— 9 — Introducción LOS RIELES DE LA 4T Roberto Ignacio Alonso Muñoz El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no puede explicarse sin dos rieles por los que avanza. Son carriles en los que se soporta, le permiten andar con agilidad y allanan su camino. No parece haber algo que no transite por ahí, determinándolo y configurándolo. Uno de esos rieles, el que sucede todas las mañanas —la mayoría de las veces en Palacio Nacional– marca la agenda, levanta polémica y da color al debate político. Las mañaneras son un instrumento de gobierno con el que el presidente ha mantenido el dominio de la conversación pública. Escasean los sitios de noticias que no destinen una sección o un tiempo fijo de sus espacios a lo que López Obrador declara por iniciativa propia o a pregunta expresa, no en pocas ocasiones a modo. El otro riel era inesperado. Si bien las conferencias matutinas formaban parte de un estilo ensayado a su paso como jefe de gobierno de la capital del país, gobernar de la mano del poder militar no aparecía en la hoja de ruta que el político de origen tabasqueño bosquejó en su campaña ni en su historia de movilización política. Por el contrario, tanto en 2018 como seis años antes, López Obrador aseguró que de llegar a la presidencia regresaría al Ejército a sus cuarteles, lo que hubiera supuesto un verdadero punto de inflexión en el modelo de seguridad agudizado en 2006 con el despliegue militar. A mitad de sexenio, el papel de las Fuerzas Armadas es central y estratégico. El Ejército y la Marina no sólo no regresaron a sus cuarteles, sino que han sumado poder y tareas por todo el territorio nacional. En palabras del presidente, el apoyo más importante que ha recibido su gobierno es el que le han brindado estas dos instituciones (Villa y Caña, Espino y Morales, 2021). A manera de cuadro introductorio de los trabajos de este cuaderno, el presente artículo busca dar cuenta de dos atributos que han marcado y seguramente terminarán de perfilar el sexenio en curso, con el fin de examinar parte fundamental de las entrañas de la autodenominada Cuarta Transformación (4T). Dos rasgos a los que se ha subordinado la acción gubernamental de su gabinete y que son objeto de crítica permanente tanto desde la oposición como desde un sector de la sociedad que aunque vio con agrado la agenda de transformación enarbolada por López Obrador, hoy advierte los riesgos que suponen ambas vías en lo que resta del sexenio y más allá de éste. La perspectiva es distinta en uno y otro caso. La administración actual llegará a su fin en 2024 y, con ella, el estilo personal de gobernar del presidente. Puede ser que la sociedad no tolere en adelante un gobierno cerrado a la interlocución pública, pero no se ve probable que detrás de López Obrador venga un animal político de naturaleza similar. En cambio,
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