Contratiempo
ContraTiempo | 3 ¿QUIÉN FUE Héctor Gómez Mora Estudiante de Literatura y Filosofía ... EL AMOR NO SE HA DE PONER EN LAS PALABRAS, SINO QUE SE HA DE TRADUCIR EN ACCIONES CONCRETAS DE JUSTICIA” E l padre Pedro Arrupe, S.J. fue uno de los dirigentes más importantes de la Compa- ñía de Jesús, y buscó involucrar a la orden con la nueva realidad del siglo XX, particular- mente en el escenario complicado que se vivió después de la Segunda Guerra Mundial. El nuevo apostolado de la comunidad je- suita que impulsó consistió principalmente en el trabajo intelectual científico y teológico; el trabajo social de la investigación y la misión. “El Padre Arrupe afirmaba, en línea con la más pura tradición ignaciana, que el amor no se ha de poner en las palabras, sino que se ha de traducir en acciones concretas de justicia” se señala en un dossier sobre su vida publica- do por los jesuitas. Pedro Arrupe nació el 14 de noviembre de 1907 en Bilbao, España. El 25 de enero de 1927 ingresó como novicio a la Compañía de Jesús en Loyola, pero en 1932 se decretó la disolución de la compañía en Es- paña, por lo que él y sus compañeros partieron a Bélgica para terminar su formación sacerdotal. En 1936, recibió la ordenación sacerdotal en Marneffe, y dos me- ses después se trasladó a Estados Unidos para con- cluir su formación en teología. El 7 de junio de 1938 recibió una carta del padre general de la Compañía de Jesús, quien lo envió a Japón; durante su estancia en allí, aprendió la lengua y las costumbres japonesas, además que fue testigo de muchas escenas de la Segunda Guerra Mundial. Tan sólo al día siguiente de que Japón en- tró en dicha guerra, Arrupe fue detenido acu- sado de espionaje, y estuvo un mes en prisión. En 1942 fue nombrado vicerrector de la casa del noviciado en Nagatsuka, Hiroshima, donde, el 6 de agosto de 1945, le tocó presen- ciar la explosión de la bomba atómica, por lo que convirtió el noviciado en un hospital. Cuando Japón se convirtió en una provin- cia de la Compañía de Jesús en 1958, Arrupe fue nombrado como el primer padre provincial, cargo que ocupó hasta 1965. El 22 de mayo de 1965, Arrupe fue elegido Superior General de la Compañía de Jesús. Al respecto, el historiador Gianni La Bella conside- ra que “su elección representa un signo fuerte de discontinuidad y ruptura con las expectati- vas y deseos del establishment curial romano y dentro de la misma Orden” (Jesuitas, s.f., p. 5), pues llevaba más de 27 años en Japón, lo cual lo hacía un hombre alejado de los intereses de la Santa Seda, pues consideraba fundamental el carisma misionero. De acuerdo con un dossier de la Compañía de Jesús (s.f.), el padre Arrupe viajó por todo el mundo, “promovió la fe y la justicia, impulsó el diálogo con los no creyentes, creó el Servi- cio Jesuita a Refugiados y trabajó activamente para cambiar las estructuras sociales en busca de una sociedad más justa y solidaria” (p.6). Además, tuvo presencia en el Concilio Va- ticano II, en el cual manifestó la pertinencia de la actividad misionera de la Iglesia. Arrupe fue una pieza fundamental para que la comunidad jesuita defendiera la paz, los derechos humanos, la justicia y la opción preferencial por los pobres. En 1980, Arrupe presentó su renuncia como Superior General, sin embargo, el papa Juan Pa- blo II le pidió continuar con el cargo, pero el 7 de agosto de 1981, el padre sufrió una trombo- sis cerebral, por lo que el 3 de septiembre de 1983 Peter-Hans Kolvenbach fue elegido como su sucesor. Arrupe vivió durante casi diez años enfer- mo, y murió el 5 de enero de 1991 a los 83 años. Referencia: Jesuitas. (s.f). Dossier Pedro Arrupe. Recuperado de https://www.colegiosanignacio.es/ images/csioviedo/files/pdfs/Arrupe.pdf EN LA IBERO
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