Contratiempo

IBERO Puebla | 12 OPINIÓN E mpecemos con la parte fea. Vivimos en una sociedad regida por un heteropatriarcado blanco capitalista, que condiciona todas nuestras decisiones de vida y donde es imposible vivir en verdaderas condiciones de igualdad, porque desde el momento que naces tu situación económica te conde- na, tu género te condiciona, tu orientación sexual te segrega y tu color de piel te clasifica. Y aunque los movimientos sociales cada día logran avanzar en contra de esta desigualdad, es triste ver cómo este sistema discri- minador persiste en una parte de la población, los autobautizados “grupos prolibertades”, aunque prefiero decirles “grupos antide- rechos”, los cuales llegan a nuestras vidas con un mensaje claro: no todos somos iguales. Y es que cuando hay personas que buscan fomentar la dis- criminación, cuando buscan coartar las decisiones de una mujer, cuando buscan abonar a la desigualdad y viven pensando que el pobre es pobre porque quiere, no se puede evitar pensar en la frase coloquial: “tragan santos, pero cagan diablos”. Miembros afines a estos grupos nos han nombrado a quienes tenemos opiniones distintas a las suyas como “progres”, y nos acusan de ser nosotros quie- nes buscamos imponer una visión única de la vida, sin embargo, al analizar los dichos de cada uno, es notorio quién está peleando por instaurar su visión única del mundo y no, no somos los y las progres. Es decir, en nuestras exigencias no buscamos que dejen de ser heterosexuales, pero ellos sí buscan prohibir la homosexualidad; no busca- mos que aborten, pero ellos sí quieren obligar a parir. Si no acatamos sus consignas, somos considerados como ciudadanos de segunda. Los discursos de estos grupos encajan perfecto con la norma, le apuestan a la ignorancia y prejuicios de muchos miembros de la sociedad, le apuestan a la homofobia y misoginia, se agarran del clasismo, racismo y demás expresiones de odio que viven en la so- ciedad mexicana para fortalecerse y es entonces cuando nosotros y nosotras nos vemos rodeados, la norma nos oprime y una parte del pueblo nos ataca. Pero aún con todo en contra viene la parte bonita. En estos úl- timos meses hemos vivido muchas demostraciones del hartazgo del pueblo, son cada vez más las personas que salen a reclamar lo que ya debería ser suyo: justicia, seguridad, igualdad y respeto. Estas son sólo algunas palabras que puedo usar para resumir las exigencias de mis hermanos y hermanas, que sin duda desde mi espacio comparto y apoyo completamente. Podemos observar a los indígenas chilenos, en- cabezados por mujeres, exigir una vida digna, sabe- mos de Hong Kong y Haití reclamando por acciones injustas del gobierno, vemos a chicas mexicanas enardecidas gritar por sus hermanas a los pies de la Victoria Alada, vemos a una Argentina ser punta de lanza en el movimiento pro-decisión en América La- tina, vemos cada vez más personas fuera del closet viviendo su verdad sin temor al que dirán. Se puede hacer una lista tan larga de demos- traciones que nunca terminaría: los artículos, los tweets , las conversaciones, los pronunciamientos institucionales y, por supuesto, tomar las calles. Es- tas son sólo algunas formas de lucha y resistencia, y es verdaderamente inspirador ver a tantos corazo- nes latiendo al son de un mismo reclamo. Hoy, quienes hemos tomado la decisión de de- dicar y juntar nuestros esfuerzos para cambiar al mundo, nos mueve la misma razón, como todo un romántico digo que es el amor, el amor a tu gente, a tu tierra, a Mé- xico y al mundo. Lo digo porque necesitas algo muy profundo para enfrentarte una y otra vez a ese sistema. Requieres algo más que un deseo, para que no te importe cuantas veces pierdas, te vuelves a parar y sigues luchando, porque la guerra está muy lejos de terminar. Como personas empáticas no podemos que- darnos viendo, tenemos que actuar para vivir en un mundo igualitario, hoy nos toca sobreponernos ante estos grupos que ataviados en celeste y blanco buscan coartar nuestras vidas al buscar imponernos sus rosarios, hoy nos toca pelear por todo lo que está mal, todo lo que afecta al otro. El mundo está muriendo, vivimos en un país de instituciones podridas, tenemos un sistema opresor encima y la desigualdad es cosa de todos los días, y entonces yo te pregunto ¿Qué necesitas para ac- tuar? Este amor del que hablé, esa fuerza que llamo culpable de que nunca nos quedemos callados y ca- lladas, ¿qué te hace falta para vivirlo? ¿qué te hace falta para gritar a nuestro lado? ACTUAR FRENTE Por Jorge Eduardro Rodríguez Arellano Estudiante de Diseño de Interacción y Animación SON CADA VEZ MÁS LAS PERSONAS QUE SALEN A RECLAMAR LO QUE YA DEBERÍA SER SUYO: JUSTICIA, SEGURIDAD, IGUALDAD Y RESPETO.

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