Luna ha cegado y ahora en troncos bajo, solo, 11 Laguna de Alchichica, Tepeyahualco, Puebla. Bibiana Ramírez Es un espectáculo chocante ver cómo unos Estados fuertemente armados y en posesión de todos los medios de poder, resultan al mismo tiempo sumamente susceptibles. Aquellos Estados y paraestados armados hasta los dientes intuyen, según Ernst Jünger, que los hombres libres son poderosos, aunque constituyen únicamente una minoría pequeñísima. En realidad, las grandes masas conectadas simultáneamente a una misma red social no son tan transparentes como la superficie lisa de la pantalla. No. En el seno gris del rebaño se esconden lobos: personas que continúan sabiendo lo que es la libertad. Y esos lobos no son sólo fuertes en sí mismos; también existe el peligro de que un mal día contagien sus atributos a la masa de modo que el rebaño se convierta en horda. Tal es la pesadilla que no deja dormir tranquilos a los que tienen el poder. Preguntémonos qué pensaría Jünger de la pandemia de 2020, del confinamiento, de la Guerra en Ucrania, del despojo de México, cuyas fronteras arden. Acaso diría que el coronavirus se asemeja a la minoría en tanto que causa un efecto enorme, imposible de calcular, e impregna la totalidad del Estado. Para averiguar dónde se hallan los puntos en que ataca ese virus, para observarlos y vigilarlos, son necesarios grandes contingentes de policías y antenas. A medida que va creciendo la adhesión de las masas, también crece la desconfianza con respecto a ellas. Es preciso vigilarnos a todos. Nada es gratuito. Ni siquiera «quedarse en casa», pues hay que pagar la comodidad de que los tubos traigan agua, electricidad, gas, video y música. Si no nos percatamos de nuestra situación de animal doméstico, según Jünger, arrastraremos también la situación de animal de matadero: el de representar el papel de policía de sí mismo cuando coopera con su propia aniquilación. El seno gris del rebaño Sebastián Pineda Buitrago sebastian.pineda@iberopuebla.mx «Todo está dicho, pero como nadie escucha, hay que repetirlo» André Gide
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