Contratiempo

IBERO Puebla | 14 OPINIÓN D icen que los mexicanos tenemos mala memoria. Lo dijeron cuando en tan sólo 40 años del México independiente, a los conservadores se les olvidaron los 300 años de opresión bajo el yugo español, además de la vio- lenta guerra por la independencia, y acudieron al apoyo euro- peo, para que ésta vez fuera Francia quién instaurara un Imperio. Lo dijeron cuando olvidamos que Don Porfirio Díaz llegó al poder con la frase: “ Que ningún ciudadano se imponga y per- petúe en el ejercicio del poder”. O cuando bastaron dos sexe- nios para olvidar los 70 años de hegemonía del PRI. Y no es mi intención tomar postura política, por el contrario, sólo busco establecer una premisa. Ahora bien, la migración no es algo nuevo, miles de espe- cies lo hacen anualmente: mariposas monarcas vuelan al sur por un clima más cálido; las tortugas marinas para desovar; los cebras y ñus lo hacen a través de la sabana africana en busca de agua y hierba fresca. El propio ser humano, antes de asen- tarse y formar grandes urbes capitalistas, fue nómada. La persecución de una vida mejor: un fenómeno en verdad milenario. Desde la famosísima migración por el estrecho de Bering durante la última glaciación; o el peregrinaje de israeli- tas, dirigidos por Moisés, de Egipto a la Tierra Prometida; o la búsqueda de los Aztecas del sitio descrito por Huitzilopocht- li: un águila sobre un nopal devorando una serpiente; hasta la migración forzada por el comercio de esclavos, o incluso por la necesidad de refugiarse por guerras o conflictos políticos. México es el principal corredor migratorio entre América Latina y el Caribe hacia Estados Unidos. El presidente Donald Trump está consciente de ello, por eso propuso la construc- ción de un muro y que México pagara por él. Hoy el muro se encuentra de pie. Pero como nadie imaginó jamás. Erigido a dos mil 500 kilómetros al sur del río Bravo, a la altura de la frontera con Guatemala y Belice. Un muro confor- mado por cientos de miembros de la Guardia Nacional, cuyos sueldos, de cierto modo, son pagados por nosotros. A pesar de ello, durante el primer semestre de 2019, cer- ca de 460 mil migrantes lograron evadir a la Guardia Nacional. De éstos, poco más de 90 mil acudieron al Instituto Na- cional de Migración (INM), de los cuales 71 mil 110 fueron repa- triados, es decir, fueron devueltos a sus países, regresando a las mismas condiciones de vulnerabilidad, pobreza y violencia generalizada. Y se sabe que en 2019 fallecieron 497, de acuerdo con datos de Organización Internacional para las Migraciones. Eso deja al menos 370 mil indocumentados dispersos en territorio nacional o en Estados Unidos. Aquellos quienes intenten establecerse aquí, serán recibi- dos con salarios de entre 50 y 70 pesos por jornadas de 7 de la mañana a 5 de la tarde, ellos tienen suerte de recibir una paga. Pese a esto, se conforman pues “sienten que en este país no tiene derechos, y menos los laborales”, de acuerdo con lo di- cho por Karla González Cordero, directora de la organización Iniciativas para el Desarrollo Humano. Se nos olvida, una vez más, la existencia de los Derechos Humanos, ya que antes de ser oriundo de un país, somos ciu- dadanos del mundo y para ello no necesitamos pasaporte. En 2015, durante su campaña, Donald Trump hizo otra de- claración aún más polémica que la anterior: “México está en- viando a gente con un montón de problemas. Están trayendo drogas, el crimen, a los violadores” y afirmó que también ro- bamos sus trabajos. Recuerdo a un país enojado ante tales acusaciones. Re- cuerdo oír a la gente reprobar su discurso xenófobo. Recuer- do la empatía con nuestros más de 30 millones de hermanos mexicanos que están en el “otro lado”. Pero claro, eso también se nos olvidó. El paso por México de las caravanas migrantes hizo que nuestra empatía se volviera hipocresía. Ahora, éramos nosotros quienes apuntaban a los centroa- mericanos como violadores, delincuentes y que por supuesto, robaban nuestros empleos. Datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, reflejan que de enero a noviembre de 2019 se presentaron a 47 mil 406 menores, de los cuales 58 por cien- to son menores de 11 años y 42 por ciento restante tiene hasta 17 años. Además, 10 mil 729 no estaban acompañados por al- gún familiar, y los que sí vienen acompañados, muchas veces son separados y los padres deportados, quedando solos y ex- puestos a abusos. Pero, lo peor aún no ha sido dicho. Los niños y niñas migran- tes corren el riesgo de morir de hambre y/o frío en su trayecto; también pueden ser blanco de alguna de las 20 probables re- des de traficantes de personas que operan en territorio mexi- cano con alcance internacional, identificadas por el INM, o ser explotados por el crimen organizado. Su edad, lejos de inhibir a empleadores, es un pretexto para no pagarles por su trabajo o darles apenas una parte. Las niñas terminan trabajando en prostíbulos y bares de México o Guatemala y niños entre de seis y 11 años llegan a las fincas cafetaleras para ser forzados a largas jornadas. Lo que algunos llamarían explotación y esclavitud. Olvidamos que la esclavitud lleva 200 años abolida en México. Entendamos que la migración no es una decisión que se tome al aire. Abandonar tu país no es fácil. Tampoco lo es re- correr un sendero marcado por sangre, sudor y lágrimas; en- frentándose a violencia, discriminación y xenofobia. No repitamos conductas y discursos que alguna vez con- denamos. No permitamos que vuelan a decir que los mexica- nos tenemos mala memoria. DICEN QUE LOS MEXICANOS Iñaki Varea Vélez Estudiante de Economía y Finanzas

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3