Contratiempo

ContraTiempo | 3 EN LA IBERO ODA A Julia Itzel Garduño Hernández Estudiante de Arquitectura SI BIEN LA MONOTONÍA ME HA QUITADO LAS COSAS QUE MÁS QUERÍA TAMBIÉN ME HA DADO MUCHAS OTRAS QUE AMO” U n mes, dos meses … ¿doce? El tiempo pasa pero real- mente parece que me he quedado en el mismo lugar, como si él corriera pero yo no fuera a su lado. Estos últimos meses he subido las escaleras de mi casa más de lo que pensé que alguna vez iba a hacerlo; la grieta en el muro de mi habitación se vuelve cada vez más conocida. La monotonía era algo que creía anhelar, pensaba que tener una rutina era el triunfo más grande que una perso- na podía tener en su estilo de vida; todos lo pensábamos. Ahora es esa rutina la que nos consume y nos une, pasé de vivir mi día a día llena de expectativas, a saber qué iba a pasar minuto a minuto. Los personajes secundarios de mi vida que me acompa- ñaban cuando salía de casa ya no están más; extraño a mis amigos, pero no sé si ellos me extrañan de la misma mane- ra. A veces nos vemos a través de pixeles pero no puedo dejar de pensar en el contacto físico, en volvernos uno solo cuando nos reíamos en la cafetería. Busco con qué distraerme: el paquete que acaba de llegar, las canciones que mi artista favorita acaba de gra- bar… nada parece bastar. La motivación sube y baja pero de alguna manera siempre se mantiene lo suficientemente estable como para hacerme leer las últimas páginas del li- bro que había abandonado o comenzar una carrera nueva. La monotonía incomoda hasta al más tolerante, pero yo nunca he sido una persona con esa cualidad. La inquietud me ha hecho verla como a un monstruo que poco a poco se acerca a mi y me mira direc- tamente a los ojos como en una película de Kubrick, pero siempre logro escapar. Y cuan- do escapo de la monotonía, mi inquietud se convierte lentamente en desesperación y la desesperación en euforia. En medio del caos logro convertir la eu- foria en pequeños pedacitos de cosas que me hacen ser más feliz: el proyecto que tanto les gustó a los arquitectos, la playlist que mi mejor amiga y yo hicimos juntas, etcétera. Si bien la mono- tonía me ha quitado las cosas que más quería también me ha dado muchas otras que amo; es por eso que le escribo esta oda, agradeciéndole haber parado mi vida para apre- ciar el valor de la misma.

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