Contratiempo

ContraTiempo | 11 OPINIÓN no hemos podido limpiar el desastre, al contrario, lo hemos hecho parte de nosotros, lo respiramos todos los días, somos adictos al caos. Sin embargo, ese caos se nos ha salido de las manos, la prueba contundente de que no podemos controlarlo es que a cinco años de una tragedia todo sigue igual. Todo. Quizá, el único cambio ver- dadero se vive en Ayotzinapa porque les han arrebatado una parte importante de la vida, irremediablemente, hay un vacío. En el resto del país, es muy probable que las cosas aún estén en una constante, producto de la alienación escondida en la vivimos, uno va y todos los días repite las rutinas que lentamente nos roban la salud. Qué pena me da todo esto, es una impotencia ensordecedora. No es posible que en este bendito país cualquier hijo del vecino sea capaz de hacer y deshacer por mero capricho sin que la ley recaiga sobre cabeza. Los procesos son lentos, burocráticos, cos- tosos, pero sobre todo, están podridos desde sus entrañas. Son como una especie de enfermedad crónica: todo el tiempo se en- cuentran ahí. Llevamos tantos años en agonía que ahora ello nos parece completamente normal, nos hicimos adictos a los analgé- sicos baratos suministrados por las mismas personas que nos hacen creer que todo marcha perfecto, cosa que al parecer les ha funcionado ¿cómo no iba a hacerlo? Si en México hay gente preocupada por lo que le dará de comer a su familia, por pagar deudas eternas, por conseguir un trabajo, un lugar donde vivir. En fin. Realmente ya no me queda mucho qué decir al res- pecto. La sensación es una de angustia, de dolor, de enojo. No hay nada más que sentir. Como estudiante, no puedo optar por la indiferencia, mucho menos si estudio una carrera en Educa- ción. Mi licenciatura inevitablemente me empuja a reflexionar temas como este, dado que lo ocurre afuera impacta de lleno en el ámbito educativo. En el caso de Ayotzinapa ha afecta- do al futuro de la educación en nuestro país ya que 43 futuros profesores fueron privados de su libertad, futuros docentes que pudieron ser el cambio en su comunidad o en cualquier lugar donde decidieran desempeñarse; 43 estudiantes que eran espe- ranza de sus familias, de alumnos que no conocieron. Me dueles, México, méndigo sentado sobre una montaña de oro.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3