La 4T bajo la lupa

— 13 — pecíficas y mantiene una imagen cercana a la población que le ha permitido, con todo y crisis sanitaria y económica, mantener un nivel de aprobación alrededor del 60%.4 Las propias conferencias matutinas tienen un nivel promedio de valoración positiva de 50%, según una encuesta nacional telefónica de El Financiero.5 Esta encuesta registró en abril de 2018 el nivel más bajo de opinión favorable hacia las mañaneras (37%). No obstante, la misma encuesta recogió que para 62% de la población el presidente informa mucho o algo con sus conferencias, al mismo tiempo que critica mucho o algo a sus adversarios y opositores; para 60% hace mucho o algo de proselitismo político a favor de su proyecto y para 49% habla mucho o algo con la verdad. Los números dejan ver que más que un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas, se trata de un instrumento político que algunas veces informa pero otras veces deriva en propaganda. La polémica frase con la que el presidente se escuda en la existencia de “otros datos” para evadir la realidad que con frecuencia es retratada con cifras oficiales proporcionadas por su administración, clausura todo intento de escrutinio y, por tanto, de corrección. Por ello no coincide la población a la hora de asociar información con verdad. López Obrador podrá hablar mucho, pero esto no equivale a que lo dicho sea veraz. Los “otros datos” que el presidente dice tener —sobre todo, en materia de derechos humanos— parecen no existir en los acervos documentales de las dependencias a su cargo. […] Cuando el presidente emite una declaración que tiende a desdeñar problemas como la violencia contra las mujeres o que busca estigmatizar a víctimas de la violencia criminal y de Estado, solicitar evidencia documental que sostenga sus afirmaciones tiene como consecuencia entrar a un laberinto burocrático para obtener esos “otros datos” o para, de plano, corroborar que no existen (Artículo 19, 2021: 19). Las mañaneras devienen así en un obstáculo para la rendición de cuentas, pues no sólo impiden la discusión con base en evidencia, sino que en ellas se asume que la petición de cuentas es una afrenta al proyecto de transformación, no un reclamo democrático. Es en el mismo tenor que ocurren las descalificaciones a la prensa, a las organizaciones sociales, a la academia y a toda institución que al menor asomo de crítica y cuestionamiento recibe como respuesta una ola de ataques y hostigamiento que comienza en Palacio Nacional y suele migrar a las redes sociales.6 Dos casos son ilustrativos de este manejo. 4 De acuerdo con la encuesta nacional realizada por Alejandro Moreno y publicada en El Financiero, el mayor nivel de aprobación registrado fue de 83% en febrero de 2019, mientras que el más bajo ha sido en junio de 2020 y junio de 2021 con 56%. 5 Esta encuesta se hizo a 500 mexicanos adultos los días 17 y 18 de abril de 2021 con base en un muestreo probabilístico de teléfonos residenciales y celulares en las 32 entidades federativas. 6 El laboratorio de análisis del comportamiento en redes sociodigitales, SignaLab, ha advertido repetidamente sobre el uso de cuentas para denostar perfiles, hostilizar el ambiente digital e inhibir la conversación pública alrededor de temáticas críticas hacia el gobierno de López Obrador. No se trata de un fenómeno

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