Contratiempo

ContraTiempo | 11 EN LA IBERO tarea de entrar a la conferencia Lo que nos toca: Reflexio- nes para nuevas y urgentes masculinidades , en donde los asistentes tuvimos un espacio para entender las prácticas machistas que perpetramos y, más importante, cuáles son los primeros pasos para enfrentarlas y erradicarlas. Después, a lo largo del día, mis clases no fueron norma- les, junto con mis profesores y compañeros varones, fomen- tamos un espacio de reflexión y reconstrucción de nuestra masculinidad, en donde, en lo personal, me di cuenta de los orígenes de mi masculinidad y la de mis compañeros, de cómo los roles de género y la crianza machista han afec- tado nuestro sentir de “ser hom- bres”, y cómo eso desemboca en prácticas machistas que, la mayo- ría de las veces, son inconscien- tes, ya que tenemos implantadas mentalidades que normalizan es- tas prácticas. Me di cuenta que el recons- truirse como hombre, no es un pro- ceso fácil, ni mucho menos rápido, es una práctica constante y difícil, pero necesaria para poder apoyar a la causa de las mujeres de nues- tra sociedad y fomentar la equi- dad en esta. Héctor Gómez Mora, estudiante de Literatura y Filosofía Al llegar a la universidad me percaté que no existía rastro de alguna mujer, sin embargo, al sa- lir a establecimientos comerciales había algunas mujeres trabajando. Al ver esa situación concluí que no todas las mujeres tuvieron las mismas facilidades de tomar el día de paro nacional, por lo cual es muy difícil lograr un intento to- tal de lucha. Platicando con algunas com- pañeras, me comentaron que el paro nacional se salió de control porque se hicieron reco- mendaciones mercantiles para disminuir las ganancias co- merciales, pero no fueron llevadas a cabo porque para ellas fue un símbolo de encarcelamiento. En la universidad se abrieron espacios para conversar sobre género, patriarcado, violencia, equidad y justicia. A través de distintas reflexiones concluí que todo lo que pen- samos y hacemos son producto de la cultura, que nos dan patrones de ideales y comportamiento. En la época contemporánea, al no existir verdades ab- solutas, la mujer cuestionó las prácticas sociales y al Estado patriarcal, por lo que la lucha de las compañeras es clave para evidenciar un sentimiento de dolor. Eduardo Luna Álvarez, estudiante de Ingeniería en Sistemas Computacionales La ausencia de mujeres el pasado 9 de marzo fue bastante notoria, aunque, desde mi perspectiva, no fue contundente. La razón de esto se encuentra en ideas del imaginario colectivo que nos dividen aún más como sociedad mexicana y que van más allá del género, es decir, los estratos sociales. Muy diferente a cualquier otro lunes, por cuestiones de salud decidí no asistir a mi primera clase que, al ser únicamente conformada por hombres, evidentemente no iba a ser cancelada. Antes de retomar mis actividades de siempre, decidí pasar a la farmacia. En mi camino hacia la misma, surgió en mi la idea de contar cuántas mujeres veía durante todo el día. Desafortunadamente, y solo habiendo recorrido a penas un par de calles, me di cuenta que era absurdo seguir contando; había muchas mujeres. Es cierto que en general todo estaba mucho más tran- quilo; no obstante, y contrario a mis expectativas, las mu- jeres no habían desaparecido del todo y no necesariamente como un ejercicio voluntario, sino sen- cillamente porque no todas pudie- ron darse el privilegio de decidir si ausentarse o no. Ya sea que esto se haya debido a que el sustento de sus familias recae sólo en sus ma- nos, o porque la empresa o la insti- tución para la que laboran no pudo o no quiso darse la oportunidad de operar sin ellas; situación que, a mi triste parecer, evidencia el valor uti- litarista que se le otorga no solo a las mujeres, sino a cualquier perso- na. De ahí que el verdadero senti- do de este día no haya sido, como muchos creen, para darse cuenta de cuan inútiles somos sin ellas, sino, por el contrario, para regresarles la humanidad que se les arrebató cuando se les quitó su capacidad de decidir. Una vez estando en la uni- versidad, la ausencia de mujeres fue contundente. Todo estaba casi vacío, ya que, además, la gran mayoría de los hombres se encontraba reunida en las activi- dades organizadas para este día. Dentro de estas, de manera gene- ral, se nos invitó a tomar consciencia constante de nues- tras conductas machistas no solo hacia ellas, sino hacia otros hombres y, sobre todo, hacia nosotros mismos; ta- rea que implica el esfuerzo de todas y todos sin importar cuán feministas creamos ser, ya que, considero, en este tema nadie se salva. Por último, y como resultado de estos dos ambientes tan contrastantes que viví en este día, quisiera recordar que el verdadero cambio social que hoy necesitamos requerirá que todos los estratos que la conforman participen. De ahí que, contrario a la exacerbada creencia de ser moralmen- te superiores que se tiene hoy en día y a la homogeneiza- ción de pensamiento que esta pareciera buscar, invito a que todas y todos ejerzamos nuestra empatía y logremos entender porqué no todos estuvieron de acuerdo con este día. Además de esto, y como miembro de esta universidad, agradezco ser privilegiado no solo por estar en esta institu- ción en la cual verdaderamente las mujeres no se hicieron presentes, sino, también, porque existieron estos espacios en los cuales, para algunos, se pusieron por primera vez en duda sus creencias.

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