Contratiempo

ContraTiempo | 9 EXTRAMUROS 7 de la mañana. El sol todavía no tocaba nuestra cara cuando encontramos al contingente de la universidad. Desde el inicio, sentí en el ambiente un aire de unión y hermandad, algo me decía que ese día iba a ser grande. Dieron las 9:30. Los nervios estaban a flor de piel, para muchos, esta fue su primera marcha y se podía ver en sus miradas de incertidumbre y nerviosismo, pero, sobre todo, de adrenalina y emoción. Y empezamos a marchar. Las consignas “¡No somos uno, no somos 10, señor gobernador, cuéntennos bien!”, “¡Nos faltan estudiantes, nos sobran delincuentes!”, “¡BUAP, UPAEP, no están so- los!”, se escuchaban a una sola voz por todas las calles del centro de la ciudad, voces desesperadas, voces con ansias de justicia. Tomamos, las calles, las plazas, los parques. Tomamos los espacios públicos, porque son nuestros, y estamos cansados de que la inseguridad y la violencia nos los hayan arreba- tado. Los queremos devuelta, exigimos tenerlos de vuelta. Hubo un punto en el que nos advirtieron de posibles grupos de choque que podríamos encontrar, todos estába- mos muy nerviosos, pero al mismo tiempo, estábamos to- dos juntos. Personalmente, tenía una sensación de que no importaba lo que fuera a pasar, estaba respaldada por mis compañeros y yo también los respaldaba a ellos. Miranda Cid Nieto Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública ¡NOS FALTAN ESTUDIANTES, Claramente, nos encontrábamos en un estado cons- tante de alerta, pero algunas veces nos sentíamos gran- des, enormes, invencibles: nuestra voz era escuchada, no sólo por otros estudiantes, sino por adultos, medios de co- municación y gobiernos. No éramos invisibles, sino todo lo contrario, y usamos esa visibilidad para ser la imagen y la voz de los que ya no están. A pesar del sol, el hambre y la sed, el acompañamiento y la necesidad de exigir justicia fueron mucho más grandes. El único momento en el que sentí cansancio dentro de mí, fue saliendo del contingente para volver a casa. Fue como un golpe que sacudió mi organismo, pero lo más curioso es que sucedió al terminar la marcha. Esa reacción que tuvo mi cuerpo me conmovió mucho, fue como si él mismo no se quisiera rendir, aguantara hasta el final, y solamente todo terminó, estuvo listo para descansar. Es importante recordar porqué los estudiantes marcha- mos, no lo hicimos por ser “revoltosos” o “vándalos”, noso- tros marchamos porque nos están matando y con nuestro cuerpo se llevan nuestros sueños, nuestras metas, nues- tros planes, nuestro futuro. Se llevan todo, nos quitan todo. Ximena, José Antonio, Francisco, y todos los estudiantes a los que se les ha arrebatado la vida por perseguir sus sue- ños: esto fue y es por ustedes, y seguiremos luchando hasta que a ningún estudiante se le arrebate su cuerpo, ni su voz.

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