Encíclica Laudato Si'

98 cierto modo la fuga del mundo, intentando escapar de la decadencia urbana. Por eso, los monjes buscaban el desierto, convencidos de que era el lugar adecuado para reconocer la presencia de Dios. Posteriormente, san Benito de Nursia propuso que sus monjes vivieran en comunidad combinando la oración y la lectura con el trabajo manual (ora et labora ). Esta introducción del trabajo manual impregnado de sentido espiritual fue revolucionaria. Se aprendió a buscar la maduración y la santificación en la compenetración entre el recogimiento y el trabajo. Esa manera de vivir el trabajo nos vuelve más cuidadosos y respetuosos del ambiente, impregna de sana sobriedad nuestra relación con el mundo. 127. Decimos que « el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social ».100 No obstante, cuando en el ser humano se daña la capacidad de contemplar y de respetar, se crean las condiciones para que el sentido del trabajo se desfigure.101 Conviene recordar siempre que el ser humano es « capaz de ser por sí mismo agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual ».102 El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde se ponen en juego 100 Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 63. 101 Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Centesimus annus (1 mayo 1991), 37: AAS 83 (1991), 840. 102 Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 34: AAS 59 (1967), 274.

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